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Mire fijamente a la imagen borrosa que tenia en frente. Tome aire por la nariz haciendo que mi pecho se hinche. Apreté con fuerza mis puños y luego los afloje un poco. Sentí como las gotas de sudor caí por mi cuerpo el cual quemaba por estar dándolo todo en tan solo unos pocos minutos. Mi brazo se extendió y sentí bajo mi piel como mis músculos se movían y tensaban. El golpe en seco que le atine a la manopla azul se escucho en mis oídos como si fuera un sonido más alto que la potente música de fondo. Volví a dar otro golpe y luego otro que varios golpes más lo siguieron.
Mi mente estaba volando sin querer caer a tierra firme. Tengo tantos problemas que me impiden solucionar los más sencillos.
- Tómese un descanso, Jefe.- Me dijo un agitado y grandullón hombre.
Con la ayuda de mis dientes me saque los guantes de mis manos. Retire unos mechones de mi frente hacia atrás con mi palma derecha. Tome la botella de agua que estaba sobre una mesa y me bebí todo el liquido que había en ella como si estuviera deshidratado desde hace dos días. Algunas gotas frías se escaparon de mi boca y comenzaron a deslizarse por mi mentón, luego por mi cuello, mi abdomen y por ultimo fueron absorbidas por la cinturilla de mis pantalones de deporte cortos. Mire el espacio que me rodeaba y me encontré reflejado en un enorme espejo.
Un hombre molesto con apariencia de pocos amigos me miraba seriamente con sus ojos azules igual de fríos y calculadores que los míos. Su cuerpo lleno de tinta lo hacen ver más grande de tamaño corporal y más intimidante. Pero lo que más resaltaba en el era su cabello pelirrojo oscuro.
Gruñí y deje la botella en la mesa.
- Estén preparados que nos vamos al galpón.- Dije en un grito que hizo que más de uno de mis hombres se asustaran.
Todos agacharon la cabeza cuando pase cerca suyo mientras iba en dirección a mi casillero en otra habitación. Cerré la puerta de un portazo detrás mio. Me siento peor que un león enjaulado. Me siento como un león sin su leona para dominar su reino, la sabana.
Desde que Martina llego a mi vida deje de saber como se sentía ser un león solitario pero con compañía cada noche. Pero ahora estoy volviendo a revivir viejos recuerdos, mi viejo estilo de vida. Antes yo siempre estaba a la defensiva, odiaba que me mirasen a los ojos por mas de cinco segundos, no toleraba estar holgazaneando los fines de semana, era capas de matar aquel que me llevara la contraria, no me gustaba que me dieran ordenes y lo más importante, el romance para conquistar a una chica era para imbéciles que no sabían ser directos con las mujeres de lo que querían. Todo aquello se había ido al caño cuando la vi en aquella cafetería. Nunca me interesaron los problemas ajenos pero al ver un moretón asomarse por la manga de su remera aquel día me comenzaron a interesar, pero solo me interesaba uno en especifico y ese era el problema que tenia Martina.
Aquella chica con mirada triste pero delicada me había cautivado en el acto.
Comencé a tomar decisiones sin pensarlas bien cuando ella se presento para un puesto en mi empresa. La caballerosidad que nunca tuve en mi vida había comenzado a salir a la luz cuando se trataba de ella, de mi pequeña reina valiente. Pero lo que hizo que todo el mundo se sorprendiera es que la defendía sin haberla conocido a fondo. Confiaba en ella ciegamente antes de que nos dirigiéramos un solo y simple "hola". El romanticismo cayo sobre mi como si cupido me hubiese tirado una de sus flechas. Nunca me había emocionado por tener una cita a pesar de que no era mi primera cita, pero esa era, verdaderamente, mi primera cita ya que en verdad la ansiaba y deseaba.
Martina me hizo una persona diferente. Me enseño a disfrutar hasta de los momentos mas aburridos o tontos. Me enseño a sonreír de verdad y a reírme como nunca. Me mostró lo loco que puedo ponerme cuando se trata de estar solos en la intimidad. Me demostró de muchas maneras que lo que en verdad importaba era el amor que nos tenemos. Pero a su vez yo le enseñe muchas cosas como ella a mi.
Y lo mejor de todo, es que ya no me despierto completamente solo sino que me despierto junto a la mujer que amo.
Me abroche la camisa roja y me coloque mi saco. Algo duro y rectangular choco contra mi pecho. Mire extrañado mi saco y revise el bolsillo interior. Lentamente saque lo que había en mi bolsillo y la molestia comenzó a florecer más en mi interior. Martina había dejado su celular apropósito dentro de mi saco. Con el ceño fruncido mire el celular rosado y desbloquee la pantalla negra. Algo me pego con dureza en el pecho. La foto de fondo de pantalla del celular de una pareja haciendo caras raras con un fondo oscuro me hacia sentir culpable. Culpable de que mi relación amorosa con Martina este mal.
Trague saliva y mantuve mi orgullo donde siempre ah estado, dentro de mi cuerpo.
Salí de la habitación con solo una idea en mente y esa era de batallar mentalmente conmigo mismo esta noche. No preste atención en los hombres que trabajan para mi cuando me propuse irme del gimnasio para ir al galpón en donde me necesitaban. En donde antes me pasaba todos los días. Rápidamente algunos de mis hombres se colocaron frente mio sin siquiera mirarme o rosar mi cuerpo con los suyos ya que si eso sucedía nada bueno saldría de eso. Saque mi caja de cigarrillos de mi saco junto con el encendedor, me lleve uno de los tubos a mi boca y lo prendí. Di una larga calada mientras guardaba mis pertenencia y luego alegue el cigarrillo de mi boca para expulsar el humo.
Editado: 06.07.2021