La reina del cementerio

Capitulo 27

 

El "Ford" de Jerome, padre de Ela, era muy cómodo. Corría por la calle como una lancha por un lago.

Ricchi estaba sentado atrás, la madre de Ela al lado del marido. La mujer parecía una estatua. Miraba adelante fijo, no se movía.

Nadie hablaba. Solo Jerome suspiraba fuerte cada dos cuadras.

Ricchi cerró los ojos. Trató de relajarse. Todavía lo espera la escena cuando los padres van a ver el cuerpo de su hija.

Y además, él no sabía cuánto tiempo queda para salvar a Ela.

- ¿Es por acá? - preguntó Jerome nervioso doblando a una calle lateral.

- Si, por favor - dijo Ricchi - es allí, hotel "Brisa".

"Que Dios me ayude" - pensó Ricchi.

Entraron al hotel. Subieron por escalera.

La madre de Ela lo miraba a Ricchi como a un demonio.

El hombre percató la mirada.

- Relájate Mary, no hay nada allí. Son alucinaciones del chico.

Ricchi sacó la llave de la habitación y con las manos temblando abrió la puerta.

Les hizo un gesto - "pasen".

- Tu primero - dijo el hombre.

Ricchi entró.

Caminó por el pequeño pasillo hasta el dormitorio.

Ela estaba en la cama así como Ricchi la dejo. Una breve mirada al cuerpo le dio entender que él está corriendo contra el reloj. La piel de la chica era azul con unas manchas grises en las articulaciones. Los dedos y los parpados eran morados.

Sonaron los pasos por el pasillo. Entraron los padres de Ela.

En el momento la reconocieron, aun con otra ropa.

- Eh! - el padre de Ela parecía que se ahogó con agua. Sus ojos se abrieron grandes. La cara se estiró dejando la boca abierta.

La madre se cayó de rodillas al piso. Se agarró del borde de la cama, apretando el pecho del lado izquierdo.

Ricchi los miró a los dos.

- ¿Ahora me creen?

Padre de Ela pegó un rugido de animal rabioso. Estiró el brazo y agarró a Ricchi del cuello.

- ¿Qué hiciste? – dijo el hombre.

- ¡Estoy tratando de salvar a su hija! Mírenla! Ella necesita su ayuda! Si no, ¡va a morir!

La mujer se acercó al chico y le pegó una cachetada.

- Hijo de perra! - gritó ella escupiendo la saliva.

Ricchi miró a Ela.

"Perdóname mi amor" - pensó él – "No sé cómo salvarte. Parece que no puedo hacer nada. Pero voy a intentar".

Ricchi agarró el brazo de Jerome que le apretaba el cuello, lo tironeó tratando de liberarse.

Pero el hombre lo sostenía fuerte.

- ¡Váyanse de acá! - gritó el chico - ¡ya voy a encontrar la manera de salvarla!

- ¡Cállate la boca, pendejo! - dijo padre de Ela.

Lo giró al chico y lo chocó la cabeza contra la pared.

En la cabeza de Ricchi parecía que explotó una bomba nuclear.

El mundo cambió de color.

Se puso blanco y negro.

Y después negro.

***

La conciencia se volvía a los tirones.

Un sacudón.

Los planetas del sistema solar giran alrededor del sol con la velocidad de una calesita.

Otro sacudón.

Océano Pacifico levantó una tsunami y ahogó al chico.

Ricchi abrió los ojos. Las gotas de agua chorreaban por los ojos. Brillaban a la luz del día.

Tercer sacudón.

Desde lejos se escucha una conversación.

- ¿Qué piensas hacer Jerome? – la voz de la madre de Ela.

- La vamos a enterrar una vez más - la voz de padre de Ela.

- ¿Y el bastardo este?

- Lo entrego a Herbert.

 




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