Miraba los árboles pasar como un borrón verde. Habíamos cruzado las fronteras del reino hace una hora.
Tenía algo de hambre, llevábamos dos horas de camino y faltaba dos horas más y al rey no se le había ocurrido poner aunque sea pequeños bocadillos hasta que llegáramos al castillo.
Pero lo entendía, sus riquezas estaban empezando a desvanecerse con el tiempo por la guerra. Los respetabas hasta cierto punto, habían sido muy valientes al permanecer aun de pie después de tanto tiempo en continuas batallas con otoño, conociendo que ya tenían a la mitad de la población esclavizada... que aun quedara era algo digno de admirar.
El paisaje había cambiado y ahora veía los campos de cosechas en donde los granjeros trabajaban, las grandes casas de campo a los lejos. Después entramos por una pequeña ciudad pintoresca. Veía la gente ir de un lado a otro feliz, a los vendedores en una esquina de la cera, los autos extravagantes pasar al lado de nosotros y los grandes edificios en donde se reflejaba la luz del sol en los ventanales.
—Bienvenidos a la ciudad Dilentx—. Dice nuestro chofer captando nuestra atención— es la ciudad próxima al Reino.
—¿Así no es el nombre de la fortaleza Dilentx?—pregunte volviendo a mirar por la ventana.
—Así es…—responde—fue nombrada en honor a la familia Dilentx por su gran valentía durante estos años de guerra.
—De acuerdo…—dije asintiendo.
—Ya casi estamos llegando, queda poco…—dice y me alegre al escuchar eso.
Tengo mucha hambre y el trasero entumecido por estar tanto tiempo sentada.
Entramos por un sendero que parecía ser infinito. Luego de varios minutos a los lejos visualice la punta de un castillo con una bandera ondeando la cual tenía grabada en dorado un sol grande y dos espadas cruzadas. Eso indicaba que ya estábamos llegando, a medida que nos acercábamos podía ir viendo la enorme torre en donde estaba la bandera.
Respire profundamente mirando a mi hermano.
—No creo seguir aguantando tanto tiempo estar en este reino…—dice girando su cabeza hacia mí —hace demasiado calor, ¿cómo aguantan vivir así?.
—No olvides que son veranos…—respondí mirando al frente viendo una gran entrada de piedras negras en forma de arco y en lo alto unas letras doradas que decían “Bienvenidos al castillo Hermont”—no son de invierno como nosotros.
—Ya estamos empezando mal con esto…—susurra empezando a echarse aire con la mano.
Para el sería un problema serio estar en estas tierras calurosas.
Pasamos la entrada y un jardín lleno de flores de diferentes colores y grandes árboles con varios estanques de aguas y asientos de piedra fue lo primero que vi. Pasábamos por un camino de piedra y en la orilla del camino había piedras gruesas con un sol dibujado en cada uno.
Nos esperaban soldados con su uniforme negro y sus espadas en las manos en un costado desenvainada, había una orquesta que empezaba a tocar el himno del reino posicionado en ambas esquinas de la entrada del castillo y la familia real parada en el medio detrás de ellos estaban los escalones. Los hombres con sus uniformes negros y las mujeres con sus vestidos elegantes y finos. Detrás de ellos estaba una larga fila de sirvientes bien uniformados y un cartel gigante en donde decía “Bienvenidos príncipes al castillo Hermont”.
—Sí que se tomaron las molestias de darnos una bienvenida...—murmura mi hermano.
—Hay que guardar las apariencias…—respondí mirándolo divertida.
El me devuelve la sonrisa y el auto se detiene justo en frente de aquellos soldados que de inmediato levantaron sus espadas al aire juntándolas.
Un guardia se acercó a la limusina y abrió la puerta del lado de mi hermano, este salió primero arreglando su fino traje negro que le quedaba bien y me extendió su mano.
Me arrastre hacia la salida, me habían puesto un vestido rojo brillante con escote de corazón para que mi blanca piel resaltara, eso había dicho mi madre, mando a que plancharan mi larga cabellera blanca y que me pusieran la tiara de piedrecitas rojas que me había regalado en invierno, unos zapatos del mismo color muy altos para no parecer tan bajita.
Tome su mano y Salí del auto pestañeando varias veces por la luz del sol al darme de lleno en los ojos. Acomode mi vestido mirando al frente, lo primero que vi fue a un chico alto de tez blanca y cabello negro, en su ojo derecho tenía un parche. Encima de su uniforme negro llevaba una capa larga con pelusas arriba y en el ruedo.
—Bienvenidos al reino verano—habla el que creo que es el Rey Dimitri. Debo decir que solo lo conocía por su nombre, nunca lo había visto en persona, es la primera vez que estoy tan lejos del castillo. Mis padres me tenían prohibido de ir más allá de las fronteras de invierno por mi seguridad—espero que hayan tenido un buen viaje— empieza a bajar los escalones con una sonrisa acercándose a nosotros—supongo que tienen hambre…
Supones no, sabes que tenemos hambre. Ni siquiera agua nos pusiste en el auto.
Llega a nosotros dándole la mano a mi hermano, este la acepta dándole una sonrisa falsa. Luego me mira a mí tomando mi mano derecha depositando un pequeño beso mientras me miraba directamente a los ojos—es cierto lo que dicen…—susurra soltando mi mano—es usted una mujer muy hermosa.
Sonrió con arrogancia—Gracias.
Me da la mano invitándome a cruzar por debajo de las espadas las cuales estaban aún alzadas, mi hermano nos sigue. Miro al frente topándome con unos ojos azules de una hermosa mujer de cabello negro y tez oscura quien miraba atentamente cada movimiento que hacía.
—Ella es mi esposa Irish Hermont, reina de Verano—dice una vez llegamos frente a ella y a los tres príncipes.
—Es un placer conocerla finalmente princesa Evie—. Dice inclinando su cabeza un poco con una expresión serena.
Sentía que esta gente tenía cierta rabia hacia mí y mi cambio de planes, pero no era que me importara mucho. Sus sentimientos y la manera de pensar hacia mí me daban igual, yo tenía un objetivo claro y nadie iba a detenerme con solo darme una mirada mal o una mala opinión.
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Editado: 09.03.2022