La reina del cementerio

Capitulo 50

Cap 50

El "sapo" otra vez levantó las manos pidiendo atención.

- Pueblo "crimson". Hoy tenemos el privilegio de dar una oportunidad a la señorita Dickens de ser nuestra reina. Es un honor para nosotros tener una protectora de nuestra nación.

"¡Epa! ¿Los "crimson" ya son una nación?" - pensó Ricchi sarcásticamente.

Pero el sentido de humor se le fue después de próximas palabras del "sapo".

- Necesitamos que la reina seria nuestra defensora como fue nuestra madre Elizabeth Trenton que ya no está. Por eso hemos decidido con nuestro poder de jueces dar a la señorita Dickens la oportunidad de demostrar que puede ser nuestra reina y presentar un sacrificio como nuestra madre lo hizo por nosotros.

El "sapo" se acercó a Ela.

- La primera prueba consiste en pasar la purificación por el fuego. ¿Está usted preparada a subir a la hogera?

La gente empezó a murmurar asustada.

Ela hizo un paso atrás. Las piernas temblaban. Le costaba mucho mantenerse de pie.

Ricchi se levantó de golpe.

"¿Qué carajo están haciendo estos viejos hijos de perra?"

El chico se acercó a Ela y la agarró de la mano.

- No hay tiempo para pensar – siguió el "sapo" con su voz ronca. – pronto vamos a morir todos. Tome decisión señorita Dickens.

El viejo se dio vuelta y miró al "avestruz" y a Edson.

Ellos le dieron una señal.

Ela ya estaba temblando entera. Ella miró alrededor. No entendía que está pasando. ¿Por qué esta gente le desea muerte?

- Señorita Dickens. Estamos esperando. Tenga en cuenta que también tiene opción de rechazar el trono. Para eso solo pronuncia su rechazo delante de todos tres veces.  Y el poder se quedara en las manos de los jueces, o sea nuestros.

Ela empezó a llorar. Las lágrimas se deslizaban por la cara.

En un momento ella miró a Ricchi pidiendo ayuda "¿qué hacer?"

- ¿Realmente quieres ser una reina? – preguntó Ricchi en voz baja.

- ¡No quiero nada! – dijo Ela con el nudo en la garganta. – es que si rechazo el trono, me van a matar igual. Y a ti también. Mi amor. ¿Qué podemos hacer?

La cabeza de Ricchi estaba por explotar buscando una solución. El sostenía a Ela de la cintura.

Por la espalda del chico corrían gotas de transpiración helada.

"¡Debe haber una solución! Hay algo raro en todo esto. Parece ilógico que para subir al trono la reina tiene que morir. Estos viejos tienen algo en la mente. ¿La van a resucitar después o que sera? ¿Por qué nadie de todos que están acá pregunta lo mismo - cómo al trono va a subir una reina muerta? Los jueces saben algo que nosotros no sabemos. ¿Qué es? ¿Qué es, carajo? Si la van a quemar como a Elizabeth entonces..."

Una idea muy loca se le golpeó a Ricchi.

Allí estaba la solución. Solo había que acordar de Elizabeth.

- Ela – dijo Ricchi a la chica al oído. – no tengas miedo. Subí a la fogata.

Ela lo miró con ojos llenos del terror. Ricchi sonrió.

- Confía en mí. Y confía en Elizabeth Trenton.

Y en una voz aún más baja agregó – el elixir es muy frio. No te vas a quemar.

Ela apretó los dientes. Asintió con la cabeza. Sentía un poco de alivio.

- Gracias mi amor.

Pero confiar en una posible solución es una cosa, y subir a la fogata es otra.

Pero la chica era muy valiente.

Ella se tiró y abrazó a Ricchi muy fuerte.

- Perdóname mi amor que te metí en este horror – le dijo al oído. – Te amo mucho, ¿sabes? Siempre te amaré.

- Yo también te amo.

Ela se dio vuelta y miró a todos.

- Acepto – dijo con la voz firme.

La gente otra vez empezó a murmurar.

- "¡La futura reina se sacrificará por nosotros!

- "Es muy valiente".

Los tres jueces se miraron entre ellos sorprendidos. No esperaban esto.

El "avestruz" que dirigía la "fiesta" le hizo a Ela una señal a subir a la fogata.

Ela hizo unos pasos a la tarima. Del susto casi no podía caminar.

Los vigilantes la ataron al poste. Uno de ellos sacó una antorcha de la pared a la acercó a las leñas.

La madera seca aceptó el reto y en cuestión de segundos envolvió a la futura reina en llamas.

Ela empezó a gritar asustada.

Ricchi no lo pudo aguantar. Sin pensar corrió hacia la fogata.

El "sapo" hizo una seña rápida a los vigilantes.

Ellos lo agarraron al chico de los brazos. Tiraron al piso. Uno de ellos sacó la espada y le apretó a Ricchi contra la garganta.

- ¡Bastardos!

Los ojos del chico se llenaron de lágrimas al ver que las llamas cubren a Ela besándola con sus lenguas rojas.

 




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