—¿Lo hicieron ahí mismo? ¿En la cueva? —preguntó Marga, interesada.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡Claro que no! —negó Calpar con vehemencia—. Ese solo fue el comienzo de nuestra relación.
—Yo diría que fue un muy buen comienzo —le guiñó un ojo Marga.
Con el rostro totalmente rojo, Calpar bajó la vista y se concentró en su porción de torta.
—Entonces, ¿Felisa tiene habilidades especiales? —dirigió Cormac la conversación hacia otros temas menos embarazosos para Calpar.
—Habilidades menores, según ella, pero yo creo que su potencial es enorme —asintió el Caballero Negro—. Aquí le llaman magia y piensan que es el resultado de inclinaciones heredadas genéticamente, sumada a un arduo estudio de ciertos conocimientos secretos y arcanos que solo poseen otros magos que están más alto en una escala jerárquica que han creado. El desarrollo de las habilidades innatas de cada mago, depende de su progreso a través de esa jerarquía e implica servir a los que están más alto en la pirámide. El ascenso es lento y muy pocos logran llegar lejos, porque desde luego, los que están en la cúspide no permiten el avance de rivales que pongan en peligro su posición.
—Desde luego —comprendió Cormac.
—Felisa está resignada a permanecer en el nivel en el que está. Piensa que no es posible avanzar más en su caso y ha perdido el interés en siquiera intentarlo.
—Y supongo que tú trataste de convencerla de lo contrario —intervino Marga.
—Con miles de argumentos —asintió Calpar—, pero para ella la magia es un juego de poder político y no le interesa llamar la atención de los estamentos superiores y perder la cabeza cuando los magos mayores comiencen a sentirse amenazados por ella. De todas formas, no cree que sea posible avanzar sin conocer las fórmulas de los encantamientos correspondientes a hechizos más poderosos y sin tener los amuletos indicados para obrar esos hechizos, y eso es algo a lo que nunca tendrá acceso. Los magos superiores guardan celosamente sus secretos.
—¿Por qué habla ella de juego de poder político? —interpuso Cormac—. ¿Qué relación tienen estos magos con los reyes?
—Felisa dice que los magos mayores son los verdaderos reyes. Gobiernan desde las sombras, usando a los reyes como títeres, armando guerras, haciendo y deshaciendo pactos que solo satisfacen sus propios intereses.
—Mmm —caviló Cormac—. Quiero mostrarte algo —se puso de pie y buscó su portafolio de cuero. Sacó un pergamino carcomido y mohoso y lo desenrolló sobre la mesa.
—Cuando el poder de la Reina de Obsidiana despierte, ella subirá al trono de Ingra con la ayuda de la Llave de los Mundos, y la era de los Magos llegará a su fin. Pero la transición traerá un mar de sangre y sacrificio, porque los Magos no están dispuestos a perder su poder. El destino obedece a quien toma sus riendas. CUADERNO DE PROFECÍAS NÚMERO XIII, Biblioteca Secreta de Arundel —leyó Calpar—. ¿Qué es esto? ¿Una de tus profecías? —interrogó a Marga.
Fue Cormac el que respondió:
—No. Hoy tuve acceso por primera vez a los libros prohibidos que están en los subsuelos de la biblioteca de la universidad de Cambria. Este pergamino llamó mi atención y seguramente te imaginas por qué.
—La Llave de los Mundos —entendió Calpar enseguida—. De alguna manera, piensan que Lug intervendrá en su política local. Pero Lug tiene ideas muy estrictas con respecto a su interferencia en otros mundos, no se meterá en esto.
—Sí lo hará —lo contradijo Marga—, cuando llegue el momento.
—Tendría que haber una razón muy poderosa para que rompa con sus principios —opinó Calpar.
—La habrá —aseguró Marga.
Calpar resopló y se removió inquieto en su silla, pero no dijo nada. No tenía caso discutir con una profetisa como Marga.
—No entendía la mención de los magos —interpuso Cormac—, pero lo que me has explicado ha servido para aclarar un poco las cosas. ¿Tienes idea de quién puede ser la Reina de Obsidiana?
—No —meneó la cabeza Calpar—, de los tres reyes, solo Novera tiene un heredero con perspectivas de subir al trono, y es un niño, no una niña.
—Tal vez la Reina de Obsidiana aún no ha nacido —aventuró Cormac.
—Tal vez —concordó Calpar.
Marga no dijo nada.
—De todas formas, no existe un trono de Ingra —continuó Calpar—. Los tronos posibles son solo los de Marakar, Agrimar o Istruna.
—Lo que significa que esta supuesta reina traerá la unión de los reinos, la unión de Ingra —opinó Cormac—. La mención del mar de sangre me preocupa, sin embargo —suspiró.
—Derrocar el poder reinante siempre conlleva violencia —opinó Calpar—. ¿Piensas que nos veremos envueltos en esto?
—Si Lug está metido, de seguro nos tocará de alguna forma —manifestó Cormac.
—Cada uno de nosotros tendrá un rol muy específico en esto —declaró Marga.
Los otros dos permanecieron en silencio ante las ominosas palabras de ella.
—¿Qué más nos puedes decir? —inquirió Calpar.
—Nada más —contestó ella, lacónica.
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Editado: 19.02.2021