La Reina: El inicio de la leyenda

Capítulo 6

El silencio reina en la estancia.

Los minutos pasan lentos y sórdidos, tanto que asfixian cada momento que transcurre. Ni el caballero que mantiene su distancia, ni yo, tenemos intención alguna de mover un solo músculo o soltar un poco de aire que aminore la situación incómoda. El leve ruido proveniente la cocina llega incluso hasta nosotros a causa del mutismo.

Al darme cuenta de que el caballero Jhuriel no tiene intención de entablar conversación o dar el primer paso, aclaro mi garganta, de manera que mi voz suene firme ante el patético intento por mantenernos a flote en el denso ambiente.

—Sharon Fliescher —me presento, al tiempo que hago una inclinación de cabeza a modo de saludo simple—. Sea bienvenido a nuestro palacio, Sir Jhuriel —mi voz es un sonido regular, medio tembloroso a causa de la desesperación.

Por instinto, llevo los brazos detrás de espalda, un intento por sentirme menos expuesta y un poco seguro.

Quiero agradecerle por haber intervenido en el palacio de Milickan hace cuatro días, quiero poder decirle que en parte fue gracias a su entrada que ahora me encuentro viva, pero el ambiente es demasiado tenso y no tengo idea de cómo fracturar esa espina incrustada a nuestro alrededor, teniendo en cuenta que el caballero se limita a detallar mi rostro y mis acciones.

No encontrara nada de la inseguridad que siento en mi interior o el temblor que ha disminuido en mis piernas.

El caballero me observa con escepticismo, pero en su disputa interna parce comprender que no descubrirá nada de mí, no por ahora. Sin embargo, la seriedad en su rostro no desaparece.

—Jhuriel, para servirle, Excelentísima Fliescher —responde, simple.

Por un pequeño instante considere la idea que sería más fácil reírse o ignorarme, no lo culparía si quisiera hacerlo.

La situación no se presta para las aburridas e innecesarias presentaciones. El joven hace una reverencia antes que pueda impedírselo.

Quiero decirle que no hace falta usar el título de distinción, pero no tengo la valentía de hacerlo.

No puedo evitar cuestionarme si ese semblante es parte de una fachada que muchos mantienen o de verdad refleja la molestia o fastidio que le causa tener que cumplir el trabajo que le ha sido asignado.

Me decanto por la segunda opción, en realidad.

Ojalá existiera en mí el poder de dejarle absuelto de toda tarea para conmigo, mas esta es una situación la cual no puedo controlar y sale de mis manos, incluso de mis propios padres.

El único que puede destituirlo es el propio Milickan.

Carraspeo.

—Tome asiento por favor, Sir —señalo el sofá individual a un lado de él. El caballero desvía la mirada hacia el lugar que señalo, pero se mantiene de pie. Eleva una ceja y me observa, serio.

No parece hacerle humor la situación y comienzo a desesperarme a causa de su silencio. Evito soltar un suspiro cansado. Aun así, continuo con mi diatriba.

» Aprovecho a ofrecerle una disculpa por esta forma tan abrupta de empezar, tanto mis padres como yo, éramos ignorantes a la idea de su llegada y de ser así esto sería menos… incómodo para ambos. Le diré a uno de los caballeros que lo guíe por el palacio si es que así lo desea, de igual manera, una de mis doncellas preparará una habitación de manera pueda descansar esta noche, siéntase en la libertad de hacerlo… y esperaría mañana poder empezar con mejor pie —sonrío, sincera, a pesar de que Jhuriel no dice nada.

Se que me ha escuchado, pero el caballero no se conmueve o muestra una pequeña señal que manifieste lo que piensa. Me escudriña con gesto intrigante y frívolo, esa mascara serena que acostumbran a llevar a cada lugar o que es parte de su esencia nata.

Sus hombros aun tensos. No toma tampoco mi palabra.

Un mareo repentino ataca y nubla mi visión por un instante corto. Me tambaleo y el temblor en mis piernas aparece, pero consigo tomar el control. No dejare que el vestigio me alcance.

Jhuriel frunce las cejas. Da un pequeño paso, acortando apenas un milímetro nuestra distancia.

Lo ha notado.

—No tardo en regresar, con permiso —Evitando la asfixiante situación, me giro sobre mis pies y desparezco por los pasillos conocidos de mi hogar.

Mis pasos se mueven por instinto y me dirijo hacia el lugar que deseo. El cuarto de la cocina. Un lugar al que, desde pequeña, Elodi me ha prohibido entrar.

Abro la puerta de manera sigilosa. Ahí encuentro a Loren, Vrina y Melody, mis tres amigas y doncellas, quienes tienen media loza en el fregadero llena de espuma y algunas tareas de cocina a medio hacer. Las jóvenes cuchichean en tono bajo, entusiastas en su nueva tarea, tanto que no se percatan que las he pillado en medio de su conversación.

Me cruzo de brazos en el umbral de la puerta, escuchando sus balbuceos.

—¿Lo has visto, Vrina? —Loren, la joven que aparenta ser la más seria y callada de las tres, se inclina sobre la mencionada Vrina a quien le pregunta con suma curiosidad.

Ya puedo deducir por donde llevan la conversación.

—Un poco, fue de reojo, iba pasando y no podía detenerme mucho tiempo. No estoy segura chicas, pero escuche decir a Shanika y a su grupo de cotillas, que el Rey se encontraba en el salón acompañado de un caballero de armadura dorada, dicen que no es el más joven, pero si el más atractivo que han visto, no pude escuchar más o de lo contrario, la Excelentísima Fliescher me hubiese visto cotilleando —murmura Vrina, observándolas de hito en hito a cada una, expectante a sus reacciones. Parece emocionada, como si acabara de descifrar uno de los tantos misterios del reino.

Es tan Vrina.

—¿Y tú lo viste? —pregunta Melody

Las tres se mantienen en su pequeño circulo, inclinadas ante sus susurros. Vrina la mira mal, mientras que Loren contiene la risa. Melody se encoge de hombros.

—Ya te dije que iba pasando y me iban a descubrir si prolongaba tiempo. Es que eres sorda, Melody o no estas prestando atención. Si alguien me escucha me meteré en problemas y las tres nos iremos de coladas —reprocha Vrina con una mueca en sus labios




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.