La Reina De Los Demonios

El Rubio

 

 

A medida que iba leyendo las notas cada vez me confundía mas pero alguno recuerdo llegaba sin más.

 

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Bel... ha regresado otra vez, me ha dicho que me seguían buscando hasta que se dieron cuenta de lo que les hice a unos demonios del lado oeste.

Azazel: ¿Muerto? No sé mucho sobre él, pero sé que no está muerto. ¿Es hijo de Lucifer? Algo nuevo aprendido.

 

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Al cabo de horas llego la noche y Bill me aviso que ya podría ir a buscar al rubio.

Bill me llevo hasta la discoteca “Dance Danw” para que no me perdiera y recordara el camino, aunque ya pude ser independiente durante estos días.

Al entrar en la discoteca fui a revisar las mesas para ver si veía al rubio.

-¿Pero...?

-Mierda... Bill no me dijo como era físicamente este chico... –Maldijo mi conciencia al no tener la suficiente información.

<<Solo iban a beber o a bailar en aquel lugar, entonces puedes encontrarlo en la pista de baile. >> Recordé lo que dijo Bill en una de nuestras conversaciones.

Fui a la pista de baile mientras miraba a las personas, un chico me ofreció bailar pero rechace su invitación negándome con la cabeza. Vi a unos cuantos chicos rubios pero no me daba la impresión de conocerlos, algunos estaban bailando y otros se encontraban besándose con unas chicas. Decidí no interrumpir y fui a la barra para pedir  un trago, me senté y espere a que apareciera el Barman.

-¿Qué le puedo ofrecer, señorita? –Pregunto el Barman.

-Deme una de sus mejores cervezas. –Se me fue un suspiro al final.

-Que sean dos cervezas, por favor. –Dijo una voz masculina. –Yo invito.

Mi piel se erizo, y rápidamente voltee a ver quién era esa persona. Al voltearme me encontré con la mirada Ámbar de un chico rubio platinado. Era aquel chico que había visto hace una semana o quizás más.

 

-FLASHBLACK-

 

Sus manos sostenían mis caderas ayudándome a bailar al ritmo de la música, levante mi cabeza hacia él y me encontré con su encantadora mirada ámbar. Acerco su boca a mi oído y en un susurro que me hizo erizar me dijo.

-Bailas muy bien para ser un ángel...

 

-FIN DEL FLASHBLACK-

 

-¿Acaso él era ese tipo rubio que buscaba? –Pregunto mi conciencia.

 

-¿Solo te quedaras ahí mirando? –Su voz ronca se escuchó de nuevo.

-Ah, perdón... ¿Me decías algo?

El Barman trajo las cervezas y aquel rubio tomo un sorbo de la suya.

-Tan misteriosa como siempre...

-Ósea que ya me había visto antes... ¿Sera él? –Cuestiono mi conciencia.

-Perdón, ando un poco distraída, tú eres...

El chico me analizo por un momento y luego frunció el ceño, era como si tratara de leer mi mente.

-¿No te acuerdas de mí? –Paso una mano por su cabello. –Después de todo lo que pasamos... –Dijo suave.

Me sentía confundida, no sabía cómo hablarle o tratarlo, no sabía si decirle que había perdido la memoria y no me acordaba de él, seguro me creería o tal vez no.

-Lo siento, perdí la memoria... Y no recuerdo nada...

Escondió su rostro con sus manos, apoyando sus codos en la barra, suspiro y murmuro.

-Maldición... –Murmuro para él.

Quito sus manos de su rostro volteando a verme de nuevo pero esta vez con una sonrisa triste.

-Oh, lo entiendo...

Se levantó de su asiento dispuesto a irse, pero antes de que pudiera hacer algo, tome su brazo y lo mire fijamente.

-Por favor... Ayúdame. –Murmure.

El chico se sentó de nuevo tomándose su cerveza rápidamente.

-¡Barman! ¡Tráigame un wisky para la dama! Y lo más potente que tenga para mí.

Sonreí al ver que él se quedaba.

-Dime, ¿Qué quieres saber? No puedo ayudar mucho, pero hare un intento.

-Puedes decir ¿Cuál es tu nombre?

Rio. –Pensé que querías saber sobre ti, no sobre mí. En fin, nunca me dijiste tu nombre, tú ya sabias el mío, pero al parecer no te acuerdas, así que quedamos a paz en ese punto.

-De acuerdo. ¿Tenía familia o amigos? O quizás... –Pensé un momento, pero el rubio continúo la pregunta.

-¿Un esposo o hijos? –Apoyo sus brazos en la barra. Asentí.

El rubio sonrió pícaro mientras acercaba su rostro al mío, pero luego retrocedió y puso su mano en mi cabeza.

-Pronto lo sabrás.

 

-FLASHBLACK-

 

Tenía mi espada conmigo, y tenía al rubio aun lado de mí, debajo de nuestros pies yacían cuerpos sin vida. Enfrente de nosotros se encontraba el Rey del infierno, estirando su mano para que fuera con él, el rubio me ofreció su mano igual. Tome la mano del rubio y le dije al sujeto que tenía enfrente.

-Como te dije, prefiero ser esclava de los mundanos a ser tu musa.

Su voz demoniaca retumbo por el lugar.

-Sabes que me necesitas, no podrás reinar sin mí.

-Te equivocas. –Declare. –Ya tengo lo suficiente para bajarte del trono, Satanás.




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