Era oficial.
Su matrimonio estaba yéndose por la borda antes de haber zarpado siquiera.
Ariana Allen se quedó mirando fijamente el vestido de novia tendido cuidadosamente sobre la cama de la habitación. Qué curioso, nunca se había tomado el tiempo de imaginar antes siquiera cómo sería la sensación de usar uno, pero ahora que ya lo había tenido puesto durante varias horas no podía describir en palabras lo que había sentido desde el momento en que la prenda se había deslizado en su cuerpo el día de su boda.
Su boda.
Un divertido sonido escapó de sus labios. Hasta hace poco había tenido lo que cualquier mujer de su edad hubiera deseado en la vida, pero la perfección de esa vida sólo la hacía sentirse vacía. Como un fantasma que solo existe sin una razón para continuar en el mundo.
Apretando alrededor de ella su bata de seda color magenta, se dirigió hacia el mini bar de la habitación y se sirvió una copa de champagne. Las voces bajas del canal de economía charlaban detrás de ella, pero el silencio que la rodeaba gritaba sin parar dentro de su cabeza.
¿Qué pasaba con ella ese día? ¿Qué había pasado con ella la pasada noche? ¿Por qué tenía la imperante necesidad de querer retroceder el tiempo y congelarlo? Había pasado días iguales de desolados en un hotel antes. Rara vez se permitía tomar un tiempo libre fuera del trabajo, había aprendido a endurecerse permaneciendo con la sangre fría ante cualquier suceso sin involucrar emociones tal cual como su padre y de igual manera pensar únicamente en el futuro. Nunca en el pasado. Aunque ese pasado este a tan solo horas de distancia. Sin embargo, la tentación de experimentar por un breve período de tiempo lo que una mujer común y corriente podía darse el lujo de sentir fuera del escritorio y de su familia era el único deseo que tenía. Y ahora, ni siquiera podía estar segura de tener.
Un campaneo desagradable se elevó a sus oídos. Ariana cogió su teléfono y echó un vistazo a la pantalla. Su prima. Una vez más. ¿Cuántos mensajes con este le había enviado ya? ¿Acaso no recordaba que estaba en medio de su luna de miel?
¿Cómo te está yendo en tú cuento de hadas?
Impaciencia le caló hasta los nervios. Su prima, podría decirse que la única más cercana que tenía, insistía en sacarle de sus casillas cada vez que podía. Quizás la causa principal del conflicto interno entre ellas era lo distante de sus personalidades.
Si tan sólo fuera eso. ¿Cuán fácil sería la vida para ellas si una simple razón como esa fuera la manzana de la discordia? Por supuesto, Ariana intentó explicarse que los escenarios de paz y tormenta que ha habido entre ellas son algo normal en todas las familias.
Lory siempre negaba tal cosa cuando Ariana lo mencionaba.
Y el suceso siete años atrás lo comprobaba amargamente.
Dos mensajes de texto después, sus dedos tomaron vida deslizándose por sí solos por la pantalla del móvil.
Tan dulce y apasionado como cualquier otro.
Una vez hecha la travesura, fue directamente al refrigerador, tomó un puñado de fresas y se dirigió de nuevo al dormitorio para volver al arduo trabajo con el que seguramente pasaría sus largos y fríos cielos diurnos y nocturnos por lo que le restara de vida. ¿Y por qué sería lo contrario? Ariana disfrutaba de cifras, el comportamiento de las acciones durante las cenas con su padre, también con su amigo Oliver en el pasado. ¿Y en el presente? Con una pequeña sonrisa dibujada en los labios pensó en la cara de desconcierto que hace Austin cada vez que le habla del tema.
Aunque la sonrisa desapareció en cuanto recordó que Austin no ponía esa expresión de agonía durante el poco tiempo que habló con Meryl.
Mordió con fuerza una fresa mientras el protector de pantalla de su laptop se burlaba de ella. ¡Al demonio! ¿Y qué más daba? ¿No había sido ella precisamente la que había puesto las reglas del juego desde hace muchísimos años? Es el siglo XXI en dónde las mujeres no necesitan de un hombre para ser felices. El amor está sobrevalorado y no es algo que se haya creado para ella de todos modos.
Su incapacidad para experimentar sentimientos normales le había dejado un mal sabor de boca durante años hasta que finalmente decidiera tomar las riendas de su propia vida y crear su propio destino de puño y letra. Su mente podría haber anhelado alguna vez vivir un cuento de hadas como cualquier princesa, pero en su sangre corre nitrógeno líquido en su estado más puro por lo que la resignación tocó su puerta para anunciarle lo que le esperaba.
Soledad.
Mordió más fresas y su teléfono sonó de nuevo.
¿Has visto los chismes de hoy?
Ariana cogió el teléfono y respondió al mensaje de Alina.
No. ¿Por qué? ¿Algo interesante?
Devolvió la mirada hacia la pantalla de su laptop y luego de presionar la barra espaciadora del teclado para revivirla, ingresó al navegador solo para que su mandíbula cayera al suelo casi literalmente.
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Editado: 23.11.2024