Cap 26
Mientras el taxi corría por las calles de Beltrama, Ricchi estaba pensando en el giro que dio su vida. En realidad no imaginaba como podría vivir con Ela. La condición de la chica era muy rara. ¿Muerta viviente? ¿Cómo proyectas tu vida con un cadáver caminante? ¡Pero él la AMA! No puede estar sin ella. Y por eso quiere salvarla. ¡Dios mío! ¿Salvarla de qué? ¿De la muerte? ¿De la vida de fantasma?
"Me voy a volver loco! Ela está viva, merece vivir. Tuvo una segunda oportunidad. No me voy a renunciar."
El taxi paró en frente de casa de padres de Ela.
Ricchi salió del auto.
Sentía la cabeza vacia. No sabía cómo empezar la conversación y que explicación inventar. Solo le ardían en el celebro las palabras de la doctora. "Si no la salvamos pronto, la vamos a perder para siempre".
Ricchi se acercó a la puerta y tocó el timbre.
La puerta se abrió. Era la madre de Ela. Llevaba la ropa negra.
Al reconocerlo miró a Ricchi con odio.
- ¿Tu? ¿Qué quieres esta vez?
- Hola señora. Tengo que decirle algo muy importante.
- Ya nos causaste bastante sufrimiento. ¡Vete de acá!
Ricchi se acercó un paso.
- ¡Me tiene que escuchar! Su hija los necesita. Ella está en peligro.
La mujer lo quemó con la mirada.
- Parece que no me entiendes chico.
Se dio vuelta mirando adentro de la casa.
- Jerome. Vino este bastardo loco y nos está agrediendo otra vez.
Se escucharon los pasos.
Salió padre de Ela. Al ver a Richi, sus ojos se llenaron de sangre.
- ¡Eres un maldito bastardo! ¿No te alcanzó de hacernos sufrir la vez pasada?
Ricchi se acercó un paso más. Se puso muy cerca de hombre.
- ¡Escúcheme bien! Soy tan normal como ustedes. Pero pasé últimos tres días junto a su hija. Y ahora ella necesita su ayuda. Si no, va a morir.
El hombre no esperaba que el chico le hablara con tanta determinación.
- Y además, señor, piensa un poco. ¿Cómo el taxista y la empleada de la cafetería reconocieron a Ela?
El hombre trataba de acomodar el "rompecabezas". Rascó la barba.
- Y por ultimo - dijo Ricchi - si ahora viene conmigo, le mostrare el cuerpo de su hija que está intacto sin nada de descomposición. Si no cree en mis palabras, creerá en sus ojos.
Era el "ace" que Ricchi tuvo que usar.
Los puños de Jerome se abrían y se cerraban.
Se abrían y se cerraban.
Se abrían y se serraban.
Él estaba mirando a los ojos del chico, tratando de encontrar una gota de razonamiento de la situación. Y parece que la encontró.
- Este buen. ¿Dónde está mi hija?
La mujer salió de atrás de él.
- ¿Que estás haciendo Jerome? ¡No puedes hacerme sufrir otra vez! Llama a Herbert para que encierre a este loco en un manicomio. ¡Él está suelto dañando a la gente!
- Cálmate Mary. Yo no le creo nada. Yo se que mi hija está muerta.
El hombre miró a Ricchi con lastima.
- Lo único por que lo hago - dijo a su mujer, - es porque este chico necesita ayuda.
- ¡No! - gritó la mujer - el necesita un tratamiento.
- Justamente de eso te estoy hablando.
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Editado: 27.09.2019