La Reina Del Mafioso

Capitulo 81

CAPITULO 81

Cancion:

Dior - положение

 

 

Cuando vi a Enzo por primera vez nunca me hubiera imaginado que llegaría a tener algo con aquel hombre, que me enamoraría de él, que lo amaría con una locura inmensa, que no me importarían sus negocios sucios.

  Pero aquí lo tengo, con un anillo dentro de una cajita de terciopelo negro. Aquel anillo no es como los demás dan para proponer matrimonio, no era un enorme diamante sino un hermoso y gran rubí de un rojo sangre. Tan parecido al anillo que él carga siempre en uno de sus dedos, aquel anillo que solo puede estar en la mano de un gran y pesado mafioso, uno como Enzo.

 Sentí que ya no tenía aire, mi corazón va a mil kilómetros por hora y mis manos tiemblan.

  Lleve una de mis manos a mi boca con la esperanza que las lágrimas dejaran de caer por mis mejillas.

 Nunca pensé que llegaría este momento en mi vida y menos con un hombre tan maravilloso como Enzo.

 - ¿Serias la reina que gobernara mi corazón hasta que este deje de latir?

 Los ojos de Enzo son tan profundo y bellos, y ahora también parece que hay unas lágrimas que desean salir de ellos.

 - Enzo. - Deje escapar su nombre en un suspiro. - Quiero pasar toda mi vida a tu lado mi amor.

 Aquella sonrisa que me llena el corazón de calidez por las mañanas apareció acompañada de una lagrima que el intenta disimular.

 Enzo reincorpora su postura y con delicadeza y sonrisas me ayuda a poner aquel precioso anillo en mi dedo. No aguanto las ganas y salto a sus brazos donde el me recibe con mucha calidez y alegría.

 Hoy es el segundo mejor día de mi vida, el primero fue cuando conocí a Enzo, aquel día en la cafetería en la que trabajaba.

 

 

 

 

 Termino de cerrar la última valija y con mucha fuerza la bajo de la cama para dejarla parada en el suelo.

 Hoy volvemos a casa y eso significa que tendré más tiempo con mi futuro esposo.

 Que bien suena eso, futuro esposo.

 - ¿Lista mi reina? - Enzo entre a la habitación y su deliciosa colonia invade el lugar.

 - Si, solo falta llevarlas abajo. - Digo mientras me acerco a él y le robo un beso que lo hace sonreír.

 Enzo coloca una mano en mi cintura y hace que nuestras frentes se junten y nuestras narices se acaricien entre ellas.

 - Espera abajo cariño, yo me encargo. - Con un movimiento suave pasa sus manos por mi cabello y deja un beso en mis labios.

 Le sonrió y salgo de la habitación sin querer soltarlo. Admiro aquel pasillo lujoso por última vez de camino a las escaleras. Bajo las escaleras con tranquilidad mientras le sonrió a los tíos de mi prometido que me esperan en medio de la sala de entrada.

 - Ayuden a su primo con las maletas chicos. - El señor Abagnato da la orden.

 Ninguno de sus hijos protesta y suben las escaleras discutiendo algo entre ellos, pero en su idioma natal por lo que no puedo saber lo que dicen.

 - Oh querida. - Brina se abalanza hacia mí con lágrimas en sus ojos y me abraza con mucha fuerza.

 Qué lindo es tener una familia, y ellos serán mi futura familia.

 - La extrañare mucho Brina. -  Dije a borde de las lágrimas.

 - Yo también querida.

 Ambas estamos muy sentimentales por esta despedida.

 - Dejen de llorar ambas. - El señor Abagnato dice entre risas. - Nos veremos pronto en la boda.

 Lentamente Brina y yo nos separamos y nos sonreímos mutuamente.

 Es verdad, nos veremos en la boda, en mi boda.

 - ¿¡QUE CARAJOS TRAES AQUI, UN PUTO MUERTO O QUE!?- Los gritos del hijo mayor del señor Abagnato hizo que todos prestáramos atención a los hombres que bajaban por las escaleras con las maletas en mano.

 -Deja de quejarte y usa esos músculos para algo. - Ema acota algo molesta. - ¡MARTINA! - Ella baja las escaleras corriendo llevándose por delante a los chicos.

 Sus brazos me rodean con fuerza y me rio por su reacción.

 - Te voy a extrañar mucho Martina. - La voz de Ema era tan sincera que me llego al corazón.

 - Y yo también a ti.

 Ambas nos abrazamos con fuerza como si fuera la última vez que nos viéramos.

 Los hermanos abagnato entregan nuestras maletas a los matones de Enzo y ellos se van hacia una de las camionetas negras estacionadas frente a la casa. Un convoy digno de un mafioso pesado. Intercambio algunas palabras con las únicas mujeres en esta enorme y monstruosa casa, pero ver cómo Enzo y su tío hablan apartados de todos llama mi atención. Me gustaría preguntarle luego que sucede, pero siento que no debería hacerlo. Creo que no lo haré. Enzo voltea a mirarme mientras su tío le dice algo con una mano en su hombro, Enzo asiente con la cabeza, le dice dos palabras más y ambos se vuelven a acercar a nosotras.

 - Vamos amor, el avión nos espera. - Su voz es dulce y calmada cuando me habla.

 - Claro. - dije con una leve sonrisa en mis labios.

 Nos despedimos nuevamente y por última vez de la familia Abagnato y con la ayuda de Enzo subí a una de las camionetas blindadas.

 Ya me acostumbré a este estilo de vida. Armas, trabajo 24 horas sin descanso, vehículos blindados, hombres muy anchos y fuerte siguiéndonos a todo momento y custodiando todo lo que le pertenece a Enzo y los lujos que esta vida de criminales nos ofrece.

 Enzo entra a la camioneta sin esperar que alguno de sus matones lo ayude a subir, cierra la puerta apurado ya que el frío de afuera no es tan agradable como la calefacción del vehículo y acomoda su saco de un tirón. Las camionetas salen despacio de la entrada de la enorme mansión y una vez que salen del todo del terreno la velocidad aumenta y ninguna deja de estar muy cerca de la otra. Una serpiente negra de metal con luces conformada por cinco camionetas grandes. Miró a Enzo y el voltea a verme para regalarme una sonrisa cálida. Toma mi mano y entrelaza nuestros dedos logrando que mi anillo resalté. Me acerco a él y me acurrucó contra el costado de su torso.



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En el texto hay: armas, romance, mafias

Editado: 06.07.2021

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