El ruido de mis zapatillas golpeando el piso mientras caminaba hacia eco en todos lados en el pasillo blanco. Caminaba delante sin rumbo con las ganas de descubrir el final del pasillo. Las paredes comenzaron a cambiar haciendo que me altere hasta que por fin se convirtieron en espejos. Me quede quieta mirando las nuevas paredes que me rodeaban y luego se escucho un disparo a lo lejos. Mire hacia atrás y vi como los espejos comenzaban a romperse por los impactos de balas que salían del que se encontraba enfrente. Comencé a correr cuando las balas comenzaron a acercarse rompiendo todos os espejos que estaba en el camino que ya había recorrido. Corrí como si no hubiera un mañana. Mire hacia atrás sin dejar de mover mis piernas y me asuste más al ver que las balas comenzaban a acercarse. Llegue al final del pasillo tropezándome con mis propios pies y cayendo de boca al suelo. Coloque mis palmas en el piso para no dar mi cara contra este y pude ver mi reflejo en el con el fondo negro. Levante la mirada cuando una risa siniestra comenzó a hacer eco en el lugar.
- Toc Toc.- El novio abusivo de Hannah se golpeo la cabeza dos veces con el caño de su arma con una sonrisa enorme en la boca.
Retrocedí arrastrándome en el piso de espejo mientras el seguía riendo y sonriendo a mi dirección. Mi respiración era pesada por el miedo que estaba experimentando.
- Que alguien me salve.- Dije en un susurro al aire frió del cuadrado de espejos en el que me encontraba.
Sentí la presencia de algo a mi lado izquierdo y voltee la cabeza para ver lo que había en ese lugar. Mis ojos se abrieron por la sorpresa.
Un león de pelaje pelirrojo me miro sentado en una posee dominante, sus ojos azules conectaron con los míos. Trague saliva al ver semejante felino a mi lado pero lo que más me ponía nerviosa eran sus ojos, unos ojos que conocía bien y me encantaban. El animal miro hacia el frente donde estaba el psicópata y rugió frunciendo el ceño logrando que la piel de alrededor de sus ojos se arrugara y escuche un disparo más fuerte que los que rompían los cristales que yo dejaba atrás.
Mire hacia el frente y vi en cámara lenta como la bala le pasaba de lado a lado a la cabeza del psicópata y algunas gotas de sangre flotaban en el aire como si estuviéramos en el espacio. Me tape los ojos y grite todo lo que me permitía mis pulmones.
Me senté de golpe en la enorme cama. Mire hacia todos lados con la respiración agitada y con la espalda cubierta de sudor el cual me hacia dar frió a pesar de la calefacción de la casa. Lo único que me rodeaba era algo de oscuridad ya que había dejado entre abierta las cortinas para que entrara algo de luz.
Mire extrañada todo lo que me rodeaba hasta que por fin mis recuerdos llegaron lentamente a mi cerebro para luego reproducir la horrenda pesadilla que acababa de tener.
Como una niña pequeña tome el peluche de un león y desenrede mi cuerpo de las suaves mantas. De un salto me baje de la alta cama y mis pies sintieron el calor de la madera. Fui hasta la cómoda, deje al peluche sobre ella y me saque la remera para luego tirar al suelo en una pelota de tela, abrí un cajón y tome una remera blanca grande para luego cubrir mi toroso con ella.
Coloque mis manos sobre el borde de la cómoda y tire mi cabeza hacia delante haciendo que mis pensamientos comiencen a moverse como los engranajes de un reloj antiguo.
No quería dormir sola después de aquella pesadilla la cual me seguía picando en la cabeza pero ademas de ese motivo ya estaba aburrida de dormir sola.
Cuando veía en el restaurante de comida rápida las jóvenes parejas cariñosas me causaba envidia ya que sabia que se tenían el uno para el otro y que las noches no las pasaban solos sino acompañados por la persona a la que amaban de verdad y yo quería eso, quería estar al lado de la persona que amara con todo mi ser casi todo el tiempo pero lo que más deseaba era estar durmiendo a su lado dándonos calor con nuestros cuerpos enrollados como en las películas o en los libros de romance.
Salí de la habitacion y mis pies dolían por el frió piso de cerámica limpia. Camine en puntitas de pie hasta las vallas de cristal y mire hacia abajo. Me enderece al ver uno de los hombres de Enzo caminando hacia la ventana con un arma en la mano.
Mierda, en este lugar están todos armados.
Camine todavía en puntitas de pies y vi de reojo como el hombre se volteo con brusquedad con el cuerpo tenso y luego lo relajo al verme.
- ¿Todo bien? Niña.- La voz de Jonh me hizo voltear hacia el hombre que me miraba desde la planta baja.
Camino hacia la luz que entraban por las ventanas enormes.
- Si, voy a la habitacion de Enzo.- Dije con la voz baja para no despertar al hombre de tinta.
El asintió con la cabeza.
- Golpea su puerta dos veces, siempre la deja cerrada con llave cuando duerme.- Esta vez la que asintió fui yo.
Jonh volvió a caminar y vi como se dirigió a la cocina. Unos nuevos pasos me hicieron ver hacia atrás. Otro hombre armado que no conocía me saludo con un asentimiento de cabeza y coloco su espalda contra la pared donde podía ver todo lo que sucedía en los pasillos de la planta alta y en el exterior. Lo salude con una sonrisa incomoda y camine más apresurada a la puerta que se escondía en las sombras.
Editado: 06.07.2021