La Reina Híbrida

18. El pueblo

Había pasado una semana estando aquí encerrada en estas cuatros paredes más aburrida que nunca.

Me la pasaba todo el día en el rio para entretenerme mientras que el idiota se quedaba en la casa jugando su estúpido juego. Ya me tenía cansada, quería salir de aquí al pueblo, pero él siempre se negaba o me ignoraba así que me canse y busque por mis propios medios de cómo llegar al pueblo.

Fui a la pequeña biblioteca que hay en la casa en busca de información, encontré un mapa que me guiaría hacia allá. Me iría a pie, son cinco kilómetros de distancia. Podría caminarlo, llevaría agua y comida para el camino y algo de dinero por si lo llego a necesitar.

Al no tener pantalones y blusas cómodas tuve que ponerme uno de tantos vestidos que tenía con unas plataformas. Para hacer estos tipos de viajes se necesitaba ropa cómoda, pero yo no contaba con eso y quedarme en casa no era una opción.

Aunque fuera una hibrida con habilidad de fuego como los veranos y pudiera soportar los rayos del sol me pondría la capa del idiota queme cubría por completo y rodaba por el suelo, tenía hasta una capucha.

Baje los escalones lentamente viéndolo cómodamente acostado en el sofá embelesado en su video juego que no noto mi presencia. Camine hacia la salida cerrando la puerta lentamente. Suspire mirando al frente acomodando mi pequeño bolso donde llevaba mis provisiones y dinero, me puse la capucha caminando hacia el sendero que llevaba a las rejas.

Estaba abierta, el idiota aun no la había cerrado. Pase de largo saliendo a la carretera, saque el mapa de uno de los bolcillos de la capa viendo las indicaciones. Bien, tenía que ir hacia la derecha, correcto. Volví a entrar el mapa a donde estaba empezando a caminar hacia la derecha.

 

~*~

 

Veía el campo de flores, los árboles y la hierba en ambos lados del camino. 

Llevaba dos kilómetros ya caminado, aun no estaba cansada, pero si tenía algo de calor.

Escuche relinchar a un caballo detrás de mí por lo que me gire de inmediato encontrándome con un campesino que transportaba cerdos. Tenía la piel muy bronceada, llevaba ropas viejas y un sombrero de pajas.

Se paró al lado de mí viéndome de arriba abajo.

—Buenos días señorita—saluda levantando por un momento su sombrero de pajas— ¿A dónde se dirige?

—Buen día señor, me dirijo al pueblo—respondí.

El asiente—súbase, me dirijo hacia allá, la dejare en la plaza—dice.

—Muchas gracias—conteste subiéndome sentándome  a su lado. Se puso en marcha de inmediato.

—Dígame señorita, ¿de dónde es? No parece ser de por aquí

—Oh, no soy de aquí, solo ando de vacaciones—conteste.

No le diría mi identidad. Apenas lo conocía, me subí porque evitaría seguir caminando más.

Asiente—entiendo…—susurra— ¿Qué tal le parece el lugar?

—Es bonito y tranquilo—respondí.

Vuelve a sentir—Me alegra que le guste señorita—dice con una sonrisa.

Pude apreciar sus dientes chuecos y amarillos. Le sonreí también mirando al frente de nuevo.

Luego de un buen rato en la carretera en donde cada uno se mantuvo en silencio llegamos al pueblo. Había una gran muralla con puertas de roble marrón, arriba se paseaban los policiales de un lado a otro. La bandera de verano ondeaba arriba en lo alto.

Algunos que cuantos comerciantes entraban y salían del pueblo. Los policiales estaban a un lado cerciorándose de que no haya ningún problema. Al entrar pude ver el pequeño pueblo algo pintoresco, había muchas personas yendo de un lugar a otro. Las casas y los edificios eran viejos, algunos muchos más, pero eso no le quitaba lo lindo.

Llegamos a una especie de plaza en donde en el medio estaba una gran fuente con la cara del rey Dimitri. A su alrededor estaban edificios y callejuelas que llevaban a algún lugar.

—Hasta aquí puedo dejarla señorita—dice deteniendo el caballo.

Lo mire asintiendo—muchas gracias señor, adiós—dije bajándome.

El levanto su sombrero despidiéndose alejándose.

Suspire mirando todo a mí alrededor. Todo era grande y nuevo para mí, quería explorarlo todo antes del anochecer.

Me dirigí hacia la calle con edificaciones viejas. Podría encontrar algo de historia por aquí.

 

~*~

Ya estaba atardeciendo lo que indicaba que faltaría poco para anochecer.

He caminado muchísimo que ya me duelen los pies. Conocí lugares encantadores y lindos y otros no tantos, hay mucha gente salvaje, hasta unos niños casi me robaban mi dinero.

Volví de nuevo a la plaza viendo un restaurante del otro lado. Comería antes de irme a casa. He durado todo el día aquí y el idiota ni siquiera se ha dado cuenta de que no estoy en casa. Podría dormir en algún hotel de por aquí e irme en la mañana, pero no tenía ropa de cambio ni cepillo.

Me senté y de inmediato un camarero se acercó a mí.

—Buenas noches señorita, ¿Qué va a pedir?—pregunta.

—Buenas noches, ¿Cuál es el menú? —pregunte.

—Tenemos Pizza, Hamburguesas, Patatas fritas, Hot dogs, Pollo frito y Nachos—responde.

Me gustan los Hot dogs por lo que pediré eso.

—Me gustaría dos Hot dogs con una limonada, por favor—pedí.

—Sale una orden de Hot dogs con una limonada, listo. Espere a su orden señorita—dice retirándose.

Asentí desviando la mirada hacia la plaza viendo a la gente cerrar sus negocios y otras yendo de un lado a otro, los niños revoltosos que me encontré ahorita jugando alrededor de la fuente con aquel perrito.

Suspire mirando al frente concentrándome en el diseño raro de la mesa hasta que llego mi pedido. Empecé a comerlo todo muy rápido, no sé si era porque tenía mucha hambre o en realidad estaba muy bueno.

Al terminar deje algunas monedas de oro como propina y me marche. Era hora de volver a casa de nuevo. Camine de nuevo por la callejuela algo atestada de pueblerinos, parecían celebrar algo que desconocía.




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