¡Carroña!... Lo último que necesitaba Austin en esos momentos era una jauría hambrienta de lobos feroces ayudándole a encontrar a la que desde hace más de cuarenta y ocho horas se suponía era su esposa, y la cual estaba totalmente despreocupada montándole el cuerno sabrá Dios dónde mientras él seguía como perro faldero por casi medio edificio de treinta y dos plantas a una diva gótica adicta a la cafeína y los juegos de supervivencia. Aunque esto último quizás solo sean gajes del oficio.
—Por lo visto, ibas muy en serio con eso de seguirme hasta el fin del mundo. Creí poder perderte en el piso 12 ó 16 al menos —dijo Meryl mientras sacaba la llave de la habitación 8B de su bolsillo.
—Me pareció que esa eran tus intenciones, pero al parecer olvidaste que yo también estoy acostumbrado a escabullirme de las cámaras.
Ella introdujo la llave en la cerradura y la giró para abrir la puerta. —Si. Supongo que olvidé que era perseguida por el galán de las telenovelas en lugar de un fotógrafo fastidioso. Un error de novato que deberé corregir.
—No todo fue un error de novato. Reconozco que tuve que permanecer alerta a cualquier cambio de rumbo que dieras —dijo Austin, cerrando la puerta tras de sí. —¿Es que has recibido entrenamiento en las fuerzas especiales?
—Nunca he estado en el ejército. Aunque mi papá puede hacer sudar frío a cualquier general respetado con solo una mirada.
—¿De verdad? Bueno, pues menos mal que no tendré que comprobarlo por mí mismo.
Meryl apenas pudo contener las ganas de reír. —Si, no sabes cuan afortunado eres. El último chico que le presenté estuvo a segundos de ser llevado a la guillotina.
—Linda, eso no es nada. Yo estuve a un segundo de haber sido lanzado al triturador de papel por mi suegro el día en que se enteró que estaba saliendo con su hija. Y déjame aclarar que era una trituradora de corte cruzado.
Meryl ya no aguanto y se echó a reír. ¿Trituradora de papel? ¿Corte cruzado? Así que ahora su padre podía competir perfectamente con la mafia rusa. —Guau. ¿Y cómo saliste de ese embrollo en una pieza y no en millones de cinco milímetros?
Austin señaló su anillo de boda. —¿Ves esto? Aquí en donde ves este pequeño trozo de metal tiene un increíble poder capaz de salvarle la vida a cualquier buen cristiano. O, al menos, de alguna manera misteriosa me la salvó a mí.
Meryl frunció el ceño. —¿Dices que te casaste a punta de pistola y aun así estás buscando a tú esposa como loco?
—Eso no fue lo que dije. Es cierto que el señor Allen estaba furioso ese día, pero creo que lo que más le preocupaba era que yo pudiera perjudicar a su hija de alguna manera. ¿Y quién puede culparlo de pensar así? Después de todo mi fama de casanova me ha precedido por mucho tiempo.
Meryl dio un respiro melancólico audible en toda la habitación. ¿Preocupado Alexander Allen por su hija? Si él supiera toda la historia tal cual… —Puede que tu mala reputación haya influido en el enojo de pa… de tu suegro, pero en algo si te equivocas. No estaba preocupado porque esto perjudicara a Ariana sino más bien que esto pudiera afectarle a su empresa.
—Hablas como si en verdad lo conocieras.
—Lo conozco lo suficiente como para asegurar que en estos momentos se encuentra demasiado ocupado revisando los movimientos financieros de su empresa que en averiguar si su hija es feliz o no en su pequeño cuento de hadas.
—Hasta donde sé, tanto para los Allen como para la gran mayoría del mundo, Ariana y yo estamos disfrutando de nuestra luna de miel alejados de las cámaras y de los movimientos de bolsa.
—Una bonita historia Romeo, pero la realidad difiere mucho en ella. El trabajo de ser Ariana Allen no tiene vacaciones. Sino vela ahora, en plena luna de miel y tratando de que el trabajo que ha realizado por años no se vaya por la borda.
—¿He de entender que todo este tiempo siempre tuve razón y tú sabes exactamente en donde se encuentra mi esposa?
Meryl vio a Austin e hizo una mueca. ¿Cómo se le había escapado un detalle tan insignificante de la nada?
—¿Y bien? —Insistió Austin dejándole claro a Meryl que escapar no era una opción.
Meryl resopló y se pinchó el caballete de la nariz con los dedos. —Nunca dije que sabía dónde estaba.
Austin le dirigió una mirada de desconfianza. —¿Quieres tratar de nuevo? ¿Ya olvidaste que tú misma dejaste una nota en donde asegurabas que Ariana estaría en el hotel está mañana?
—Eso fue una corazonada.
—¿Y según tú “corazonada” dónde puedo hallarla?
—No lo sé. Soy su amiga, no su maldito GPS.
Austin estaba a punto de abrir la boca cuando el teléfono de Meryl sonó.
—Más vale que sea importante o eres hombre muerto —dijo ella al responder.
—Ok. Solo quería que supieras que logré deshacerme de la sombra que me perseguía —informó Axel desde el otro lado de la línea.
—¿Es posible que sea solo coincidencia?
—Más que eso diría que alguien metió la pata muy hondo y de antemano te digo que no fuí yo.
—¿Qué dices?
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Editado: 23.11.2024