La reina del cementerio

Capitulo18

 

  Chilly atendió el teléfono enseguida. A Ricchi le dio gusto a escuchar a un viejo amigo. 
Una llamada de cinco minutos y al colgar Ricchi se quedó pensando con el tubo en la mano.
Entonces su padre dijo a todos en la ciudad, que Ricchi se fue a estudiar a la universidad.
Mejor así. No lo va a perseguir. Capas que no quiere tener un hijo prófugo que mancha la reputación de este bastardo. 
El chico se sentía más tranquilo. Aunque ya no le tenía miedo. Solo deseaba romperle la cabeza a los golpes como hizo con el chofer de ambulancia. 
Entonces los policías desde principio no lo perseguían a él, sino a Ela. Muy interesante.
  También Chilly "comió" el verso que padre de Ricchi no le mandaba dinero. Como un buen amigo le prometió ayudar. Por un momento Ricchi se sintió mal por usar a su amigo de esta manera, pero no podía contarle todo. No ahora.
Decidieron con Ela que ella se queda en el hotel. No puede salir a la ciudad. Por lo menos de día. Y menos con el uniforme del hospital. Ricchi va a salir a buscar dinero que le manda Chilly y después compra lo que era necesario.
  Cerca del mediodía Ricchi ya volvió al hotel. Trajo ropa para Ela. La chica estaba contenta. 
Rápidamente reviso las bolsas. Se quedó quieta un segundo y lo miró con una sonrisa.
- ¿Qué pasa? - preguntó Ricchi.
- Mi amor - dijo Ela - olvidaste comprarme ropa interior.
Ricchi suspiró y bajó la mirada.
- Perdóname.
- No pasa nada. Aguanto.
Se vistió y al mirar al espejo empezó reírse.
- Este jean me queda grande. La blusa está bien, aunque no es mi estilo. Zapatos están bien. Son cómodos. Gracias.
El chico sacó de la otra bolsa las hamburguesas y una "Coca".
- Me muero de hambre. Y mientras tanto pensemos que hacer.
- No tengo hambre - dijo Ela - pero te acompaño.
Se sentaron en la cama con alimentos en el medio.
- Entonces. Vamos a tratar a deducir que es lo que paso - dijo Ricchi, disfrutando el sabor de la jugosa hamburguesa.
- Está bien - dijo Ela – cuéntame lo que paso después del tren.
Ela levantó la hamburguesa con cuidado, la miró con sospecha, olió. Mordió un poco la punta.
- Yo pensé que el tren te mató - empezó a contar Ricchi - vinieron los guardias, te revisaron y llamaron a... ¿Ela que pasa?
La chica tenía los ojos abiertos de par en par. La cara estaba torcida del susto.
Ricchi la agarró de los hombros.
- ¿Qué te pasa?
Ela parece que estaba aguantando alguna sensación terrible.
Con un gesto brusco le apartó los brazos. Tapó la boca con la mano y salió disparando al baño.
Ricchi se metió tras ella.
Ela vomito la hamburguesa que había mordido. Su cuerpo temblaba de los espasmos. Le hizo un gesto que no la mire. Ricchi se dio vuelta. Se quedó preocupado. Al terminar, Ela enjuagó la boca y lavó la cara. Se dio vuelta y abrazó a Ricchi.
- ¿Estas mejor? - preguntó  él.
La chica asintio con la cabeza. 
- Perdóname, mi amor.
- No pasa nada - Ricchi le hizo cariño en la cabeza.
Ela se alejó.
- Me voy un rato a la cama. 
- Está bien.
- No te acerques por favor por un rato.
- ¿Por qué? - dijo Ricchi.
- Tienes olor a la hamburguesa.
Pronto Ela ya estaba mejor. 
Ricchi terminó de comer sentado en la ventana abierta. Después tiró los envoltorios al tacho en el baño.
Se sentó en la punta de la cama y la agarró a Ela de la mano. Ya estaba acostumbrado a la temperatura baja de la chica.
- ¿Sabes que estoy pensando? 
- ¿Que? - preguntó Ela.
- Ni viva, ni muerta, no te vi comer nada en todo este tiempo. ¿De qué te alimentas?
- Me gustaría averiguarlo - dijo Ela. - lo único que te puedo decir, que desde el cementerio, en ningún momento se me ocurrió comer ni tomar algo. Es como éste deseo tengo borrado de mi memoria.

 




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