La Reina Híbrida

8. Noche de hermano

—En mi reino las mujeres tenemos el derecho o más bien el deber de pelear en la guerra al igual que los hombres. Contamos con diferentes equipos especiales que desarrollan sus labores en diferentes campos como por ejemplo, los médicos que se encargan de las heridas más complicadas cuando un  soldado no puede curarse por sí mismo dado a que cuentan con una pequeña caja de primeros auxilios por si es herido en batalla. Contamos con Torres médicas con los mejores equipos en las fronteras para estos casos.

También está el grupo que se encarga de las cosechas y el grupo de entrenamientos que son dirigidos por viejos veteranos que orientan y enseñan a nuestros soldados.
Aunque ustedes crean que tratamos a nuestros soldados como simples marionetas como ustedes, se equivocan, en mi reino hay algo que se llama "hermandad" que es algo que no se ve mucho por aquí. Que portamos una corona en nuestras cabecitas no nos hace más o menos que ellos, todo lo contrario, todos en Reino invierno somos una familia, nos ayudamos entre nosotros y damos la vida para proteger a nuestras familias en la guerra sin ningún temor. Nuestros ancestros nos dejaron enseñado que si todos nos tratamos como familia, aunque no tengamos la misma sangre y nos apoyemos entre nosotros, lograremos la victoria para nuestro pueblo—. Respondí con mi cabeza en alto al rey Dimitri.

Había creado todo un escándalo desde que se enteraron de que yo, una princesa que contaba con una belleza inigualable y frágil haya derrotado por si sola a ese “gran grupo” de hombres que ahora habían sido echados a una fosa común.

Estaba en el medio del salón al lado de mi hermano mayor frente al rey dándole al parecer “una explicación” de como eso fue posible, había dicho que mis mujeres eran fuertes guerreras a comparación con la de el a lo que su reina respondió si era que solo estábamos programados para la guerra.

Que si solo hacíamos eso, si no nos preocupábamos por nuestros soldados y si no contábamos con alimentos y medicina dado a que solo estábamos enfocados en la guerra.

Me defendí dándole mi respuesta de que si nos preocupábamos por ellos y por eso les facilitábamos muchas cosas y que estábamos cada uno divididos en diferentes tareas.

Los vi mirarme atentamente sin decir alguna palabra, y es que había dicho la verdad. Aquí eran unos inútiles a la hora de enfrentarse al enemigo, se volvían nada y solo iban de un lado a otro desesperados, en una guerra hay que tener la mente fría para saber cómo atacar y por dónde.

—Si no tiene más que decir... Me retiro, estoy algo cansada—hice una reverencia y me giro caminando con la cabeza en alto hacia la salida en donde los guardias abrían la puerta.

Salí al pasillo mi hermano siguiéndome.

—Que aburrido estar aquí…—dice caminando perezosamente al lado de mi—en casa había más diversión que aquí.

—¿Te refieres a la vida de prostituto que llevabas?—pregunto mirándolo.

—Si…—contesta echando su cabeza hacia atrás con los ojos cerrados resoplando.

—¿Es que las de aquí no te prestan la suficiente atención que las de allá?—pregunte.

—Demasiado, pero es que son sosa. Las de allá son más juguetonas, les gusta desafiarme y ponerme retos los cuales cumplo a la perfección y saben lo que quieren y lo que busco, cosa que lo hace más divertido porque entramos en un juego de que “finjamos que no nos estamos hablando porque no buscamos solamente sexo”—  responde—aquí se ofenden cuando las invitas cortes mente a la cama, ¿Qué quieren? ¿Qué finja por un buen tiempo que me gustan para así poderme acostar con ellas? Pues no, eso toma demasiado tiempo y yo no quiero perder tiempo, quiero ir directo al grano y listo, cada quien a su vida.

 —Por eso eres mi hombre favorito—dije poniendo una mano en su hombro—no te preocupes, no estaremos aquí toda una eternidad, ¿Qué tal si mañana hacemos una noche de hermano?

 —¿Cómo los que hacemos allá?—pregunta.

Sus ojos les brillaron.

—Si—. Digo con una risita.

—No puedo esperar para que comience la diversión—dice parándose en la puerta de su habitación—buenas noches mi reina helada—dice haciendo una reverencia con una sonrisa.

—Buenas noches mi príncipe travieso—hice lo mismo sonriendo.

El entro a la habitación.

Seguí mi camino hacia la mía, al doblar por el pasillo me encontré a los lejos a Deleriux saliendo de la suya.

Su capa negra la cual nunca se apeaba de encima su ropa de colores oscuros.

Pasé por su lado ignorándolo al igual que el a mí, entre a mi habitación la cual estaba a oscura y encendí las luces.

 

~*~

Como habíamos planeado mi hermano y yo de ir a festejar a la ciudad lo hicimos. Ningún guardia nos seguía y en las calles no nos reconocía nadie porque teníamos ropa de campesinos y teníamos una capa con capucha.

Nos habíamos ido a los lugares más pobres de la ciudad en donde la gente trabajadora de campo disfrutaba de una buena cerveza, carne asada y buena música. Nos gustaban estos tipos de lugares porque te divertía más a comparación con los lugares de alta clase en donde iban los dos hermanos príncipes y sus seguidores.

En invierno no existían esos lugares de alta clase como aquí porque no era necesario, lo que hacíamos era una enorme fogata con un gran banquete y todo el reino venia disfrutar.

Y luego estaban las noches de hermanos, los tres íbamos a bares como estos y bebíamos y bailábamos hasta quedar inconscientes. Allá no era necesario que nos escondiéramos como aquí, aunque lo hacíamos para no llamar tanto la atención en la calle, una vez en el lugar nos quitaríamos la capucha como ahora.

Todos los presentes nos miraban con la boca abierta sorprendidos, di un paso al frente  —¿alguien puede servirme una cerveza?—pregunte y la chica que estaba enfrente de mi mirándome asombrada levanto la mano.

—Yo…—respondió nerviosa.




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