La Reina De Los Demonios

¿Quien Soy?

 

Mis ojos me pesaban, no podía abrirlos muy bien. Mi cuerpo me dolía, no podía moverlo mucho. Mi respiración era lenta y tranquila. Una leve brisa impacto en mi cara. Pude escuchar el sonido de las hojas cayéndose de los árboles y el canto de las aves. Hice un esfuerzo para abrir mis parpados lentamente, al abrirlos lo primero que vi fue el cielo azulado. Con ayuda de mi brazo derecho pude levantarme un poco. Mi cabeza empezó a dolerme por un corto momento. Cuando el dolor se fue, pude visualizar el lugar en el que estaba. Estaba en medio del bosque, rodeada por montones de hojas que caían de los árboles. En mi cuerpo había algunas heridas, en partes diferentes de mi atuendo habían pequeñas rasgaduras, junto a mi había un bolso bandolera y a unos pocos centímetros de mí, había una mochila.

Por alguna razón no recordaba porque estaba aquí tirada en medio del bosque, no recordaba mi nombre ni mi vida, ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? Necesitaba saber que paso en realidad.

Había un cuchillo ensangrentado no tan lejos de mí, la sangre estaba un poco seca, esto me intrigaba aún más. ¿Qué había pasado? Me acerque a la mochila, en ella habían unas cuantas cosas, como un abrigo, algunas prendas, otro cuchillo, y otras cosas. En el bolso bandolera había un libro, el cual no podía entender porque estaba en un idioma totalmente desconocido, no solo había palabras raras sino imágenes de demonios y otras criaturas. Lo malo es que en ninguno de los bolsos se encontraba algún documento que me indicara cual era mi nombre, o algún dato que me sirviera. Al parecer estas cosas eran mías, pero aun no explicaba porque estaba aquí. De mi cuello colgaba un hermoso collar con un dije en forma de cruz.

Pude escuchar un arroyo cerca, así que me pare totalmente, puse el bolso bandolera en mi hombro y el otro en mi espalda. Camine siguiendo el sonido del agua recorriendo el arroyo, me acerque más a él y saque el cuchillo con sangre, me acerque a la orilla del arroyo y me arrodille. Empecé a lavar el cuchillo dejándolo sin rastro de sangre. Aproveche también para lavar un poco mi cara y refrescarla.

Mi estómago empezó a rugir, ya me había dado hambre, busque y busque en los dos bolsos, pero no había nada de comida, pero si dinero. Ahora que lo pensaba bien, estaba perdida completamente por el bosque. Pero tenía muchas formas de salir de él, por suerte sabia técnicas para salir del bosque, una de ellas era mirar las nubes y sus movimientos. Las nubes se mueven del oeste al este, así que debería tomar ese camino, de seguro había un pueblo cercano por aquí.

Empecé a caminar guiándome por las nubes, el bosque seguía tranquilo y me había distraído tanto viéndolo que no me di cuenta de que traía realmente. Tenía botas de cuero que llegaban hasta a bajo de mi rodilla. Un jean azulado, una blusa blanca. El atuendo se veía fatal por los rasguños que tenía. Decidí parar un momento con mi caminata y cambiarme la ropa. De la mochila saque un jean negro, una blusa color vino tintó y una chaqueta de cuero. Después de cambiarme continúe caminando.

 

...

 

No sé cuánto llevaba caminando, pero el recorrido me parecía eterno, la noche había llegado y el frio había reinado. Pare un momento para rebuscar en la mochila, encontré unos guantes de cuero que me servirían para calentar mis manos. Me puse los guantes y seguí caminando, por suerte ya se veían luces de casas cercanas.

Desde donde estaba el pueblo se veía pequeño. Algunas de las calles eran de piedra y no estaban pavimentadas, había casas de madera, casas de piedra y casas modernas. Lo primero que empecé a buscar fue un restaurante o un lugar de comida para comer. Pude ver un lugar que estaba lleno de gente, supuse que era un restaurante, pero al entrar las luces de colores me segaron y el ruido del lugar me aturdió. Había entrado a una discoteca por error, la gente estaba bailando y me empujaban cada vez más adentro de la discoteca.

Me quede quieta mirando a todos lados sin saber dónde ir o que hacer, de pronto me quede perpleja por alguien que vi. Un chico alto de cabello rubio platinado y mirada ámbar estaba bailando, la cara del chico se me hizo familiar, pero en un abrir y cerrar de ojos, el chico ya no estaba.

Empecé a buscarlo con la mirada, el chico se había perdido totalmente de mi vista y ya no lo encontraba. El podría a ver sido una gran clave para saber quién soy. Seguí caminando por el lugar, intentando encontrar al rubio. No lo encontré pero si encontré una puerta trasera, salí por aquella puerta y empecé a caminar buscando una cafetería, al fin la había encontrado.

Entre a la cafetería con una sonrisa grande en mis labios, el olor a postres inundo mi nariz, ya podía saborear uno de ellos... Aclare un poco mi garganta y me acerque a la chica que estaba atendiendo.

 

-Buenas noches, ¿En qué le puedo ayudar? –Dijo con voz melodiosa.

-Buenas noches, me podría dar dos de esos postres de chocolate. –Señale.

La chica asintió y fue hacia el mostrador, donde saco uno de los postres de chocolate.

-¿Lo quiere para llevar o lo comerá aquí? -Interrogo.

-Para llevar... Gracias... –La chica asintió nuevamente y empaco los dos postres en una bolsa de papel.

Saque el dinero y se lo extendí, ella extendió su mano y recibió el dinero; con su otra mano me dio la bolsa. Yo recibí la bolsa y le agradecí.

-Muchas gracias... –Le sonreí.

-Gracias a usted, por comprar. –Me devolvió la sonrisa.

 

Sin más, Salí del local y me dirigí a un parque que estaba cerca. Al llegar al parque, me senté en una banca y empecé a comer uno de los postres, sabía tan delicioso... El hambre poco a poco se iba, pero esto aún no solucionaba mis preguntas. Ahora tendría que pensar donde me quedaría. Termine de comer el postre y el otro lo guarde en mi mochila. No tenía más remedio que dormir en esta banca fría y solitaria. Me acosté en ella y cerré los ojos.




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