La Reina Híbrida

4. El estanque

Miraba los árboles pasar como un borrón verde, ya habíamos cruzado las fronteras del reino hace una hora. Tenia algo de hambre, llevábamos dos horas de camino y faltaba dos horas mas y el Rey no se le había ocurrido poner, aunque sea pequeños bocadillos hasta que llegáramos al castillo.

Pero lo entendía, creo que sus riquezas estaban empezando a desvanecerse con el tiempo por la guerra. Los respetabas hasta cierto punto, habían sido muy valientes al permanecer aun de pie después de tanto tiempo en continuas batallas con otoño, conociendo que ya tenían a la mitad de la población esclavizada... que aun quedaran era algo digno de admirar.

El pasaje había cambiado y vi los campos de cosechas en donde los granjeros trabajaban, las grandes casas de campo hasta que entramos por una pequeña ciudad pintoresca. Veía la gente ir de un lado a otro felices, a los vendedores en una esquina de la cera, los autos extravagantes y los no extravagantes pasar al lado de nosotros y los grandes edificios en donde se reflejaba la luz del sol en los ventanales.

- Bienvenidos a la ciudad Dilentx – habla nuestro chofer captando nuestra atención – es la ciudad próxima al Reino.

- ¿Así no es el nombre de la fortaleza Dilentx? – pregunte.

- Así es – responde – fue nombrada en honor a la familia Dilentx por su gran valentía durante estos años de guerra.

- De acuerdo. – respondí.

- Ya casi estamos llegando, queda poco – dice y me alegro.

Tengo mucha hambre y tengo todo el trasero entumecido por estar tanto tiempo sentada.

Seguí viendo la pintoresca ciudad hasta que entramos por un sendero que parecía ser infinito. Luego de varios minutos a los lejos visualice la punta de un castillo con una bandera ondeando la cual tenia grabada en dorado un sol grande y dos espadas cruzadas. Eso indicaba que ya estábamos llegando, a medida que nos acercábamos podía ir viendo la enorme torre en donde estaba la bandera.

Respire profundamente y mire a mi hermano. – No creo seguir aguantando tanto tiempo estar en este reino – dice mirándome – hace demasiado calor, como aguantan vivir así.

- No olvides que son veranos. – dije mirando al frente viendo una gran entrada de piedra negras en forma de arco y en lo alto unas letras doradas que decían “Bienvenidos al castillo Hermont”. – no son de invierno como nosotros.

- Ya estamos empezando mal con esto… - dice empezando a echarse aire con la mano. Para el seria un problema serio estar en estas tierras calurosas, para mi no.

Pasamos la entrada y un jardín lleno de flores de diferentes colores y grandes arboles con varios estanques de aguas y asientos de piedra fue lo primero que vi. Pasábamos por un camino de piedra y en la orilla del camino había piedras gruesas con un sol dibujado en cada uno.

Nos esperaban soldados con su uniforme negro y sus espadas en las manos en un costado desenvainada, había una orquesta que empezaba a tocar el himno del reino posicionado en ambas esquinas de la entrada del castillo, y la familia real parada cerca de la entrada en los escalones, los hombres con sus uniformes negros y elegantes y las mujeres con sus vestidos elegantes y finos. Detrás de ellos estaba una larga fila de sirvientes bien uniformados y un cartel gigante en donde decía “Bienvenidos príncipes al castillo Hermont”.

- Si que se tomaron las molestias de darnos una buena bienvenida. – comenta mi hermano.

- Hay que guardar las apariencias. – dije mirándolo divertida.

El me devuelve la sonrisa y el auto se detiene justo en frente de aquellos soldados que de inmediato levantaron sus espadas al aire juntándolas.

Un guardia se acerco a la limusina y abrió la puerta del lado de mi hermano, este salió primero arreglando su fino traje negro que le quedaba bien y me extendió su mano. Me arrastre hacia la orilla agarrando la orilla de mi vestido. Me habían decidido ponerme un vestido rojo brillante con escote de corazón para que mi blanca piel resaltara, eso había dicho mi madre, mando a que plancharan mi larga cabellera blanca y la tiara de piedrecitas rojas que me había regalado en invierno y unos zapatos del mismo color muy altos para no parecer tan bajita, tome su mano y Sali del auto pestañeando varias veces por la luz del sol al darme de lleno en los ojos. Solté mi vestido y lo acomode y mire al frente, lo primero que vi fue a un chico alto de tez blanca y cabello negro, en su ojo derecho tenia un parche. Encima de su uniforme negro tenia una capa larga con pelusas arriba y en el ruedo.

- Bienvenidos al reino verano – habla el que creo que es el Rey Dimitri. Debo decir que solo lo conocía por su nombre, nunca lo había visto en persona, es la primera vez que estoy tan lejos del castillo. Mis padres me tenían prohibido de ir más allá de las fronteras de invierno por mi seguridad. – espero que hayan tenido un buen viaje – empieza a bajar los escalones con una sonrisa acercándose a nosotros. – supongo que tienen hambre.

Supones no, sabes que tenemos hambre. Ni siquiera agua nos pusiste en el auto.

Llega a nosotros y le da la mano a mi hermano y está la acepta dándole una sonrisa falsa, luego me mira a mi y se acerca tomando mi mano derecha depositando un beso mientras me miraba directamente a los ojos los cuales eran verdes oliva. – es cierto lo que dicen – dice soltando mi mano para enderezarse – es usted una mujer muy hermosa.

Sonrió con arrogancia – Gracias.

Me da la mano invitándome a cruzar por debajo de las espadas las cuales estaban aun alzadas, mi hermano nos sigue y miro al frente topándome con unos ojos azules de una hermosa mujer de cabello negro y tez oscura quien me miraba atentamente cada movimiento que daba.

- Ella es mi esposa Irish Hermont Reina de Verano – dice una vez llegamos frente a ella y a los tres príncipes.

- Es un placer conocerla finalmente princesa Evie – dice inclinando su cabeza un poco con una expresión serena.




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