La Reina de Obsidiana - Libro 8 de la Saga de Lug

PARTE VII: BAJO CUSTODIA - CAPÍTULO 92

—Dejenme entender esto —recapituló Felisa, sentada en el suelo en círculo con los demás—. Ustedes son parte de la raza original de Ingra y la mayoría de ustedes huyó a un lugar fuera de este mundo, llamado Arundel, del cual no pueden volver sin la ayuda de la Reina de Obsidiana y la Llave de los Mundos, o sea, Lug. Entre ustedes hay dos facciones que quieren llevar a cabo esta, ¿cómo la llamaron? Ah, sí, Restauración. Ileanrod, que quiere aniquilar la raza humana y ustedes que quieren que las dos razas convivan de forma pacífica.

—Exacto —asintió Kalinda.

—Lo que no entiendo es por qué piensan que yo soy la Reina de Obsidiana —dijo Felisa, despacio.

—Están confundidos —intervino Calpar—. La Reina de Obsidiana es Sabrina, la heredera de Marakar.

—No —negó Orel—. El que está confundido eres tú, Myr. La princesa Sabrina no es la Reina de Obsidiana, no puede serlo.

—¿Por qué?

—Porque la Reina de Obsidiana es híbrida: mitad humana y mitad sylvana. Es por eso por lo cual será capaz de unir Ingra, de unir las dos razas —explicó el otro.

Felisa explotó en una estruendosa carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? —le reprochó Calpar.

—¡Todo esto, Myr! —rió ella—. ¡Es todo una increíble broma! Piénsalo: Ariosto tratando de casar a Sabrina con Novera para hacerse con el control de Ingra, los magos Mayores de los tres reinos en una despiadada cacería para hacerse con la chica con el mismo objetivo, Stefan torturando al pobre de Liam hasta hacerle perder la razón para forzarlo a entregarle a su novia. Y eso no es todo, la princesa que se ha escapado de las garras de todos cruzó a Arundel para cumplir con la Profecía. ¡Y ahora resulta que la famosa Sabrina no es la supuesta Reina de Obsidiana! ¿No te parece que todo esto es una broma de mal gusto? ¡Es el plan más retorcido e inconcebible jamás imaginado! ¡Una obra maestra del engaño!

—Entonces, ¿les crees? —inquirió Calpar.

—No todo —aclaró Felisa—, la broma se pasó de la raya cuando tus delirantes amigos me postularon a mí para tomar el lugar de su anhelada reina.

Calpar suspiró y se produjo un largo en incómodo silencio.

—Era necesario mantener tu identidad oculta, incluso de ti misma —dijo Kalinda con calma—. Esa era la única forma de evitar que Ileanrod te pusiera las manos encima.

—Entonces, ¿qué? —planteó Calpar—. ¿Ustedes plantaron la idea de Sabrina como la Reina de Obsidiana para desviar la atención de Ileanrod?

—No fuimos nosotros —negó con la cabeza Orel.

—¿Quién fue?

—No lo sabemos —confesó Kalinda—. Hay factores aquí que escapan a nuestra comprensión, pero algo es seguro, Felisa es la Reina de Obsidiana, no hay dudas.

—¿No hay dudas? —se burló Felisa—. De lo que no hay dudas es de que ustedes están totalmente locos.

—Tu amigo Myr dice que estás obsesionada con Arundel y con contactarte con la Llave de los Mundos —respondió Kalinda—. ¿No te resulta extraño que tus necesidades inconscientes encajen perfectamente con nuestra supuesta locura? ¿Quién mostraría estas tendencias excepto la verdadera Reina de Obsidiana?

Felisa no contestó.

—¿Qué sabes de tus padres, Felisa? —continuó Kalinda—. Tu madre murió por defender la existencia de Arundel, ¿no es así? ¿Por qué dar la vida por un ideal incierto?

Felisa continuó en un obstinado silencio.

—Te diré por qué, porque para ella no era un ideal incierto. Para ella, Arundel era una realidad. Ella era uno de los nuestros, Felisa. Tu padre era humano, un mago menor de Istruna. Fue Ileanrod el que los mandó a matar a los dos. Lo que él nunca supo es que el bebé que nació de esa unión sobrevivió.

—Yo no era un bebé. Yo tenía diez años cuando se la llevaron y la quemaron viva —dijo Felisa con un nudo en la garganta—. Y fueron humanos ingratos los que la mataron, no sylvanos.

—Así es como trabaja Ileanrod, usando a los humanos para sus nefastos fines —explicó Orel.

—¿Y tu padre? ¿Cómo murió? —preguntó Calpar suavemente.

—Me ocultó de la turba enardecida en el sótano de nuestra casa. Bloqueó las puertas y las ventanas de la parte superior y se atrincheró en la cocina. Como no pudieron entrar, trajeron antorchas y prendieron fuego a la vivienda. Mi padre murió en el incendio. Yo sobreviví por milagro. Movida por la desesperación y casi asfixiada en el sótano, conjuré sin saberlo mi primer campo de energía protectora. Cuando todo terminó, surgí entre las cenizas. Hui de aquel pueblo maldito y nunca más volví. Lo que siguió fue una vida de abandono y soledad, una vida de pobreza y abuso, hasta que pude sobreponerme y usar mis incipientes poderes para ganarme un lugar como espía para los magos.

—Sé que no tuviste una vida fácil, pero ninguno de nosotros podía arriesgarse a acercarse a ti y ayudarte, pues eso solo hubiese delatado tu existencia para Ileanrod, quien no habría dudado en asesinarte —explicó Kalinda.

—Sí, claro —dijo Felisa con sarcasmo, poniéndose de pie.

—Felisa, ¿a dónde vas?

—Déjame en paz, Myr. Necesito un poco de aire —contestó ella, y salió de la cabaña, azotando la puerta tras de sí.




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