Cap 35
Ya era de noche. Las calles de Beltrama estaban iluminadas con faroles de luz amarilla.
El auto de Jerome corría rápido. A buscar las soluciones. A enfrentar el peligro. A salvar a sus seres queridos.
- Tengo un plan - dijo el hombre - cuando lleguemos, podemos apretar a Brash para averiguar todo. Tengo sensación que él sabe más de lo que dice. A ver si podemos encontrar a mi mujer. ¿Qué te parece, hijo?
Ricchi estaba pensando, golpeando celular contra la palma de la mano.
- Estoy pensando – dijo Ricchi – en lo que sabemos hasta ahora. Sabemos que existe una organización que según ellos se dedica a resucitar a los muertos. Por otro lado está policía, que los busca. Si no hay nadie más en el medio, tenemos que pensar quien de estas dos fuerzas llevó a Ela y a su madre.
- ¿Por qué piensas que la policía llevó a Ela y a mi mujer? Yo creo a mi amigo Herbert. Lo conozco de toda la vida.
- No sé. Puede ser que de alguna manera la policía relaciona a Ela con la doctora y su grupo. Ya que a su hija la consideran una reina.
- Parece lógico – dijo Jerome.
- Entonces serían los policías o la banda de la doctora. Al menos que hay alguien más que no conocemos.
El hombre se quedó pensando. Apretó fuerte el volante.
- Coincido. Alguien más que está fuera de nuestra sospecha.
- ¿Cómo quién?
Jerome suspiró.
- Mi mujer.
Ricchi lo miró sorprendido.
- Yo sé de qué hablo, hijo. A Mary le hizo muy mal la muerte de Ela. Pero en un par de momentos me pareció verla algo aliviada. Nunca supe por qué. Y si te acuerdas, Mary siempre optaba por dejar a Ela en el cementerio. No quería escuchar nada de ninguna resurrección.
- ¿Usted cree que su esposa no ha desaparecido? ¿Que ella llevo el cuerpo de Ela?
- Es probable. Algo me hace pensar que además de la morgue, tenemos que buscar en el cementerio.
Jerome detuvo el auto.
- Bueno. Llegamos.
El hospital parecía vacío. Estaba muy silencioso.
"Ding" - al celular de Ricchi entró un mensaje.
Era de Brash.
"Estoy en la entrada trasera."
Jerome y Ricchi salieron del auto.
Miraron alrededor. Todo parecía estar tranquilo.
- Espere - dijo Ricchi.
- ¿Qué pasa?
- Usted realmente confía en Herbert?
- Completamente. ¿Porque?
- Pienso que ya le avisaron lo que pasó a la doctora. Entonces la policía tendría que estar acá.
- ¿Para qué? Herbert persigue a los vivos, no a los muertos. Imagino que el ya recibió la confirmación forense constatando la muerte de la doctora. Con eso le alcanza. Si te acuerdas, el no cree en resurrección.
- Si, es verdad - Ricchi sonrió - no como nosotros.
Jerome lo miró a los ojos.
- Yo tampoco creo en eso. Estoy acá para encontrar a mi mujer.
Ricchi se quedó quieto. Unos chorritos de respiración fría empezaron a correr por la espalda.
"¿Podre confiar en el padre de Ela?"
- Está bien - dijo Ricchi - vamos.
Brash estaba en la puerta.
- Hola - saludó él algo distante. Nada de amabilidad. Estaba nervioso.
Ricchi lo miró con atención tratando de encontrar algunos indicios de psicopatía o algo de esta lista de enfermedades. Pero el ayudante de la doctora parecía una persona completamente normal.
"Tampoco soy un psicólogo para detectar la locura de otros" - pensó Ricchi - "solo hay que tener cuidado. Vamos a ver si el famoso elixir funciona. Eso lo define todo".
Por un momento se le cruzó por la cabeza que Herbert tiene razón. Y ahora Ricchi y padre de Ela se están metiendo en una trampa preparada por unos esquizofrénicos. Si es así, lo espera un nicho en la misma morgue.
A Ricchi le empezaron a traspirar las manos.
- ¿Podemos entrar? - dijo Ricchi a Brash.
- Vamos - contesto Brash y entró primero por la puerta del hospital.
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Editado: 27.09.2019