La Reina Plebeya

Capítulo I

La añoranza es el sentimiento que nos da al recordar las buenas cosas que sucedieron en el pasado y que sabes que no regresarán pero aun así quieres que pasen, por ejemplo en estos momentos añoro mi tranquilidad, aquella que tenía tan solo unos meses atrás y que ahora se esfumó y que se con seguridad que no regresará.

En mi vida había visto tanto frenesí de personas, los medios y sus jodidas cámaras apuntándose directo a tu cara, esperando a solo poderte ver unos cuantos minutos y tomarte unas cuantas fotos, cruzar unas cuantas palabras contigo aun siendo un día lluvioso. Siempre había querido ser alguien importante, reconocida por varias personas, Alguien a quien muchos admiraran, pensaba en ser actriz o cantante, pero nunca esto...

- ¡Alteza! ¿Qué hará ahora? 

- ¿Renunciará al trono? 

- ¿Se casará con el duque Andrew?

- ¿Por qué dicen esas cosas de usted?

- ¿Terminará el año escolar aquí? 

-¿Se irá a su tierra para gobernar pronto?

- ¿Lady Sofía subiría al trono en caso de que usted abdiqué? 

- ¿Qué pasará con su familia materna?

- ¿Que siente al saber que usted será la próxima reina?

Esas y otras preguntas me bombardean al salir, sin contestar ninguna, mis dos guardias apartan el mar de gente que hay en frente al instituto para que pueda pasar y meterme al auto. No entiendo ¿Quién hizo esto? ¿Por qué lo hicieron? Se supone que la noticia no se lanzaría hasta que terminara el año, ese era el trato, aunque viniendo de personas que trabajan para la realeza y solo ven el beneficio de la misma, no se sabe que esperar. Cuando entro al auto mi celular comienza a vibrar, no tengo que mirar para saber quién es.

- ¿Qué mierda fue eso y quién lo hizo? Y ni se te ocurra joderme ahora por mí vocabulario Samantha- grito furiosa, ella es la encargada de los medios, si alguien dentro de la realeza lo dijo ella lo debe de saber.

- Uy, qué humor de perros te traes hoy alteza, ¿Te levantaste del lado incorrecto de la cama?- oigo una risa a través de la línea, esta mujer me tiene exasperante la mayoría del tiempo, pero debo admitir que es una buena amiga después de todo.

- Samantha no estoy para tus juegos ahora, ¿Y cuántas veces te he dicho que no me llames "Alteza"?- resoplo, y le doy la orden a mis guardaespaldas para que el coche avance.

- Está bien, lo siento, pero cálmate, de todos modos algún día tendrían que saber.

- En eso tienes razón, pero se supone que no lo iban a decir hasta finales de año, quería terminar aquí mi último año de secundaria, ¿Fue tan difícil entender eso?- se me quiebra la voz, me llevo la mano izquierda a la cabeza mientras me recuesto en el respaldo del asiento mullido de cuero, necesito calmarme, pero se me hace imposible, he luchado durante un mes para que está situación no sea tan evidente, pero la monarquía y sus reglas... Qué tengo que estar acompañada de guardias y doncellas a cualquier lugar que vaya, que tengo que vestir como una futura reina lo haría, por lo menos me salve de usar vestido, cosa que agradezco infinitamente, además de otro sin fin de protocolos que tengo que seguir, así ¿Quién no va a sospechar que no soy una persona común y corriente? 

- Como te dije antes Victoria, ¡Cálmate! No te estreses de más, esto solo es un pequeño inconveniente, aún falta mucho por pasar y hacer. Hablando de un tema más de tu interés, nadie de la realeza o allegados que sabían fue, en este momento estamos averiguando quién lo hizo, porque además de comunicar a los medios quién eres, la persona misteriosa habló pestes de ti, se nota que es alguien que te odia bastante.- se me corta la respiración, no puedo creerlo esto es imposible.

- ¿En serio? ¿Q... Qué es lo que dicen?

- Lo más ligero que encontré es que el que lo dijo dice que eres una orgullosa empedernida, que no tiene humildad, que no podrás ser reina aunque quisieras porque tus cualidades para tratar con tus semejantes son muy escasas, una persona que humilla a los demás sólo por mera satisfacción, ¡Ah! Y alguien muy altivo- hubo un silencio largo en la línea de repente soltamos una carcajada enorme y escandalosa, ¡esto es ridículo! nadie en esta ciudad que me conoce realmente se creerá eso.

- ¡Dios! Sí qué me odia el hombre ¿No? - digo cuando por fin las risas paran.

- ¿Hombre? ¿Por qué lo dices? ¿No podría ser una mujer?- su tono de voz suena queriendo ser profesional, aun así sé que siente curiosidad por saber quién es y qué voy a hacer al respecto.

- Creo que ya tengo una idea de quién pudo haber sido, te quiero, hablamos más tarde, te comunicare si tengo razón o no.

- Oye, ¡Espera!- corto antes de que diga algo más, tiro el celular hasta el otro asiento y me acomodo hasta quedar acostada.

Aun no puedo creer que hace solo tres meses todavía era una persona normal, con las mismas preocupaciones de cualquiera, una don nadie, no creo que me acostumbré a todo esto en poco tiempo, es demasiado abrumador. Antes podía ir a cualquier parte sin andar pensando en el que dirán, antes tenía una familia, una mamá que me amaba incondicionalmente y un padre aunque no lo veía tan seguido como hubiera querido aun así lo amaba... 

No vayas por ahí Victoria.

Me regaño a mí misma, los pensamientos depresivos pueden venir al rato, este día ha sido demasiado duro como para que en mi mente todavía estén esos pensamientos.

Al llegar a casa decido vestirme con mi pijama he irme a dormir, me he desvelado poniéndome al día en mis tareas del instituto que necesito un descanso con urgencia. Mientras me quedo dormida voy remunerando todo lo que ha pasado hasta llegar a este momento, como la vida puede cambiar en tan solo unos segundos y como los efectos colaterales se van dando como piezas de dominó que van cayendo.

Todo empezó ese día en que se suponía todos íbamos a ser una familia feliz.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 15.03.2020

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