—Demonios Austin ¿En qué estabas pensando cuando hiciste este ridículo acuerdo? —chilló Max mientras leía los nuevos cotilleos de esa mañana en su iphone—¿Sabes lo que esto le hará a tu reputación de playboy?
Austin suspiró. —Si Max. Y precisamente esa es una de las razones por las que este acuerdo se convierte en una buena idea. Tal vez si creen que he estado saliendo todos estos años con una misma chica, por fin tus ridículos intentos fallidos de emparejarme terminen por borrarse de la mente de los demás.
Max agitó la mano para quitar valor a lo que Austin le decía. —No tengo la culpa de que todos lo hayan dado por sentado con cada una de las citas que te arreglé.
Austin enarcó una ceja. — ¿A no?
— ¡Felicidades muchacho! Todo esto sigue vendiéndose como pan caliente. —Decía Michael entrando a la pequeña oficina como todo un astro de la farándula. Aunque él era más como el lobo feroz detrás del astro que aprovecha y hace cualquier cosa con tal de acrecentar las ganancias de su cliente, o sea, Austin.
—Espero que eso cambie pronto —respondió Austin.
—Hijo, en un día haz hecho sin mover un solo dedo lo que Tony no ha podido en un año. Fue una excelente idea conquistar a esa jovencita.
—No hemos hecho nada. Precisamente eso. Ambos aceptamos no darles ni el saludo a los periodistas por lo que cada palabra de esas notas se la han inventado.
—A veces el silencio dice más que mil palabras —le recordó Max. —Y creo que eso es exactamente lo que la prensa cree.
—Qué piensen lo que quieran —espetó Austin. —Sabes perfectamente que solo es un convenio de negocios.
—Bah. Todas las historias románticas empiezan por allí —intervino Michael.
—Pues tendrás que esperar acostado. Este acuerdo acabará en cuatro meses exactamente y entonces sí que hablaremos, pero para decir que todo acabó.
—Suficiente para mí. Te aseguro que en menos de lo que canta un gallo estarás rogando por alargar el plazo.
—Te equivocas Michael. Mientras estemos hablando de esa reina, prefiero mil veces ser diseccionado por extraterrestres a tener que convertirme en uno más de sus vasallos.
Max y Michael rieron.
—De todos modos, Austin. Si quieres poner fin a esto algún día, deberán buscar una manera de que parezca una separación amistosa.
Austin se encogió de hombros. —Supongo que ella lo tendrá cubierto. Algo me dice que tiene una gran facilidad para crear historias.
— ¿Por qué lo dices? —preguntó Max, curioso.
—Arregló muy rápido la primera historia que le dimos a la prensa. Aquella que no llegó a publicarse y que usaron de fuente de información para lo que ahora estás leyendo.
—¿Dices que fue ella la que lo hizo? —Max estaba realmente impresionado.
—Pienso que está acostumbrada a adaptarse conforme la situación. Quizás su trabajo sea demasiado exigente.
—Bien, pero por si acaso también trabajare en algo. Después de todo soy tu representante.
—Mientras no involucres a Adriana o a ninguna otra —le advirtió Austin.
—Austin ¿tan mal concepto tienes de mí? —Michael pretendió estar ofendido.
El teléfono de Austin sonó. Vio el identificador antes de contestar.
—Rachel. ¿Todo está bien en casa?
— ¿Cómo puedes creer que todo está bien? Mamá no para de hablar sobre lo mal hijo que eres y papá está a punto de explotar como volcán —exclamó Rachel desde el otro lado de la línea.
Genial. Las noticias ya les habían llegado.
— ¿Por qué están tan alterados mis padres?
— ¿Por qué otra cosa iba a ser? ¡Por tu matrimonio! ¿Te vas a casar y ni siquiera conocemos a tú novia? ¿No crees que sea un tanto sospechoso?
—No. No lo creo Rachel —Austin suspiró. — Lo que sucede es que ella trabaja demasiado. Debido a eso no he podido llevarla para que la conozcan.
— ¿En cuatro años?
Touché.
—Tres —le corrigió Austin. —Diles que no se preocupen. El fin de semana la llevaré para que la conozcan.
—Ok. Le diré a Katherine que venga también. Así estaremos todos.
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Editado: 20.10.2019