—¿Cuál era el plan original? —preguntó el mago.
—¿Eh? —pestañeó Liam, como saliendo de un trance.
El mago lo tomó del mentón y lo miró directo a los ojos:
—Dijiste que se habían desviado del plan original. ¿Cuál era el plan original? —repitió.
—Reconocimiento —dijo Liam.
—¿Reconocimiento? Explícate —le pidió el otro.
—Es el primer paso cada vez que visitamos un mundo nuevo —comenzó Liam—. Somos exploradores, y nuestra regla primaria es no intervenir en asuntos locales. Así que lo primero que hacemos es llegar al lugar y hacer un reconocimiento aproximado de su geografía, clima y vegetación. A veces, tomamos muestras de suelo o de rocas para un catálogo que uno de nuestros científicos está compilando en el mundo de donde venimos.
—¿Me estás diciendo que vienen de otro mundo? ¿Literalmente?
—Sí —afirmó Liam—. Creí que eso ya había quedado claro en nuestro primer interrogatorio. Usted sabe que le estoy diciendo la verdad, se aseguró de eso.
El primer día, después de su captura y encarcelamiento en aquella húmeda y fría mazmorra, Liam había permitido que lo torturaran hasta cierto punto para hacer creíble una enredada historia ficticia que tenía preparada para sus captores. Eso le trajo muchos problemas y sufrimiento, pues su carcelero era un mago con poderes cuyo alcance Liam desconocía, pero que aparentemente incluían saber de inmediato cuando Liam estaba mintiendo. Las marcas de sus mentiras todavía decoraban su espalda con heridas de látigo que aún dolían al tacto. Liam aprendió rápidamente que no podía mentirle al mago y se resignó a contar la verdad, aunque a su manera.
—¿Ese lugar al que llamas el Círculo? ¿Es en verdad otro mundo? —cuestionó el mago.
—Por supuesto —afirmó Liam.
El mago se lo quedó mirando por un largo momento. A veces, pensaba que su prisionero había perdido parcialmente el juicio por la tortura. Liam tuvo suerte de que el mago no decidiera preguntarle sobre cómo hacían para trasladarse de un mundo a otro, pues ese era un secreto que estaba dispuesto a llevarse a la tumba. Las dudas del mago con respecto a la salud mental de Liam tenían sus ventajas. No, el mago no estaba interesado en las divagaciones fantasiosas de su prisionero, lo que le interesaba era saber por qué este grupo de extranjeros se había metido en un asunto tan importante y secreto como el destino de Sabrina.
—¿Qué más? ¿Qué sigue después del reconocimiento? —lo animó a continuar el mago.
—La fase dos —siguió Liam— es iniciar la búsqueda de vida con inteligencia similar o superior a la humana. A veces, es obvio desde el primer momento: encontramos poblados o distintas formas de aglutinamiento demográfico que muestran a las claras que en ese mundo hay seres con los cuáles podemos comunicarnos. Si ese es el caso, se inicia la fase tres, que consiste en observar las interacciones y características de esas sociedades, solo observar, sin interferir. Para eso, solemos infiltrarnos entre los locales, imitando su forma de vestir y sus acciones.
—Así que ustedes son un grupo de espías profesionales —concluyó el mago.
—No… bueno, sí, de alguna manera lo somos, pero nuestras intenciones no son perjudiciales para las comunidades donde nos introducimos. Nuestro objetivo es solo la investigación —se defendió Liam—. El nuestro es un programa muy complejo, con estudios previos, con protocolos estrictos. Según las cosas que encontramos en un mundo en la fase de reconocimiento, se arman equipos auxiliares con personas con las habilidades adecuadas.
—¿Cómo es eso?
—Por ejemplo, si el mundo presenta una vida vegetal rica e inusual, invitamos a una experta en vida vegetal para que se nos una, como por ejemplo Maira, que conoce de plantas y de configuraciones de suelo. Otras veces, cuando vemos que la comunicación va a ser un problema, traemos con nosotros a nuestro mejor telépata especialista en lenguas, Alí. Los equipos se van formando de acuerdo a las necesidades que surgen de la fase de reconocimiento.
—¿De dónde salen todos esos expertos?
—Tenemos una escuela que los forma, bueno, en realidad son dos escuelas en mundos diferentes, aunque una de ellas es más un santuario que una escuela —se fue por las ramas Liam.
Liam divagó un buen rato, hablando de detalles verdaderos pero sin importancia alguna de Baikal y de la escuela de las Marismas en el Círculo. Lo hacía con entusiasmo, escudado en la seguridad de que el mago no solo no le creía, sino que tampoco tendría nunca oportunidad de entrar en contacto con ninguno de los dos lugares. El mago lo dejó hablar un buen rato, pero cuando su paciencia se acabó, trajo a Liam otra vez al tema que le interesaba:
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Editado: 19.02.2021