El rostro de Odette adoptó esa expresión tan típica de los Autumnbow que te dejaba saber que se estaba burlando de ti internamente. Por más dulce que fuera, mi cuñada no podía evitar que de vez en cuando ese ácido en su sangre se asomara. Aunque aquello no impedía que disfrutara de su compañía, sobre todo en los casos como ahora en los que necesitaba alguien con quien desahogarme.
—¿Qué tanta saliva es demasiada saliva? —preguntó con los dientes apretados.
—El simple hecho de que estemos hablando del tema significa que fue demasiada —dije con una expresión de asco que Odette imitó.
—Bueno, tal vez tenga otras cualidades —dijo encogiéndose de hombros.
—¿Cualidades? Odette, ¡olvida la saliva! ¡Lo que dijo después fue mil veces peor! —exclamé alterada—. Quiere una esclava que lo obedezca ciegamente. Yo no pienso ser así.
—Eso estuvo muy mal y más le vale que rectifique, pero tal vez solo estaba ofendido de que rechazaras su beso y dijo una bobería al calor del momento —especuló—. En la cena se mostró muy agradable, puede que valga la pena darle otra oportunidad antes de tacharlo de bruto.
—Oh, es un bruto que no te quepa duda… y además besa horrible —dije dejándome caer sobre la cama con dramatismo.
—Que un primer beso sea deficiente no es el fin del mundo, puede que estuviera nervioso.
—¡Qué va! Eres imposible, todo lo justificas. ¿Tu primer beso con Luken fue deficiente? —quise saber con una ceja enarcada.
—¡Ni de asomo! ¡Me sentí en las nubes! Besarlo fue como despertar a la vida, como si antes hubiera estado durmiendo y su beso me hubiera abierto los ojos. Fue una de las experiencias más bonitas de mi vida, cambió mi mundo —dijo en tono de ensueño.
Aguanté las ganas de lanzarle un almohadón por ridícula. ¿Qué clase de respuesta cursi era esa? Odette notó mi fastidio y me dedicó una sonrisilla de disculpa.
—¿Te pareció boba mi respuesta? —preguntó estrujando sus manos entre ellas.
—Al contrario, es lindo que te sientas así respecto a mi hermano. Es solo que yo jamás voy a sentir lo mismo por Kuno… Oh, no puedo creer que estoy comprometida con un sujeto cómo él —dije enterrando la cabeza en la almohada.
—¿Y si hablas con el rey y le cuentas lo que Kuno dijo? —sugirió Odette.
—Dudo que haga diferencia, puede que asuma que lo estoy inventando para librarme de la boda. Además, se molestará por haberme encontrado con Kuno sin un chaperón de por medio.
—Tienes razón, solo te llevarás una reprimenda —concluyó Odette mirando hacia la ventana.
En ese momento, Salma, la doncella de Odette, abrió la puerta.
—Disculpen la interrupción, Altezas. Acaban de avistar dragones en el horizonte, el príncipe Alexor y la princesa Triana están por llegar —nos informó con una sonrisa de complicidad, sabiendo lo mucho que la noticia iba a alegrarnos.
Sin perder tiempo, ambas salimos disparadas de la habitación y caminamos presurosas a la salida, en donde los reyes y Luken ya nos aguardaban para ir juntos a la zona de aterrizaje. Para mi disgusto, Kuno también estaba ahí.
Rechiné los dientes, esta era la primera vez que lo veía desde el horrible episodio de anoche y aún no me sentía lista para tenerlo enfrente.
—Buenas tardes, princesa, luce muy hermosa para la ocasión —me saludó Kuno con completa naturalidad, como si la noche anterior no hubiera ocurrido.
Su forma despreocupada de dirigirse a mí llamó no solo mi atención, sino también la de Odette. Debía admitir que era muy buen actor. Ahora frente a mis padres era de nuevo el joven que destilaba miel y no el bruto autoritario que había amenazado con someterme a su voluntad.
La reina lo miró complacida, encantada por la forma tan atenta en la que me trataba Kuno.
—¿Qué haces aquí? —pregunté secamente, ganándome una mirada de amonestación de mis padres.
—Dado que Kuno pronto será parte de la familia, pensé que era adecuando invitarlo para recibir a Triana y a Alexor. Estoy segura de que tu hermana ansía conocer a tu prometido —dijo el rey tratando de no hacer demasiado evidente su irritación por mi grosera actitud.
—Vayamos a la zona de aterrizaje, sería una pena que lleguen y no haya nadie para recibirlos —propuso mi hermano para disipar la incomodidad.
Comenzamos a caminar en conjunto. Vi que Odette susurraba algo al oído de Luken, probablemente parte de lo que yo le había relatado.
—Hija, sé amable —me instó mamá en voz baja al tiempo que me daba un empujoncito hacia Kuno.
Mi prometido me esperaba ofreciéndome el brazo para que camináramos juntos.
—¿Estoy obligada a tomar tu brazo o tengo elección? —pregunté aprovechando que los reyes ya iban varios pasos adelante y no podían escucharme.
Kuno no perdió el buen humor, al contrario, su sonrisa se ensanchó.
—Lamento si lo que dije anoche te pareció mal, no era mi intención crearte un disgusto —dijo volviendo a ofrecerme su brazo.
Entorné los ojos, suspicaz. Su disculpa no era tal. Él lamentaba mi reacción, no sus palabras, ni estaba expresando arrepentimiento por ellas. Tampoco estaba haciendo alusión al rodillazo que le di anoche, lo cual era sospechoso por decir lo menos. Si no sentía arrepentimiento por sus feas palabras, al menos debía estar molesto por mi ataque físico. Era raro que estuviera tan campante.