La Reina De Los Demonios

El Cielo y El Infierno

 

En el cuarto de mis hermanos no se había encontrado nada de utilidad. Bill me hizo una señal con su cabeza para que lo siguiera.

-Solo he encontrado esto. –Me dio una foto.

Ahí estaban mi madre, mi padre y mis hermanos posando en la foto, parecían felices. Yo no estaba ahí. Quizás era porque mi madre apenas estaba en su primer mes de embarazo. Mis hermanos no se parecían, unos eran de tez morena y otros eran de tez blanca. Incluso Abel parecía de rasgos asiáticos.

-¿Por qué no nos parecemos? –Le pregunte a Bill.

-Cuando un Ángel tiene hijos, pueden salir de diferente etnia o tez. No importa como sea la madre o él padre, pueden salir muy diferentes a lo que pensaban.

-Entiendo.

-Por ejemplo, mi mujer era de tez morena. Y nuestra hija salió con piel broceada y con aspectos indios. –Sonrió.

-Debió ser muy bonita. –Le comente y el asintió.

Mire al chico de cabello negro y piel pálida, era obvio que ese era Aarón. Aun me preguntaba si podría encontrarlo, claro, si es que sigue con vida.

Bill rebusco entre unos cajones y encontró unos documentos.

-Mira. Aquí está tu registro médico. –Agito el documento para que lo viera. –Entonces tu nombre es; Deva Kali D'angelo Davis.

-Entonces si es mi nombre real y no un apodo. –Bill asintió.

 

Se escuchó un estruendo en el piso de abajo. Bill y yo nos vimos un momento preocupados. Salimos de la habitación para ir al piso de abajo. Él iba adelante, ya que tenía un machete y con eso podría defendernos. Pero al llegar abajo no vimos nada. Bill pateo el suelo y se escuchó algo.

-Pero que hay aquí. –Quito la alfombra y vimos una puerta de madera. –Parece ser un sótano.

Se volvió a escuchar un sonido pero esta vez en la parte de atrás de la casa.

-Tú mira el sótano, yo iré a ver que es ese ruido. –Trague con dificultad mientras miraba de reojo la casa.

-¿Estas segura? –Asentí. –Bien, iré a ver que hay en el sótano.

Bill abrió la puerta y con su linterna alumbro el camino. Sostuve mi cuchillo con todas las fuerzas y fui a la cocina. Una lágrima salió de repente al ver el esqueleto de mi madre y hermano Abel.

-Mamá... –Vi que la mayoría de sus huesos habías sido rotos.

Una baba negra fue lo que me llamo la atención. Salí de la casa y busque cerca de la casa algo que pudiera ayudarme a saber de dónde venía esa baba, el rastro no tenía ni un comienzo ni un final, solo había este rastro en la cocina. Escuche el ruido otra vez, parecía ser del patio trasero, pero me no entre a la casa para ir a ver, fui por el exterior.

Me asome por una de las esquinas de la casa para ver el patio trasero. Me dieron ganas de vomitar cuando vi una criatura que parecía ser un gusano grande con patas de araña y tenía dientes muy afilados. Se mantenía comiendo un lobo ya muerto.

-El cuchillo no me ayudara en nada... –Comento mi conciencia. Empecé a sudar. –Si me muevo, quizás haga ruido... ¿Qué hago?

Mi respiración se descontrolo, lo único que me podría ayudar seria la espada, sí, eso era... Intente canalizar la energía de la espada, intente visualizarla.

-Espada, ven a mi... –Murmure para mí lo más bajo que pude mientras veía mis manos. –Espada, aparece...

Sin querer, pise unas hojas secas, lo cual hizo llamar la atención de esa cosa. Soltó un chillido que me desespero más, abrí mis ojos como platos al ver que esa cosa se había percatado de mi presencia y que ahora venía a mí. Fruncí el ceño y grite.

AHHH! –Aquella cosa se abalanzo sobre mí.

La espada apareció de repente en mis manos, así que moví la espada hacia la derecha y luego a la izquierda. Un poco de la baba de esa criatura cayó sobre mi ropa. Había cortado a esa criatura con mi movimiento de manos, la había matado. Reí porque había podido sacar la espada de repente, era un logro para mí.

-¡Deva! –Bill apareció y miro asustado la criatura que estaba en el suelo sin vida. – ¿Qué es eso?

-No lo sé... Pero pude matarlo. –Sonreí. –Mira, pude sacar la espada.

-Bien hecho... Encontré algo en el sótano,  quizás te interese.

 

 

En el sótano, Bill encendió la luz. Pude notar velas rojas y negras ya desgastadas. Un círculo satánico casi borrado. Unas cuantas flores marchitas y el cuadro de una mujer con un vestido negro, una copa de sangre y una serpiente, la cara de la mujer estaba cubierta, no se podía ver por los rayones que le habían hecho. Todo eso parecía ser un altar.

-Al parecer por lo encontré, tu madre fue parte de un secta. –Bill vio unas cuantas hojas que habían en un escritorio. –Este lugar estaba sellado por unas cadenas, pero las quite para poder pasar. Supongo que cuando tu madre conoció a tu padre, ella estaba dejando lo de la secta a un lado para salir de ese trance.

-Mi madre olvido todo esto para tener una mejor vida con mi padre. –Bill asintió.

-Esa criatura que viste, salió de tu madre, se su interior. –Lo decía muy seguro.

-¿Qué carajos dices? –Fruncí el ceño y me acerque a él.

-Al parecer consumía su alma, ya que no cumplió con la promesa de la secta... Darle su lealtad a Lucifer.

-Claro, los traiciono al casarse con un Ángel y volverse católica. –Solté un suspiro y me dirigí al altar que había hecho mi madre. –Bill... ¿Sabes quién es?

-No... Quizás de Kali, la demonio. –Se cruzó de brazos. –Ahora sabemos con certeza que tu madre te puso “Kali” por ella.

-Sí, estoy segura de que me puso ese nombre por ella. –Mordí mi labio. –Pero creo que la mujer de este cuadro no es Kali la demonio... Quizás sea otra persona.




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