—¡Preparen sus cosas! ¡Carguen solo lo que puedan llevar a sus espaldas pues es imperativo que tengan las manos libres! —gritó Felisa por encima de las ruidosas muestras de entusiasmo de los sylvanos.
—Mi reina… —se acercó Meliter, haciendo una respetuosa reverencia—. No hay tiempo para que crucen todos, creo que…
—¿De cuánto tiempo disponemos? —lo cortó Felisa.
—No más de diez minutos —respondió Meliter—. Después de eso, la tormenta habrá devorado todo.
—Entonces, tendremos que frenar esta odiosa tormenta —concluyó Felisa—. ¡Calpar! —lo llamó—. Haz tu magia y detén esta molesta lluvia.
Calpar se aclaró la garganta y se acercó al oído de Felisa:
—Yo solo las provoco, no las detengo. ¿Acaso no recuerdas Virmani? —le susurró nervioso al oído.
—Todo poder tiene dos lados, como una moneda, eso es básico, Calpar —le retrucó ella—. Si puedes provocarlas, es obvio que también puedes detenerlas. Toma —se sacó el colgante y se lo entregó al Caballero Negro—. La obsidiana tiene la información que necesitas para saber cómo hacerlo. Deja que ella te guíe como me guio a mí con el portal.
Calpar suspiró, poco convencido, pero tomó el colgante y se lo puso.
—Confía en mí —lo animó Felisa—. Y ahora ponte a trabajar. Tienes diez minutos.
—Sin presión, ¿eh? —protestó Calpar.
Felisa solo le sonrió con picardía.
Calpar se apartó de la multitud. Cerró los ojos y levantó los brazos al cielo, invocando a las nubes, invocando al viento. Conectó su mente con la obsidiana y recibió casi sin esfuerzo las instrucciones. Era tan simple. ¿Cómo no lo había descubierto antes? Los gestos de sus manos se acomodaron a sus órdenes, deteniendo el viento, disipando las nubes. Poco a poco la lluvia menguó su furia, la tierra calmó sus temblores, el viento perdió fuerza y los árboles que quedaban vivos se sostuvieron en pie. Los sylvanos prorrumpieron otra vez en aplausos y gritos.
—No debí desconfiar de su poder y el de su gente, mi reina —se disculpó Meliter, haciendo otra reverencia a Felisa—. Perdón por mi falta de fe.
—Calpar solo cambió el clima externo, pero fueron los propios sylvanos los que ayudaron a que vuelva la estabilidad en este mundo —explicó Felisa—. Su restaurada esperanza y su alegría detuvo la catástrofe.
—Esperanza y alegría traída por su presencia —observó Meliter.
—Mientras mantengan esta energía positiva, estarán a salvo por todo el tiempo necesario que nos lleve el cruce —continuó Felisa.
—Hay otra cuestión que debemos considerar —intervino Augusto—. Hay una entidad atrapada en el portal que…
—Lo sé —dijo Felisa—. Lug está encargándose de ella.
—¿Lug está peleando con Arundel dentro del portal?
—¿Peleando? No, eso sería suicida e inútil —respondió Felisa—. Solo está distrayéndolo.
—¿Distrayéndolo? —repitió Augusto—. ¿Por cuántas horas podrá mantenerlo ocupado?
—No necesita horas, solo unos pocos minutos —explicó ella.
—No entiendo —meneó la cabeza Augusto.
—El tiempo dentro del portal no existe —aportó Meliter.
—Exacto —confirmó Felisa—. Lug solo necesita crear un momento de distracción y luego relativizarlo con respecto a todo otro momento externo a él, dilatándolo hasta el infinito.
—No sabía que Lug podía manejar el tiempo —comentó Bruno, asombrado.
—Lorcaster le enseñó a hacerlo a través del Tiamerin —aclaró Felisa.
—Pasó más en esa entrevista de lo que nos contó —comentó Augusto.
—Él no podía decirles todo, temía que lo detuvieran —manifestó Felisa.
—¿Pero te lo contó todo a ti? ¿Tú sabías que él iba a…?
—Debo organizar a esta gente —cambió de tema Felisa—. ¿Me ayudarán?
—Por supuesto —asintió Bruno—. Solo dinos lo que quieres que hagamos.
—Es importante que yo vaya al frente y que guíe el paso por el portal. Estaré en contacto físico con el primero de la fila y éste debe estarlo también con el siguiente. La idea es formar una larga fila de sylvanos, todos tomados de la mano. Nadie debe soltarse en ningún momento. Si uno de ellos se suelta se perderá a sí mismo y a todos los que vengan detrás de él —explicó ella.
—¿Por qué es tan importante el contacto físico?
—Aparentemente, soy invisible para la entidad que Lug está distrayendo. Mientras se mantengan en contacto conmigo, los demás pasarán desapercibidos también, si se sueltan, atraerán inmediatamente su atención y todo el trabajo de Lug habrá sido por nada.
—¿Crees que la criatura vaya a atacarlos si los percibe?
—Tal vez —respondió la reina—, pero según Lug, ese no es el mayor peligro. Si esa entidad se da cuenta de que estamos atravesando el portal hacia Sorventus, intentará escapar de su prisión y volver a hacer estragos en Ingra. Por ahora, cree que el portal está abierto solo de este lado. Debemos mantener las cosas así.
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Editado: 19.02.2021