La Reina Híbrida

20. Desconocida

~Evie~

— ¡Eres un idiota!—le grito tirándole en la cara el cojín que estaba en el mueble.

Le dio directamente en la nariz. Me miro con ganas de matarme.

— ¡Vete a la mierda!—me grito de vuelta caminando hacia las escaleras.

— ¡Y tú al diablo!—le grite caminando hacia la puerta de entrada saliendo al porche.

Respire hondo cerrando los ojos volviéndolos abrir. ¿Cómo alguien como él podría ser tan insoportable? Estaba a nada de mandarlo a jugar cartas con los dioses e inventar un accidente.

Mire el sendero que llevaba al rio. Sin tener otra opción empecé a caminar hacia el rio maldiciéndolo.

Nuestra discusión empezó cuando el hijo del diablo se cruzó en mi camino tumbando mi batido de fresa que hice para mí con mucho esfuerzo. Empoce a golpearlo con el baso en la cabeza con ganas de sacarle el cerebro por la boca por imbécil.

Llegue al kiosco poniendo ambas manos en el barandal mirando el rio volviendo a respirar profundamente. Con solo recordar mi batido en el suelo me dan ganas de matarlo.

Luego de calmarme me senté en el mueble para ver un rato la televisión, si volvía otra vez a la cabaña terminaría siendo viuda.

~*~

Ya casi estaba oscureciendo cuando escuche una voz detrás de mí dándome un susto de mierda.

—Es una suerte que estés sola...

Me levante de inmediato del mueble encontrándome con un viejo todo andrajoso— ¿Quién diablos eres tú?—pregunte con asco, olía muy mal.

¿De dónde diablos había salido?

Sonrió con gracia mostrando sus dientes chuecos y amarillentos—soy Arnold, vivo cerca de por aquí, en el bosque—responde—anoche te vi a ti y a tu esposo... en su auto...—susurro con malicia.

Mierda.

Sonreí un poco incomoda retrocediendo un poco—ah... —dije sin saber que mierda más decir.

—Sí... —susurra asintiendo acercándose a mí—yo también quiero intentar lo mismo que el... —musita relamiéndose los labios.

Lo mire sorprendida— ¿Disculpa?—me puse en alerta cuando empezó acercarse a mí.

Levante mi mano para encerrarlo en un cubo de hielo, pero de sus bolcillos saco una jeringa enterrándola en mi brazo.

Abrí los ojos con sorpresa, no me había esperado ese movimiento.

— ¿Olvide mencionar que los llevo observando por mucho tiempo? sé que eres muy fuerte, por eso tome la opción B, drogarte—dice sonriendo—descuida, cuando despierte ya me abre divertido.

Lo mire con odio—hijo de... —mis palabras quedaron en el aire cayendo en sus brazos inconsciente.

~Deleriux~

Respire hondo molesto. Esa escuincla ya me tenía harto, le he dicho reiteradas de veces que no se quede en el bosque tan tarde, es peligroso.

Es tan estúpida, cree que inviernos es igual a verano.

Ya quería volver otra vez al castillo para dejar de estar pendiente de ella, seria libre de todos sus estúpidos berrinches. Suerte a los dioses solo quedaba la mitad de esta semana y la otra para largarnos de aquí.

Mire con extrañeza al viejo que bajaba los escalones del kiosco con la loca en brazos, parecía estar muerta.

Me acerque antes de que desapareciera con ella por el bosque.

—Discúlpame, pero ¿A dónde llevas a mi esposa?—pregunte rascándome la nuca.

Conocía bastante bien a esa loca para saber que le daría unos fuertes golpes por tocarla sin su permiso. Aun me siguen doliendo las costillas de cuando me noqueo a noche.

Dios, es tan estúpida...

Me miro algo asustado por un segundo, luego sonrió un poco—a ninguna parte, solo intentaba ayudarla. Se desmayó en el suelo sin ninguna razón—contesta con una pequeña sonrisa.

Al terne la mirada entre él y la loca en sus brazos, no me creía para nada lo que dijo.

—Aja...—susurre asintiendo.

Levante una mano dándole un fuerte golpe en la cara mandándolo lejos provocando que rompiera la mesa, atrape a la loca a tiempo antes de que cayera al suelo.

Subí los escalones dejándola en el mueble, me gire hacia aquel viejo quien aun seguía en el suelo con una mueca de dolor.

Me acuclille tomándolo del cuello poniéndolo de pie mirándolo atentamente—viejo... hoy no es tu día...—susurre.

—P-Por favor... no me mates...—susurro asustado—piedad.

Levante una ceja divertido—ah créeme, será mejor que yo lo haga y no ella—dije señalando a Evie en el mueble—eso sería piedad de mi parte...—dicho eso le rompí el cuello dejándolo caer al suelo.

Suspire sentándome en el mueble individual sacando mi teléfono jugando otra partida hasta que la desquiciada despertara. Viéndola ahora así dormida y tranquila sin molestar era perfectísima.

Disfrutaría mis pocos minutos de paz al máximo.

~Evie~

Escuche unos disparo entre sueño. Abrí los ojos viendo el techo del kiosco, la imagen del viejo clavándome la jeringa vino a mi mente de pronto sentándome de inmediato en el mueble.

Mire la mesa rota y al viejo tirado en el suelo algo confundida, ¿Qué diablos había pasado?

Alce la cabeza viendo a Deleriux sentado en el sillón muy relajado con las patas abiertas jugando su estúpido juego.

— ¿Cómo?—pregunte mirándolo atentamente.

—Ah, mierda... adiós los minutos de paz...—susurro rodando los ojos guardando su teléfono mirando al viejo muerto frente a nosotros—bueno, estaba anocheciendo vine a buscarte y te encontré media muerta en sus brazos—responde mirándome—y lo mate—se pone de pie—ahora tú lo entierras—dice yéndose dejándome a solas con el viejo apestoso.

Me puse de pie suspirando rodando los ojos tomando de los pies al viejo arrastrándolo hacia el bosque para enterrarlo.

Al terminar volví de nuevo a la cabaña. Un rico olor a buena comida me dio de lleno provocando que mi estómago rugiera. Camine de inmediato a la cocina encontrándome con Deleriux dándose la vuelta con un rico plato de comida en las manos.

La boca se me hizo agua. Cruzo por mi lado directo al comedor, mire de nuevo a la cocina viendo todo limpio sin rastro de a ver otro plato para mí.




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