La reina del cementerio

Capitulo 17

 

   La mañana era muy fría y húmeda. El sol tiraba los rayos por agujeros entre las ramas de arboles. Los pájaros celebraban un día nuevo, no paraban de cantar.
   Ricchi sintió que la remera se le pegó a la espalda. Estaba empapada del rocío.
   El chico se sentó.
   Ela lo miro sonriendo.
   - ¿Dormiste bien? Estabas hablando mientras dormías. Tuviste pesadillas.
  Ricchi bostezo y frotó los ojos.
  - Buen dia. ¿Tú dormiste algo?
 - No tengo sueño.
 - Bueno. Hoy vamos a buscar las respuestas.
   Ricchi miró al uniforme de enfermera que Ela tenia puesto.
   Ela percató su mirada y se miró.
  - No es la ropa adecuada. ¿Y mí vestido blanco? ¿Qué paso con él?
  - Después te cuento. ¿Vamos?
    El camino mas rapido para llegar a algún lugar civilizado era por la ruta. En un camion ya en una hora los chicos se bajaron en la entrada de Beltrama. Ela miró las calles. Parece que extrañaba su ciudad y su vida acá. Tambien estaba asustada del peligro que corria.
   Encontraron un hotel chiquito en una calle angosta.
   Al estar en la habitación Ricchi se sentó en la ventana. 
  Ela se qiedo en el borde de la cama.
  Cuando parece que las pruebas ya terminaron, te das cuenta que las peores todavia estan por delante.
   - ¿Sabes? - dijo Ricchi, - yo cuando vine a esta ciudad, no tenía pensado quedarme por mucho tiempo. Hasta que te encontre a ti. Despues pasaron todas esas cosas. Todavía no sé qué es todo esto. Pero hay una cosa muy importante que te quiero decir.
   Ela estaba escuchando muy atenta. Se quedo quieta. Apretó fuerte los puños. 
   - Cuando estoy contigo, - Ricchi miró por la ventana, no podia mirar a los ojos de la chica - estoy dispuesto a luchar. Para protegerte de toda esta gente. De tu condición física. No se si estas viva o muerta. Estas en este mundo o en el otro. No se si me van a matar los policias o los medicos. 
   Ricchi empezó a escarbar una manchita en la palma de la mano.
   - Ela. Yo quiero estar contigo. Y voy hasta el fin. No se si podemos ser una pareja. Pero ya con solo verte, tocarte la mano - me da vida.
   Ela se levantó de la cama. Se acercó y abrazó al chico. Apoyó la cabeza en su hombro.
    - Te amo Ricchi. Por más que tengo más misterios que Frankenstein. Te amo. Y si estoy muerta, me voy a ir de tu vida. Pero nunca dejaré de amarte.
    Se quedaron abrazados, haciendo cariño, hasta que a Ricchi empezaron temblar labios del frio. Los dientes bailaban el ritmo de música "tecno".
   - Bueno, vamos a conseguir algo de dinero - dijo Ricchi. - tengo hambre. Y hay que pagar este hotel.
    Ricchi se acercó al teléfono y marcó un número. Una llamada de larga distancia.

 




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