La reina de los cuervos

Sin alma






Soy Dan Bradbeer suelo vivir en un pueblo remoto a mitad de la nada de los estados unidos de américa. En este lugar la rutina suele ser siempre la misma o al menos eso era hasta que los pocos pobladores comenzaron a desaparecer sin dejar rastro, desde hace algunas semanas. La cosa es que los desaparecidos por una extraña razon suelen ser hombres entre 20 y 35 años de edad.  
A diario 3 a 4 hombres desaparecen y hoy esa cuenta ya supera los 200, la gente esta asustada y puedo entenderlos, cualquiera no querría salir de casa después de saber que la cuarta parte de los habitantes se esfuman en medio de la noche y en extrañas circunstancias. 
Estoy en una edad en la que los adultos me llaman niño y los niños señor. Me considero bastante normal aunque un poco retraído y antisocial. 
Hoy el ultimo en desaparecer fue mi vecino Sam quien salió alimentar a sus caballos y jamás regreso.  
Mi madre ya parece paranoica a cerrado las ventanas con un sinfín de tablas en las que apenas si logra entrar la luz del sol y es comprensible, después de todo, mi hermano y yo podríamos ser los próximos. 
Si aquella noche no hubiera intentado escabullirme por la única ventana que quedaba sin tablear seguramente nunca hubiera sospechado de la mujer que paseaba por mi jardín a media noche. 
Era primera ves que la veía y parecía tener unos treinta años de edad. La mujer caminaba a paso lento, vestida completamente de negro, rodeada de millones de cuervos a su alrededor y entonces fue cuando se percato de que era observada por mi atreves de la ventana. Me es difícil describir la sensación tétrica que sentí en aquel instante, fue como si me petrificara con solo lanzar aquella mirada escalofriante de color amarillento. A lo lejos la vi sonreír e inclinarse para dar paso a un bulto oculto en la yerba alta de mi jardín. Lo tomo sin pudor y lo cargo sin dejar de observarme como si ser descubierta por mi, le gustara y la incitara aun mas a seguir con su crimen. 
No tengo poderes, ni músculos y mucho menos me consideraba un chico valiente, todo lo contrario era bastante cobarde. Pero si queria que el terror del pueblo se desvaneciera, debía de dejar de ser un miedoso, costara lo que me costara y entonces sin pensar en ninguna consecuencia, ante mi estúpida accion decidí seguirla. 
La mujer continuaba cargando aquel cadáver del hombre que hasta entonces seguía siendo un desconocido para mi, al verla escabullirse sigilosamente por el bosque, me detuve a pensar si continuar o no con la idea descabellada de seguirla a donde fuera que se dirigiera. 
Solo me separaban escasos metros de ella y a medida que nos adentrabamos mas en el bosque, la espesa vegetación y la oscuridad de la noche me impedían observar mas allá de mis narices con normalidad. La vi detenerse unos segundos y dar vuelta la cabeza en dirección hacia mi, como si de un exorcista se tratara. Esa simple acción hizo que me paralizara de los pies a la cabeza imposibilitándome la movilidad. Queria correr y huir de aquella escena de pesadilla que apareció de la nada frente a mi. La volví a ver sonreír y simplemente continuar su camino. 
Tenia miedo, estaba mas que aterrado pero ya habia llegado demasiado lejos como para dar marcha atrás, así que como pude saque fuerzas de flaquezas y continúe siguiéndola.  
Observe la hora en mi reloj y ya era casi la una de la madrugada. Detuve mi caminar y volví a cuestionarme el seguir o no. Di un paso hacia atrás y torpemente tropecé con una raíz de árbol vieja que permanecía levantada sobre la tierra, caí de trasero al piso y antes que alcanzara a levantarme me vi rodeado de siete hombres que parecían cubiertos de plumas negras y cabezas de cuervos. ¡Dios eran sus malditas aves! El mas robusto me tomo por los hombros y a punta de empujones me obligo a seguir mi camino. La mujer ya no se dejaba ver, parecía haber ingresado a uno oscura cueva que se dejo ver apenas di diez pasos al frente.  
—¿Dónde me llevan?—Pregunte sin obtener ninguna respuesta de los hombres pájaros tras de mi. 
Pese al frio de la noche y la niebla que comenzaba a caer sobre el espeso bosque, el interior de aquella cueva parecía ser la entrada a una especie de volcán, pues el calor se hacia mas intenso e insoportable con cada paso que daba. Ya pronto el sudor habia empapado todo mi rostro y las gotas agrias y saladas hacían arder mis ojos, haciéndome cerrarlos de ves en cuando. Volví a tropezar y esta ves la caído fue mas fuerte, mas aun al darme cuenta que habia tropezado con el cadáver de uno de los tantos desaparecidos tirado sobre el piso al cual le faltaban los ojos y el corazón. El cuerpo yacía encima de una pila de cadáveres mas, que con solo el hedor me decían que estaban en pleno proceso de descomposición. Mi cara de horror inmediatamente se dejo ver, me lleve una mano a la nariz para evitar inhalar el asqueroso aroma a cadáver putrefacto e intente ponerme de pie, pero el resbaloso piso, la gran humedad y mi desespero por huir, me impedían lograrlo. 
El cuervo andante de un jalón me levanto y me obligo a seguir caminando y fue entonces cuando me arrepentí de habérmelas dado de un héroe que siempre supe, no era. 
El color anaranjado pronto se dejaba ver y cada paso que daba el calor y el ardor que este provocaba en mi, se hacia mas y mas latente. Y allí de pie sobre una roca estaba la mujer de negro a punto de juntar sus labios con su ultima victima. Apenas roso sus labios con los de aquel cuerpo una luz grisácea y brillante broto de el, una luz que inmediatamente callo sobre uno de los tantos cuervos que yacían muertos a su alrededor y este inmediatamente cobro vida. Lo siguiente fue aun mas terrorífico de contemplar. La vi extirpando su corazón y comiéndolo hasta no dejar nada de el. Luego fue el turno del cuervo de alimentarse, ese animalejo que no hace mucho se habia despertado de la muerte, yéndose  directamente a los ojos de la victima.  
Di un grito ahogado de terror al ver la espantosa escena e inmediatamente intente huir, pero ella al darse cuenta de mi presencia, dio algunos pasos hacia mi y luego poso sus manos sobre mi rostro.  
—Por mirar hacia donde no debías es que hoy formaras parte de mis bebes—Dijo inclinándose para acariciar a uno de sus tantos cuervos muertos. 
La mujer sin decir nada se levanto y sin que yo me lo esperara, paso una afilada navaja por mi cuello, cortándolo de inmediato. Sentía como la vida se me iba, lo que ella inmediatamente resintió y como si no quisiera dejar escapar mi alma, la absorbió rosando sus labios con los míos.  
Algunos minutos mas tarde abrí los ojos, pero ya no era mas humano, mas bien un cuervo negro que se alimentaba de los ojos de lo que alguna ves fue su cuerpo y la veía a ella sonreír mientras mordisqueaba lo que quedaba de mi antiguo corazón sobre sus ensangrentadas manos. 



 



#19965 en Otros
#5881 en Relatos cortos
#1799 en Terror

En el texto hay: horror miedo monstruos, muerte y misterios

Editado: 02.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.