Despertar
Al despertarme, cada músculo de mi cuerpo me dolía, y mi mente seguía vagando entre los recuerdos de la última conversación con Héctor. De solo recordarlo me hace estremecer.
Estaba acostada en la cama de la habitación individual que me habían otorgado y donde yo me había instalado con anterioridad. No pude pasar mucho rato allí antes, pero cada espacio lo veía idéntico, aunque justo a mi lado, mis ojos captaron algo que no esperé.
Una chica, vestida con el uniforme de la guardia, dormitaba en una silla junto a mi cama. Tenía el cabello de color rubio claro que le caía por todo el rostro. Al parecer llevaba tiempo dormida allí. No entendía la razón de su presencia.
Intenté pararme sin hacer mucho ruido, pero el dolor en el lado izquierdo del torso me hizo soltar un quejido, y la muchacha abrió los ojos alarmada instantáneamente, como si hubiera estado alerta todo este tiempo esperando el menor sonido.
—Ya despertó. ¿Cómo se encuentra?—me pregunta mientras se acomoda en el asiento.
—Bien, eso creo; pero, ¿quién eres y por qué estás aquí?
—Soy Samanta, estoy en la guardia también pero en otro destacamento.—dijo mientras me ayudaba a ponerme de pie. El golpe contra el piso me dolió más de lo que imaginé.
Ella es una chica alta y de cabellera rubia clara y rizada. En cambio, sus ojos no son claros, todo lo contrario y sus rasgos son detallados. Por lo que ella dijo forma parte de la guardia, por tanto quiere decir que es leal a Markeply, lo que me hace sentir una cierta incomodidad.
—Ya veo. ¿Cómo llegé aquí? ¿Tú me trajiste?
—Si princesa. Yo iba de camino a...
De repente, la interrumpí de golpe, con el miedo apoderándose de mi cuerpo.—Espera. ¿Princesa?—¡Oh no! Mis ojos se querían salir de sus órbitas. Ella lo sabe, sabe que soy la princesa que andan buscando, pero... ¿Ya lo sabrán todos?
—¡Ah eso! Ya sé que usted es la princesa—dijo de lo más calmada lo cual elevó mis niveles de alerta al máximo. Ella de seguro se dio cuenta de la confusión y el terror que estaban plasmados en mi cara, y empezó a aclarar la situación.
—No tiene de qué alarmarse, no voy a decir nada. Estoy de su lado alteza. A ver le voy a explicar... Paul, me encargó la tarea de cuidarla y mantenerla a salvo mientras él no puede. La guardia es peligrosa y cruel, no puede seguirle el juego a Héctor porque para ellos usted es una traidora y no les costaría nada eliminarla, como princesa o como el mismísimo chico Lin Collins. Les daría igual.
—¿Traidora? ¿Es en serio?—solté una pequeña risa, y en serio me causa bastante gracia que usen ese término tan a la ligera.—Los traidores son ellos, que traicionaron a su reino y a su gente. Y luego viene Greenwood a decirme que no es un hombre hipócrita, cuando esto es la cosa más hipócrita que he escuchado en mi vida.
—La entiendo, créame. No sabe las ganas que me dan de salir y poner en su lugar a Greenwood y a todos esos imbéciles, pero si quiere sobrevivir aquí dentro, debe bajar su cabeza y hacerles creer que no piensa igual que su “supuesto tío”.
Puedo notar como la rabia empieza a correr por mi cuerpo. ¿Bajar la cabeza ante ellos?
—No puedo, es que simplemente no puedo. No creo que logre, tan siquiera verles la cara a esa gente sin quererles estampar la cabeza contra el primer muro que encuentre. Y tú me dices qué debo humillarme.
—Si, debe hacerlo si quiere continuar con vida, y no solo eso, debe mejorar sus habilidades en combate, ya que es la única forma que tiene de defenderse aquí dentro, si no, crea cuando le digo que la van a destripar.
—Eso si lo tengo claro—dije más bien hacia mí misma mientras me volvía a sentar en la cama. Derrotada. Es cierto todo lo que ella me está diciendo.
—Así que Paul te envío. ¿Sabes cómo está él ahora, lo has visto?—con todo este lío, se me olvidó preguntarle sobre él. De veras lo extraño.
—No yo... No he hablado con él personalmente, pero sí me envió una carta donde me contó todo y me pidió que la protegiera. Hace años que lo he visto.—Hizo una pausa unos segundos mientras se colocaba frente a mí y prosiguió.—De seguro has notado que no hay muchas mujeres aquí ya que la mayoría de las personas evitan por todos los medios pertenecer a la guardia de la tercera sección, pero ellos, prácticamente obligan a todos los chicos mayores de diesciseis a entrar...
Veras, yo no soy de aquí, mi casa estaba en la segunda sección, pero el nuevo Rey, mandó a degradar a mi familia, así como a muchas otras que servían de alguna manera a su padre. Yo vine a parar aquí pero mi familia no sé donde puedan estar, aunque de seguro en las secciones más bajas, en la seis o en la siete.
—Lo lamento mucho. Dices... que hay un nuevo rey.
—Así es. Se dice, que es el hijo menor del emperador, él lo trajo para que gobernara Harión. Pero él solo sigue las órdenes de su padre.
—Eso está claro, con lo ambiciosos que son, dudo que permitan que un ciudadano de Harión se siente en el trono. Intentarán adueñarse completamente del reino y hay que hacer algo para impedirlo.
—Eso es correcto su alteza, pero no tiene ninguna oportunidad. Ellos son demasiado fuertes y poderosos, y como sabrá, el reino no está en buen equilibrio. Hay huelgas y las personas están agrupadas según su sección. Ya la unión no es como antes, no es igual que en la época de su bisabuelo.
Y tiene razón.¡Otra vez!
No puedo lanzarme simplemente, porque de ser así, la gravedad actuaría sobre mí y lo único que lograría sería caer de relleno contra el suelo. Tengo que pensar bien y por ahora lo único que puedo hacer es lo que me dijo Samanta: mantener mi cabeza gacha y aprender a defenderme. Nada más.