Capítulo 22

—¿A dónde vamos? —preguntó Ariana desconcertada porque cada vez se alejaban más y más de la ciudad. Absorta en el sentimiento de aventura, había subido sin pensárselo dos veces al auto de su prometido sin preguntar antes el destino. Ahora empezaba a creer que no había sido tan buena idea después de todo.

—¿No confías en mí? —le respondió él con otra pregunta.

—Ayudaría si me respondieras sin titubeos. Llevamos veinte minutos en el auto y entre más tiempo pasa más creo que este es un intento de secuestro.

—Y eso es claramente lo que es, cariño. Me estoy secuestrando a la novia —exclamó Austin esbozando una sonrisa de zorro.

Ariana se sintió avergonzada por aquella declaración, aunque tuvo la virtud de poder disimularlo muy bien. —No es gracioso.

—No intento serlo. Deberías relajarte y solo disfrutar del recorrido. Además, ya falta poco.

—¿De cuán poco estamos hablando?

El rio. —Muy poco.

—Te juro que si no detienes el auto…

—Relájate, amor. Ya hemos llegado.

—¡Al fin!

Y sin decir más, Ariana se bajó a toda prisa del auto en cuanto el cinturón de seguridad la abandonó. Fue un milagro que haya podido esquivar una piedra a la orilla del camino. —¡Al menos pudiste advertirme que no trajera tacones hoy!

Austin soltó una gran carcajada. —Aún no sé porque insistes en usar ese tipo de zapato. Ya creo que eres lo suficientemente alta en sandalias.

—Te equivocas. En el mundo de los negocios debes poder mantenerte a la altura de los demás para que no te vean por debajo de ellos —objetó Ariana, pateando la piedra que la había emboscado.

—Eres lo suficientemente inteligente y hermosa como para que la altura sea un problema para ti.

Ella negó con la cabeza, desconcertada. —Es broma, ¿verdad?

—¿Cuál broma?

—Mentiroso. Aunque debo darte mérito por intentar cambiar mi mal humor al decir que te parezco bonita.

—Vamos… ¿Vas a decirme que ningún hombre te ha dicho antes lo bella que eres?

Ariana guardó silencio. No era el primero que le hacía un halago, pero nunca antes le había importado la opinión que tuvieran de ella los caballeros. Sonrojarse por algo así había estado fuera de sus límites permitidos. Esto era un privilegio de las princesas.

Y ella nunca había sido una dulce princesa, pensó.

Sin responder, Ariana centro su atención hacia el horizonte y luego de unos pocos segundos, sus ojos azul zafiro cobraron un brillo especial en la oscuridad de la noche al reconocer aquel hermoso paisaje.

—¿Cómo es qué…? —Ella vió a Austin durante un largo momento, entonces devolvió la vista a las minúsculas lucecillas de la ciudad que parecían estrellas en medio de la noche. — ¿Cómo conoces este lugar?

Él sonrió. —Por Kat. Recordó haberte visto en la portada de una revista hace unos años y se propuso encontrar la fotografía. Al verla, reconocí el lugar.

Ariana bajó la mirada. —Había dado por hecho que ya nadie recordaba mi intento fallido de modelaje.

En realidad, nunca estuvo en sus planes ser una supermodelo. Todo surgió de la nada porque un buen amigo quiso ser fotógrafo y ella solo intentó ayudarle a conseguirlo. Con lo que ninguno de los dos contaba era con la repentina muerte del hermano mayor de su amigo y por lo que este tuvo que abandonar sus sueños para tomar el lugar en la empresa de su familia que había quedado vacío por la tragedia.

Ariana miró al cielo, como tratando de ver en el su pasado y su futuro cuando de repente, comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos que corrieron hacia sus mejillas.

—Maldición, lo siento. Creo que la he vuelto a hacer de nuevo.

Ella negó, limpiando sus lágrimas con el pañuelo que Austin le ofreció. —No has hecho nada malo. Es solo que hace un buen tiempo que no venía a este lugar y al parecer yo también puedo ponerme nostálgica. —Dejó escapar un suspiro. —Bien, ¿me dirás por qué reconociste el lugar?

—Bueno, yo también tengo una historia aquí.

—Ahora entiendo porque dijiste sobre “algo más que tenemos en común”.

—En parte si… y en parte no. No sabía realmente que tú tuvieras un pasado aquí también.