Tecle en la pantalla táctil la respuesta que planeaba darle a Enzo por sus regalos y por la carta. Pero decidí que mejor seria que lo llamara así que salí de la aplicación para mandar mensajes y busque su contacto para luego apretar la opción "Llamar". El celular comenzó a emitir los tonos antes de que alguien contestara del otro lado cosa que no paso. Aleje el artefacto de mi oído y lo deje de lado para largar un suspiro.
Tome la planta y le busque un lugar adecuado. La deje sobre la mesa para que mañana por la mañana los rayos del sol la bañaran hasta que aquella bola de fuego desaparezca. Tome un vaso de agua de la cocina y la vertí en la tierra que había dentro de la maceta la cual estaba seca. Volví al sofá en búsqueda de los alimentos y los guarde en la heladera en excepción de las palomitas las cuales las coloque dentro de un recipiente con tapa.
Camine hacia el baño para lavarme los dientes pero el ruido de mi celular hizo que corriera hacia el como si estuviera en un maratón.
Atendí la llamada de Enzo.
- Pequeña valiente, ¿Que sucede?- Escuche como algo metálico chillaba de fondo y luego un golpe seco.
- Nada en especial, Si quieres hablamos mañana si estas ocupado.- Comencé a caminar por el departamento con tranquilidad.
- No, esta bien.- Ahora de fondo se escucho como personas gritaban cosas que no llegaba a entender por el viento que chocaba contra el celular.
- Entonces...- Toque uno de los pétalos de las flores de la planta.- ¿El domingo nos vemos en el Parque Central para hacer un pic-nic?- El ruido de fondo paro luego de que se escuchara como una puerta de un auto se cerrara.
- Claro, iré por ti a la hora que tu me digas.- Sonreí.
- ¿Que tal a las cuatro de la tarde?- Volví a preguntar.
- Me parece bien.- Su tono cambio y parecía una coqueto y alegre.
Me mordí el labio inferior.
Con brusquedad hice una bola de pelo desaliñada en la sima de mi cabeza y tome nuevamente la tablet.
Mi cabeza estaba a punto de estallar mientras recorría esa casa moderna en uno de los barrios residenciales más costosos de la cuidad.
El martes Enzo me había pedido que supervisara la preparación de la fiesta que iba a dar el sábado por la noche a la cual yo no estaba invitada ya que era muy intima y no requería de "mis servicios" para esa noche. No me sentí ofendida ya que prefería quedarme en mi departamento estudiando.
- Amanda.- Levante la voz haciendo que esta se escuchara por la planta baja de la casa sin la necesidad de gritar.
La melena pelirroja de Amanda resalto en toda la sala de estar blanquecina. Su cabello estaba perfecto como si nunca hubiera corrido como lo había hecho por toda la casa.
- Estas flores van a ir como centro de mesa...- Me ignoraba y eso me hacia enojarme.
Ella tenia un gran ego y no aceptaba que los demás le den ordenes.
- No esas no van como centro de mesa.- Camine con rapidez hacia la pelirroja.
Todo el personar de decoración se detuvo en lo que hacia y me miraron.
- No escuchas lo que te he dicho.- Amanda me vio y la señale con el dedo con enojo.- Un invitado es alérgico a los tulipanes y por eso tenemos que colocar rosas.- Ella me miro con superioridad y coloco un mano en garra sobre su perfecta cintura.
- Si escucho, y poner rosas es aburrido y muy típico, los tulipanes son más innovadores.- Mi odio hacia ella aumentaba cada vez más.
- No te estoy pidiendo tu opinión te lo estoy ordenando, en parte para evitar que Enzo no se enfade contigo y todo termine muy mal y otra porque tu jefe lo ordeno.- Ella tomo el dedo con la que la señalaba y lo apretó.
- Entiende niña, el que me da ordenes es tu jefe.- Sonrió de lado y yo la mire con rabia.- Ademas no tienes porque llamar a tu jefe por su nombre a no ser que lo hagas porque eres su puta.- Se derramo el vaso.
Safe mi dedo de su agarre y me tambalee un poco hacia atrás pero retome el equilibrio de mi cuerpo y con bronca me acerque más a ella casi haciendo que nuestras narices se tocaran.
- Aquí la que se porta como una maldita puta histérica eres tu, Amanda.- Pronuncie su nombre como si lo estuviera deletreando con ira.
Estoy harta de esta mujer que hacia tres días que me insultaba y yo solo la dejaba estar haciendo que su ego valla en aumento cada día m´ss.
- Si es verdad, soy una puta histérica que se cogió a tu jefe más de una vez.- Un golpe muy bajo.
Eso no me lo esperaba en lo absoluto.
Apreté mis dientes y me di media vuelta en dirección a la sala que servia como recibidor. Tome mi mochila que estaba en un escalón de la infinita escalera con tablas de madera barnizada y me la coloque en mis hombros. Camine hasta la puerta de entrada américa mientras de fondo escuchaba como Amanda mandaba a las personas que había contratado Enzo para ayudar con la decoración. Abrí la puerta con el mentón aun tenso por la rabia y comencé a bajar las escaleras del porche cuando vi a mi jefe bajando de su auto de lujo.
- Martina, ¿A donde vas?- Me pregunto mientras se acercaba a mi.
Editado: 06.07.2021