La reina de las tinieblas

La destrucción de un corazón

El fatídico día (1500 años antes)

Año 278

El dolor en su cuerpo se perpetuo, sus pulmones llenos de oxigeno helado, queman entre sus venas, sus arterias y su mecanismo, sobre sus brazos recae un cuerpo quemado, las extremidades del mismo se mueven mientras flotan.

Las sombras de los arboles sin hojas son fieles manos que tratan de tomar su alma, detrás de él caballos le siguen, soldados de piedra con lanzas de plata corren tras él, y quien encabeza aquella armada es el ex-prometido de la princesa.

Aquel hombre con traje negro, enfocado en acabar con la vida de aquel que había saltado a rescatarla.

El mago, con su poder sobre natural elevó su mano al cielo, levantando con su poder una manada de lobos negros, cuervos, serpientes, y esqueletos quienes atacaron con gran valentía a los soldados.

El choque de las espadas se aleja como la pareja; sin darse cuenta que aún son seguidos por uno de los soldados en su caballo, tras sentir su galope, acelera su paso, sin contar con la velocidad del animal.

La mano de su jinete se extiende tomando el cuello de la camisa del mago, con fuerza lo eleva, pierde el equilibrio y así termina cayendo sobre hojas secas, el cuerpo cayo más adelante.

Su choque entre el suelo quebranto la última esperanza de vida de la princesa; No hay dolor más grande e inhumano que ver como la persona que amas, como el corazón que latía sin remedio por medio de la biología humana y la belleza divina, deja de moverse.

Con más dolor, el saber que su vida ya no existe, y que los ángeles de la muerte se la ha llevado por fin.

—Lizabeth —dijo en voz baja

Arrastrándose se acercó a ella, su corazón latía mientras su mente inerte en aquel pensamiento de muerte traba de engañarse a sí mismo y verla como la conoció, llena de vida e inmortalizada en su belleza.

Atrapo su brazo, se apoyó entre sus piernas, con sus últimas fuerzas la tomo, pegando su cabeza en su pecho.

Partes de su cabeza conservaban su carne viva, pero su bello había sido arrebatado.

El caballero de blanco salvante, apunto con su espada a la pareja, el brillo de la luna recorrió la plata, y la misma en un espejo cuyo reflejo eran los ojos asesinos del príncipe.

—Suéltala, está muerta y lo sabes

—¡ERES UN MALDITO MISERABLE! —exclamó con dolor en su alma —¡Ella te ama y tú solo la mataste! ¡Por qué! —con el corazón agitado, la respiración cortada y la falta de aire, el joven sentía como su vida se alejaba tras un pensamiento…

Con una mirada fría tétrica, confesó su crimen.

—Porque no la amaba, porque deseaba a su hermana. Porque nunca se sometió a mi ideal y estaba pensando más allá. Ella es un defecto, un demonio que debió morir desde el primer día que la consumí. —bufo —virgen, y ni siquiera sangro. Es una perra con la corona, pero su hermana, basto con tocarla para saber que era virgen…

Él no pudo responder ante su maldad, y fue cuando tomó una decisión.

Elevó un hechizo con un cántico oscuro.

El caballero tras escucharlo, atentó contra su vida, apuñalado su pecho, sin saber que la oscuridad ya había sido invocada.

Tras sacar su espada, la sangre oscura del mago desintegro la plata.

El material se fundió como si de fuego se tratase, impactado, y con lo poco que quedaba de su espada volvió atacar, pero esta vez fue su espada la que partió por completo, miles de cristales volaron creyendo en el piso.

—Pulgariem —nombró

Con esa palabra, el cuerpo del caballero se transformó en el árbol más feo de todo el valle, negro, sin forma y con miles de insectos carcomiendo su madera.

Con la respiración agitada, y el cuerpo cansado desvió su mirada a la pequeña a su lado.

Acarició su rostro quemado con la mano temblando.

—Aun estando muerta sigues mostrando tu belleza…

Su siguiente acto, hizo que el cielo se estremeciera con temor, y el bosque los cubriera de su pecado.

El cuerpo de la joven princesa fue desnudado, su pecho fue abierto con una daga, y posteriormente le arrebataron el corazón en un corte perfecto.

Se apartó del cadáver llevando su corazón a lo más oscuro del bosque hasta dejarlo cerca de un árbol, de la misma manera corrió hacia el cuerpo de su amor.

En un fuerte canto infernal, aquel muchacho empezó a pronunciar Palabras sin sentido, con la daga que había abierto el cuerpo, se apuñaló a sí mismo sin afectar su corazón, bajo la hoja a la altura de sus costillas.

El dolor lo mataba, lo hacía trizas, pues su sangre era un ácido imposible de remediar, con gran valor arrancó su corazón, con ayuda de espíritus logró ajustarlo en el pecho de la reina, y con hilo y aguja lo cosió.

Antes de morir, temblando por el dolor y listo para ver al dios de la creación, levantó la daga con la punta al cielo ganándose así un tormento, un rayo con grata energía que cayó sobre el cuerpo de Lizabeth.

Haciéndolo temblar el suelo, destruyendo todo a su paso con una enorme luz blanca, la última que vio el mago de los sueños de la princesa.




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