Un terrible dolor de cabeza amenazaba con atacar en las próximas horas.
La cena de negocios de esa noche además de traer beneficios para la empresa también estaba destinada a presentar a la feliz pareja ante altos personajes del medio, esto como una estrategia para deshacerse de cualquier duda o rumor aun existente. Para ella, era la típica reunión de siempre, pero sospechaba que Austin debía estar sufriendo en el infierno.
Y este sería solo el inicio, pensó.
Sacudió la cabeza y trató de no reírse. Austin estaba atrapado en el lado contrario del salón por un grupo de ejecutivos que seguramente apenas y comenzaban con el interrogatorio de rutina. El traje estilo italiano de color azul marino y la camisa blanca sin corbata le daba a la celebridad un tipo de encanto hipnótico propio de un vampiro de sangre pura. Aunque esto último quizás se debía a que era todo un profesional que se adentraba demasiado en sus personajes actuales.
Y con este pensamiento, sus manos se tensaron en un puño. ¿Cómo había olvidado que era un actor de profesión?
Ariana lanzó un profundo suspiro. Sabía que tenía motivos suficientes para estar enfadada, pero en esos momentos estaba más nerviosa que enfadada. La última actualización en las redes sobre ella y su prometido había sido sobre su acaramelada cita secreta el día anterior en Strawberry’sCake, y en la que su queridísima amiga había hecho todo lo contrario a lo que le había pedido.
Ahora solo quedaba rogar a los cielos que con esto no se le sobrevinieran más complicaciones de las que ya tenía.
—Veo que no has cambiado en nada.
Ariana se dio la vuelta encontrándose con un hombre rodeado de un aura fría y misteriosa, similar a la de ella. Con el cabello rubio claro llegándole hasta la mitad del cuello y ojos verde esmeralda, vestido en un elegante traje negro, una camisa de seda azul y zapatos italianos, se podía comparar con un príncipe encantado salido de los cuentos de hadas. Ariana lo reconoció de inmediato y su sorpresa no podía definirse en palabras.
—Lo mismo puedo decir de ti. Y confieso que eras la última persona con la que imaginé encontrarme aquí.
—Da la casualidad que tengo negocios pendientes con tu empresa.
Ariana se cruzó de brazos. —¿Por qué será que no te creo?
—Es cierto.
—Claro que no. De ser así, yo sería la primera en enterarme.
—De acuerdo. Confieso que mis negocios están fuera de la empresa.
—Ya lo imaginaba. Ve al grano.
—Está bien. La verdad es que…escuché que vas a casarte.
—Es correcto.
—¿Y así nada más? En verdad que no has perdido tu encanto.
—Puedes culpar a la genética si quieres.
—No es genética y lo sabes. Recuerdo perfectamente a la verdadera Ariana detrás de toda esa pared de hielo.
—Te equivocas. Esa Ariana hace mucho que dejó de existir.
—No. Esa Ariana aún existe, aunque ahora se encuentra dividida.
Ariana suspiró. —En serio que a ti no puedo engañarte, Oli. Pero este no es lugar ni momento para hablar de ello.
—Tienes razón. ¿Y tú novio lo sabe?
—No tiene ni idea y espero que eso continúe así. Y a ti te agradecería que fingieras amnesia.
—Tu secreto está a salvo conmigo. No te preocupes.
—Gracias.
—Todavía no me las des. La estrella está iluminando al otro lado del salón y tu corres peligro de ser raptada en un segundo por mí.
Una encantadora sonrisa burbujeó en los labios de Ariana. —¡Por Dios! ¿Es que acaso está coqueteando conmigo, señor Ferreira?
Él esbozó una sonrisa lobuna. —¿Usted qué cree, señorita Allen?
***
Austin estaba en serios problemas.
Desde el momento en el que se encontraron para ir juntos a la fiesta, Ariana no había dejado ni un minuto de desconcertarlo. Justamente cuando se había convencido totalmente de que todo el papel de novio se le había subido a la cabeza y en realidad esa mujer no movía absolutamente nada en él, llega ella con toda la elegancia de una reina de hielo y lo descontrola en menos de un pestañeo.
Lo peor de todo es que, aunque lo niegue, su dulce tormenta helada está enfadada y él sin saber por qué. Intentó insistir, pero después de hacer el acto protocolario de entrada, Ariana lo guio a través de la multitud y lo dejo perdido en un rincón hasta que se le necesitara.
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Editado: 20.10.2019