La reina del Inframundo

4. Kerberos.

El enojo se va yendo poco a poco y es remplazado por el miedo cuando me acerco al perro. La cabeza que se encuentra en el medio se acerca veloz y ferozmente a olerme, no me muevo, pero si cierro mis ojos, preparándome mentalmente a ser comida.

Sin embargo, lo que me hace es solo lamerme todo el rostro, seguramente me está saboreando.

—Le agradas, eso es raro, a Kerberos no le agrada los humanos —dijo una voz masculina.

Me limpio la baba que esta sobre mis ojos para ver quién es: Un hombre adulto más alto que Orión, sus ojos están vendados y las llamas sobre su cuerpo son de un azul tan oscuro como la noche y su cabello es tan blanco como la nieve.

Este señor no parece ser real.

—Rigel, parece que se te olvida que yo sé quién entra y quién sale de aquí.

Todos los presentes al escuchar la voz de este señor se arrodillan ante él para luego seguir con sus actividades. El perro cambia la forma de su cuerpo y se transforma en un cachorro de tres cabezas, luego viene hacía mí pidiendo que lo cargue.

De ese tamaño me parece tierno y lo cargo en mis brazos, las cabezas vuelven a lamer mi cara, comienzo a reír porque me da cosquillas.

—Rigel, ¿Por qué has traído un alma que aún no llegó su momento de morir?

¿Rigel? ¿Acaso, se está refiriendo a Orión?

Miro a Orión esperando una explicación, pero el no me mira, estoy segura que debe sentir mi mirada. Estoy confundida.

Como Orión no se atreve a hablar, decido hacerlo yo.

—Señor, mi nombre es... Flora, estoy aquí porque necesito despedirme de mi amigo. Orión... O Rigel, me dijo que ese cuerpo —lo señaló— no es de él sino de mi amigo.

—¡Rigel! —grita enojado —¡Ven conmigo ahora!

No sé qué está pasando, pero tengo un mal presentimiento.

—¿Hades? ¿Qué está sucediendo aquí?

Perséfone viene apurada hacia nosotros, de pronto de detiene al verme.

—¿Flora?

Hago una reverencia a modo de saludo.

Mira a Hades y luego a... Rigel como si estuviera analizando la situación.

—Rigel, la engañó —dice Hades —la trajo aquí con engaños.

—¿Mi amigo no está aquí? —pregunto.

—Flora, no sé quién será tu amigo, pero debo decirte que mientras más tiempo te quedes aquí, ya no regresarás a la tierra, estarás aquí para siempre —explica Perséfone.

Miro a Orión con todo el odio que siento.

Entonces, vivamos aquí, para siempre. No lo busques.

Entonces, esto era su plan, que no encuentre a mi amigo, ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Jamás voy a confiar en Orión.

—Mi amigo se llama Einar, el murió, solo quiero por última vez, se los ruego.

Perséfone mira Hades y el asiente.

—Sígueme —Perséfone pone su brazo alrededor de mi hombro como un gesto fraternal, yo la sigo con Kerberos en mis brazos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.