La Reina del Ángel

Capítulo 8

El secreto de Greenwood

Dos años después.

El cielo hoy presenta un bonito color claro y el sol egocéntrico resaltaba en el justo centro, sin nubes a su alrededor estorbándole. A pesar de que es un día soleado, los toques del invierno despojado por la primavera, se reflejan en una brisa fría y seca que me hace erizar la piel.

Ya han pasado dos años desde la muerte de mi familia y de la invasión a mi reino.

Han sido dos años difíciles pero he logrado salir adelante a pesar de todo. Ya cumplí la mayoría de edad aunque, segun mi nueva identidad debo hacer creer que son diecinueve.

No he tenido muchas noticias de Paul; desde donde está no puede mantener una correspondencia directa con Harión, así que raras veces me llega algún mensaje de su parte.

En todo este tiempo, Samanta por su parte me ha ayudado mucho a soltarme de una vez mi vida anterior, a lograr sobrevivir en la guardia, y ha estado a mi lado en todo momento, justo como le pidió Paul. La verdad es que ahora la veo como una hermana y me he logrodo encariñar mucho con ella.

Lo cual no es nada bueno. No para mí. Después de todo lo que ha sucedido, primero con mi madre, luego con mi padre y mi hermano, y después con lo de Paul; no deseo volverme ha apegar a alguien. Me da miedo en realidad.

Justo vamos las dos de camino al comedor, hoy a sido un día bastante agetrado y necesito alimentarme y recargar energías. Atravesabamos uno de los senderos y yo me mantenía entretenida entre mis pensamientos, cuando me percato que frente a nosotros viene un grupo de guardias y se detienen a unos pasos de nosotras.

—Collins.—¡Hector! Era obvio. Como cabecilla del grupo venía él con su semblante firme y molesto, y hoy se veía más irritable que nunca.

—Hector. ¿Haciendo rondas antes del defile o algún recado para tu padre?—Y sí, sé lo que piensan. ¿Que está pasando aquí? Bueno, la verdad es que ahora estoy al mismo nivel profesional que él y puedo hablarle con más atrevimiento.

Después de lo que sucedió en la supuesta iniciación con la pelea en la que terminé inconsiente por un tiempo y después de escuchar las palabras que Samanta me dijo, decidí que mejoraría como diera lugar y empecé a entrenar sin descanso. Mejoré mis habilidades y poco a poco logré ascender hasta el puesto de líder de todo un destacamento. Exactamente el mismo puesto que mantiene Hector.

—Entiendo que quieras alardear ahora que te dieron este nuevo puesto, pero tú y yo, jamás estaremos al mismo nivel. Recuérdalo.

Y claro, él seguía siendo el hijo de Greenwood y aunque desee con todas mis fuerzas romperle la nariz, eso sería como ponerme la soga al cuello.

—En vez de estar hablando tanto deberías estar preparando a tu destacamento, para el desfile que es dentro de tres horas.—Y con el mismo semblante que vino, pasó junto a mí evitando cualquier respuesta de mi parte. Aunque no pretendía responderle. Si algo había aprendido durante este tiempo, es a no seguirle el juego y a ignorarlo de todas las formas posibles.

—Es un ímbecil, y el peor de todos—me dijo Samanta cuando ya Hector y su seguidilla se habian alejado lo suficiente para no escucharla.

No pude evitar soltar una pequeña risa.—Pero en serio, debemos prepararlo todo para el desfile, no puede haber ningún fallo.—le dije mientras entrabamos en el comedor y con la concentración de personas decidimos no seguir con la conversación.

Todos los años se celebra un gran desfile en honor al aniversario de la “incorporación” del reino de Harión al imperio. (O como yo lo llamo: el desfile de reafirmación de su poder.)

Como saben Markeply puso a su hijo para gobernar el reino, pero con este desfile que él hace por las calles más transitadas de las secciones, su objetivo es que el pueblo no olvide quien es el que los gobierna verdaderamente. Y para mí es la oportunidad perfecta.

Markeply viene a Harión específicamente para ese desfile y luego regresa a su imperio. Así que es el único momento de acabar con él.

El año anterior me encontré con una fiebre intensa, con la que no me podía parar siquiera de la cama. A pesar de mis intentos, Samanta me retuvo todo el tiempo y me prohibió ir por el estado en el que me encontraba. Pero este año no será así. Mantengo una posición importante en la guardia y mis habilidades mejoraron considerablemente. No pretendo dejar que ninguna enfermedad me impida hacerlo.

Estamos comiendo en silencio pero la mirada de Samanta no se aparta de mí. Parece que quiere decirme algo pero lo reprime. Aunque no hace falta que lo diga porque sé perfectamente en lo que está pensando en estos momentos. En realidad ella no está muy convencida con mi idea, pero es la única oportunidad que tendremos.

No hago nada con luchar contra el Rey, si no es más que un títere. Necesito atacar al titiritero porque solo así se acabará la función.

—Samanta, necesito que vayas a dar el aviso a todo el destacamento que saldremos dentro de unos minutos. Espérenme en la puerta trasera, yo estaré ahí pronto.

Ella hizo un leve asentimiento y se alejó del lugar. Lo mejor de ella era que no hacía demasiadas preguntas y yo necesitaba aclarar mis ideas.

Estaba empezando a dudar y eso no era bueno. Debía recordar todo le que le habían hecho a mi familia, recordar todos estos años que me los he pasado escondida, todo lo que ha sufrido mi pueblo. No, definitivamente no podía llevarme por la debilidad.

Iba caminando por las áreas que bordean el campo de entrenaminto, cuando en el otro extremo pude apreciar una figura que caminaba a toda velocidad hasta el gran muro de piedra. Era Greenwood y parecía que llevaba prisa.

Eso me hizo recordar la conversación que escuché el primer día que llegué aquí. Le he estado dando vueltas a esas palabras pero no logro desifrar a que se referían realmente.

Decidí seguirlo, ya que se veía bastante sospechoso y tal vez lograba descubrir a que se referían. Estaba a solo unos metros de él, y caminaba con paso decidido y podría hasta jurar que estaba algo tenso.




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