- Mart.- Di un salto al escuchar aquella voz conocida. Mire hacia mi izquierda y me encontré al hombre que me imaginaba encontrar.
- John ¿Que...- No me dejo terminar de hablar.
- Ven, tenemos que ir al gimnasio.- Dijo rodeando mis hombros con uno de sus anchos brazos.
- ¿Porque?- Había cosas en la empresa que había que terminar de hacer y el entrenamiento no seria hasta mañana, sábado.
- Ambos necesitan desquitarse con algo que no sean ustedes.- Automáticamente una tristeza rondo por mi interior como si formara círculos mientras se movía.- A mi esposa y a mi nos funciona de maravilla.- Contesto con una sonrisa.- Enzo vendrá en unos segundos, tenia que dejarle unas cosas a Ronaldo para que se pueda relajar apropiadamente.- Este hombre siempre me lee la mente.
Uno de los hombres del grupito de matones llamo a la caja metálica y en cinco minutos ya nos encontrábamos dentro de el en dirección a la recepción del edificio. Respire hondo antes de salir del ascensor. El ruido de mis tacones se comenzó a mesclar con otros sonidos parecidos e iguales. Mire a mi alrededor mientras caminaba hacia la puerta de entrada rodeada de hombres. Mis ojos examinaron cada rincón del lobby del edificio hasta caer en un grupo donde abundaban hombres de aspecto nada amistoso. Fruncí el ceño y me detuve logrando que todo el mundo se detenga. Con decisión camine hacia la multitud que tenia a los cuatro secretarios y secretarias con la cabeza agachada en forma de sumisión absoluta. El ruido de mis tacones alerto al grupo incluyendo a la mujer rubia que estaba en medio de los hombres. Sus ojos llenos de veneno me miraron fijamente mientras avanzaba hacia ella. La difunta de Valentino tenia ganas de asesinarme y lo sabia por sus ojos, por la forma en la que su mentón se tenso.
- ¿Que sucede Alison?- Le pregunte a una de las secretarias. Los empleados de Enzo me miraron con esperanza de salvación en sus ojos.
- La señora exige ver al CEO pero no tiene ninguna cita previa.- Contesto Alison con sus manos entrelazadas en la altura de su vientre.
Desbloquee la pantalla de la tablet y abrí la agenda para revisar el itinerario de hoy y efectivamente no había ninguna cita previa con la difunta de Valentino. Mis ojos se elevaron y mire fijamente a los ojos de serpiente que me miraban con impaciencia y rencor.
- Lo lamento señora pero tiene que hacer una cita previamente para poder ver al señor Cock.- Volví a fijar mi vista en la pantalla luminosa y comencé a revisar todo el calendario del mes para buscar un espacio libre y cuando al fin lo encontré sonreí y mire nuevamente a la mujer.- Si lo desea podemos acordar una cita ahora para dentro de dos semanas.- Toque la pantalla lista para escribir el nombre y apellido de la arpía, digo mujer.- Si le parece bien puede ser un martes a las diez menos quince por la mañana.- Su expresión cambio a una de no poder creer lo que decía.
- ¿Tu sabes quien soy yo?- Me pregunto elevando sus cejas haciéndola ver mas odiosa.
- Claro señora pero el apellido de su esposo y su estatus económico no la hace especial en esta empresa.- Y como cereza del pastel le dedique una amplia y cálida sonrisa la cual era totalmente falsa. Hacia días que no sonreía verdaderamente y eso lograba que llorara casi todas las noches hasta quedarme dormida del cansancio por tanto expulsar agua salada de mis ojos y de reprimir gritos de frustración.
Ella avanzo un paso hacia mi pero yo no le di importancia a su intento de intimidarme. Aquella mujer era alta pero lo era mas con aquellos tacones de pasarela que tenían un tacón tan fino como un escarbadiente.
- Quiero ver a tu jefe inmediatamente, mocosa.- Dijo mientras se acomodaba mejor su cartera en su brazo.
- Lo siento señora, pero el señor Cock esta ocupado con otros asuntos.- La amabilidad me estaba pesando y sentía unas ganas inmensas de clavar mi garras en el rostro de aquella mujer.
- ¿Estas diciéndome que aquellos asuntos son mas importantes que mi persona?- Dijo con un tono arrogante que me hizo hervir la sangre. Maldita.
- Claro que no señora.- Bloquee la pantalla de la tablet y la sostuve en una mano.
- Eres una mal educada, se nota que tus padres te educaron para ser una mujer fácil.- Respire ondo al escuchar sus palabras y trate con todas mis fuerzas de que mi lengua no se volviera puntiaguda por los deseos que tenia de insultarla de la peor manera pero eso no lo puedo hacer ya que le daría muy mala fama a Enzo y se que a el no le importaría un bledo pero a mi si, no quería arruinar la vida de mi novio con chismes de mierda.
- Señora le agradecería que no se meta en mi vida personal porque si lo sigue asiendo no habrá vuelta a tras.- Trate de ser sutil con mi amenaza pero claramente ella lo entendió y no le gusto ni un pelo.
Un ruido sordo resonó por todo el lobby y todo el mundo cayo. Todos los presentes que se paseaban por el lugar se detuvieron impresionados por lo que acababan de ver. Mi rostro había rotado hacia un lado cuando la mano abierta de aquella mujer tomo impulso y se estrello contra mi rostro. Mi mejilla izquierda ardía.
- ¿Te atreves a amenazarme?- Dijo la viuda con sus ojos bien abierto y muy molesta.
Coloque mi mano sobre la herida y solo me quede mirando el suelo mientras todo a mi alrededor parecía que se hubiera detenido pero cuando una potente voz resonó en todos los oídos de los presentes parecía que esto iba a convertirse en una guerra a muerte.
Editado: 06.07.2021