Después de un buen descanso, las tres nos despertamos listas para comenzar nuestra investigación. Estábamos decididas a descubrir quién estaba detrás de los ataques y qué querían de nosotros.
- Empecemos por revisar los lugares donde ocurrieron los ataques, dijo Erika, mientras se vestía.
- Sí, y también debemos hablar con las personas que estuvieron cerca de los lugares en ese momento, agregó Abadon.
Yo asentí, mientras me ponía mi chaqueta.
- Y debemos buscar cualquier pista que nos pueda llevar a la persona responsable.
Las tres salimos de la casa, listas para comenzar nuestra investigación. Íbamos a dejar piedra sobre piedra para descubrir la verdad.
Mientras caminábamos, notamos que había una persona siguiéndonos. Era un hombre alto y delgado, con un sombrero y gafas oscuras.
- ¿Quién es ese?, preguntó Erika, mientras se agachaba un poco.
- No lo sé, dije , pero vamos a averiguarlo.
Y así, las tres nos acercamos al hombre, listas para confrontarlo y descubrir qué quería.
Cuando nos acercamos al hombre, él se dio cuenta y rápidamente se dio la vuelta para irse. Pero Abadon fue rápida y lo alcanzó.
- Espera, dijo Abadon, agarrándolo del brazo. ¿Qué quieres?
El hombre se detuvo y se volvió hacia nosotras. Se quitó las gafas oscuras y vimos que era alguien que conocíamos.
- Es el señor Jenkins, dijo Erika, sorprendida. El dueño de la tienda de la esquina.
El señor Jenkins se sonrojó y miró al suelo.
- Lo siento, dijo. No quería asustarlas.
- ¿Qué estabas haciendo, siguiéndonos?, pregunté.
El señor Jenkins suspiró.
- He estado notando cosas raras en la ciudad, dijo. Y creo que está relacionado con los ataques.
- ¿Qué tipo de cosas raras?, preguntó Abadon.
El señor Jenkins miró alrededor nerviosamente.
- Cosas que no deberían estar pasando, dijo. Y creo que alguien está detrás de todo esto.
Las tres nos miramos entre nosotras. Habíamos encontrado una pista.
- ¿Quieres ayudarnos a investigar?, pregunté.
El señor Jenkins asintió.
- Sí, por supuesto. Quiero ayudar a descubrir la verdad.
Y así, el señor Jenkins se unió a nuestra investigación. Juntos, íbamos a descubrir qué estaba pasando en la ciudad y quién estaba detrás de los ataques.
Después de un día de investigación, las tres decidimos volver a casa para contarles a los chicos lo que habíamos descubierto. Estábamos emocionadas de compartir nuestras pistas con ellos.
Cuando llegamos a casa, los chicos estaban en la sala de estar, jugando videojuegos. Nos sentamos con ellos y les contamos todo lo que habíamos descubierto.
- Descubrimos que el señor Jenkins, el dueño de la tienda de la esquina, ha estado notando cosas raras en la ciudad, dijo Erika.
- Y también descubrimos que él cree que alguien está detrás de los ataques, agregó Abadon.
- Sí, y él se unió a nuestra investigación, dije yo. Juntos, vamos a descubrir qué está pasando en la ciudad.
Los chicos se miraron entre sí, sorprendidos.
- Eso es genial, dijo Seth. Estamos felices de que hayas encontrado una pista.
- Y también estamos felices de que el señor Jenkins se haya unido a la investigación, dijo Orfeo.
- ¿Qué piensan hacer mañana?, preguntó Eyra.
- Mañana vamos a seguir investigando, dijo Erika. Vamos a hablar con más personas y ver si podemos encontrar más pistas.
- Y también vamos a seguir trabajando con el señor Jenkins, agregó Abadon. Juntos, vamos a descubrir la verdad.
Los chicos asintieron, emocionados de que estuviéramos haciendo progreso en la investigación.
Y así, las seis nos sentimos más unidas que nunca, decididas a descubrir la verdad y proteger nuestra ciudad.
Después de hablar con los chicos, decidieron ir a dormir. Pero yo, me quedé despierta. Quería hacer algunos hechizos para ver si podía descubrir más cosas sobre los ataques y quién estaba detrás de ellos.
Me fui a mi habitación y saqué mi libro de hechizos. Me senté en la cama y comencé a leer las páginas. Encontré un hechizo que me pareció útil y comencé a prepararlo.
El hechizo se llamaba "Visión Nocturna". Me permitiría ver visiones del pasado y del futuro, y tal vez podría descubrir algo importante.
Comencé a hacer el hechizo. Me levanté de la cama y me paré en el centro de la habitación. Cerré los ojos y comencé a cantar:
- Astra, Astra, ven a mí
Muéstrame la verdad, en este momento
Visión nocturna, ven a mí
Muéstrame el pasado, y el futuro, también…
Mientras cantaba, comencé a hacer movimientos con mis manos. Me imaginé una luz blanca saliendo de mis dedos y envolviendo mi cuerpo. La luz se hizo más brillante y comencé a sentir una energía extraña en el aire.