Su vestido era color durazno y su ramo de girasoles para no olvidar su hogar, tenía puesta la corona de Regente que es la que corresponde a las princesas que se casarán siendo de Obelia su corona tenía un diseño de pequeños soles con diamantes en ellos era plateada, porque debía ser menos llamativa que la de Edmund que por otro lado ese día llevaría la corona de monarca legítimo que era de oro con zafiros verdes, esa era para la ceremonia y eventos de gala pero la que portaba normalmente era menos llamativa.
Durante toda la noche no pudo dormir por imaginar su vida junto a Edmund “ ¿Cómo será la noche de bodas?, ¿Qué pasará si mi cuerpo no es de su agrado?¿Cuántos hijos tendremos?,". Dudas no dejaban su cabeza pero llegó a una conclusión que calmo por completo sus nervios “Debo ser una buena esposa y Reinar junto a él, siempre lo seguiré no importa donde valla o que diga. Estoy segura que su promesa de amarme más cada día, la cumplirá"
— Princesa, el carruaje espera —, le dijo Abihil interrumpiendo sus pensamientos
Bajo las escaleras recibiendo reverencias por parte de cada sirviente que a su paso se encontraba, cuando salió a los jardines frontales vió la hermosa decoración en tonos blancos para que no desentonar con su vestido, lirios y rosas blancas por doquier también listones atados a los pilares de los jardines de las ventanas el estandarte de la familia fue reemplazado por uno de color azúl marino símbolo de las nupcias que se celebran.
Fue llevada hasta las columnas de Delfos, lugar donde cada generación de monarcas contraía matrimonio por su conexión con el pueblo era un símbolo de que el Rey y la Reina protegerían a su pueblo y tradiciones hasta que fuera momento de heredar la corona.
Se encontraba en la cima de la montaña de Hebe la diosa de la fertilidad con una escalinata que debería subir ella sola, parecía ser fácil pero los escalones eran estrechos y altos, se tenía la mala costumbre de decirle a la prometida del principe una noche antes sobre las ruinas de Delfos y sus escaleras también se les decía que si tardaban mucho en llegar a la ceremonia era sinónimo de que no querían casarse y despreciaban al novio, pero si llegaba en un tiempo relativamente corto era porque amaban demasiado a su futuro esposo teniendo devoción por él.
Amelia decidió subir lo más rápido que pudieran soportar sus tobillos, así pues llegó a la cima en tan solo treinta minutos, estando ahí trato de ocultar su respiración agitada sonrió amablemente a los presentes todos vestidos de verde oscuro por la familia real, de esa manera representaba su unión con el pueblo de Lemiantis, reconoció a unos pocos entre los invitados como la Condesa Graham, el General Nicolás, la Reina madre Clarion y a su futuro esposo Edmund que vestía un traje de Rey blanco y detalles plateados, con una capa de color verde oscuro con el símbolo de su familia bordada en color dorado.
Abihil le colocó de nuevo el velo y le entrego el ramo de girasoles, también junto las manos de ambas y dijo en voz baja, — qué el Sol de Obelia nunca deje de brillar para su altísima majestad Amelia Catalina Románova
Amelia sonrió por escuchar la bendición de prometida que se suponía debía decir su padre pero ahora estaba muy feliz y su corazón ya no dolía cuando lo recordaba, agradeció el gesto de Abihil; dió vuelta y comenzó a caminar hacia su prometido, al llegar a él se encontró con la vista más hermosa que sus ojos jamás vieron, desde la cima se podía ver gran parte de la capital la mayoría de las calles tenían un paño azúl en sus ventanas ante ellos las luces de los hogares también tenían un tono azúl, festejando el matrimonio de sus futuros Reyes
La ceremonia sería realizada por una sacerdotisa de Lemiantis vestida en telas rosas que cubrían casi todo su cuerpo a excepción de sus brazos mostrando sus tatuajes que eran marcas de sus uniones a los dioses, en sus manos tenía una tela bordada con hilos de oro entrelazó las manos de Amelia y Edmund con la tela y prosiguió a decir,
— La unión de dos almas en una, es la concepción de la vida misma para continuar con la prosperidad trayendo al mundo hijos para así continuar con el legado—, miró a ambos, — Su unión es fuerte solo si ambos tienen su corazón para el otro dicho esto escuchemos los votos de la novia y luego del novio—
Amelia sintió en su corazón que él era el indicado para escuchar lo único que nunca dijo a nadie, — Edmund Félix Abraham, yo Amelia Catalina Románova te elijo a ti como mi compañero de vida para ser devota a tí en tus errores y aciertos, en la salud y la enfermedad, en los buenos y malos tiempos, mi vida será tuya y mi futuro serás tú, que tú sufrimiento sea mío para darte alivio y que yo siempre sea tu soporte, porque te amo—,
Edmund sonrió emocionado por las palabras de su esposa y continúo él, — Amelia Catalina Románova yo Edmund Félix Abraham te tomo a ti como mi esposa para que tú vida se una a la mía hasta la muerte, para que tus ojos sean míos cuando me convierta en un ciego, para que tus manos me sujeten en los momentos difíciles, para que me traigas alivio en el sufrimiento, para que seas mi soporte mi mundo pero sobretodo para que tú me ames —, Amelia sintió el cariño en las palabras de Edmund y supo que sería un gran Rey
— Atestiguan que están aquí por su voluntad y no por el deseó de un ajeno a esta unión—
— Si somos testigos —, respondieron ambos
— Atestiguan ante la diosa Hebe que su amor cruzará el océano del todo así como el de la tierra—
— Si somos testigos—
— Los que presencian está unión aquí y ahora es el momento para exponer su oposición para no continuar con este compromiso, que hable ahora o calle por siempre—el lugar se quedó en silencio
— Ante sus ancestros que estuvieron aquí y por la diosa Hebe yo los declaro marido y mujer —, la tela que unía sus manos brilló una vez que terminó de hablar la sacerdotisa.
Edmund no espero más y cargo a Amelia dando le vueltas para luego besarla repetidas veces, después los invitados les hicieron una reverencia y dijeron en voz alta, — Prosperidad al Rey y la Reina de Lemiantis