La reina que se niega a ser esclava.

Capítulo 12: El Exiliado que Regresa

12.1. La Calma Rota

La paz en la casa del lago había sido efímera, una tregua pasional que duró apenas veinticuatro horas. El brazalete seguía tirado junto a la chimenea, un símbolo de que las reglas del contrato habían sido sustituidas por las leyes del deseo. Romina estaba en la cocina, bebiendo café, observando las tranquilas aguas, una calma que parecía burlarse de la tormenta interna que llevaba.

Dante entró, vestido solo con pantalones oscuros. El control que había perdido fue reemplazado por una posesividad más cálida y peligrosa. Se acercó a ella, pero antes de que pudiera tocarla, el teléfono de Dante sonó.

La voz al otro lado era la de un hombre de seguridad. La noticia era concisa y lapidaria.

"Dante, ha habido un incidente en el puerto. Pero no es de los Iscariote. Es... un Nivar."

La taza de café se deslizó de la mano de Romina y se hizo añicos en el suelo. El sonido fue un eco del pasado rompiéndose.

"Tenemos una visita, Reina," dijo Dante, su rostro de piedra, pero sus ojos fijos en ella. "Se presenta como tu hermano. El que se suponía que estaba muerto."

12.2. El Fantasma de la Herencia

Volvimos a la Mansión Murillo con urgencia. El hombre no estaba preso; estaba sentado en el Salón Principal, rodeado por los guardias de Dante, pero con una arrogancia que solo podía venir de la sangre Nivar.

Era Elías. Dos años mayor que Romina, su supuesto heredero, desaparecido en un accidente de barco hace una década y declarado legalmente muerto por el propio padre de Romina.

"Qué sorpresa," dijo Elías, levantándose. Su traje impecable no disimulaba la dureza de un hombre que había vivido al margen. "Mi hermana, la Reina de la Mafia, y su Cuervo. He regresado a reclamar lo que mi padre me prometió."

Romina se quedó helada. Elías no era un enemigo. Era su familia. El recuerdo de su infancia, de la que había sido despojada, regresó con una fuerza violenta.

"Estás muerto, Elías. Papá te declaró muerto," dijo Romina, su voz apenas un susurro. "Solo muerto para el Consejo, mi dulce hermana. Papá me exilió para protegerme. Sabía que Dante te tomaría, pero nunca pensó que te acostarías con él. Ahora he vuelto para tomar mi trono Nivar, y tú, Romina, debes elegir: la sangre o el contrato."

12.3. La Puñalada de la Lealtad

La amenaza era clara. Elías tenía derecho de sangre a la herencia Nivar, lo que legalmente podría desestabilizar el reinado de Dante.

Dante intervino, su cuerpo imponiendo distancia entre Romina y su hermano.

"No hay nada que reclamar, Elías. El Consejo me eligió. Romina me eligió." "Ella no te eligió, Murillo. Fue un matrimonio por la carrera. Yo fui el que te pagó en secreto con los contactos de mi exilio, asegurándome de que te tomaras el trono. Yo te di la información para vencer a La Mantis. Yo fui el que regresó de la muerte para darle a Romina una opción."

El salón se quedó en silencio. Romina miró a Dante, la traición quemándola. Toda la información que los llevó a la victoria no había venido de sus esfuerzos, sino de este exiliado que regresaba.

"Toda tu estrategia, Cuervo... ¿fue planeada por mi hermano?" preguntó Romina, su voz llena de dolor y furia.

Dante asintió lentamente, confirmando la puñalada. "Él quería que me ganara tu lealtad para entregarte el Imperio Nivar intacto."

12.4. La Decisión Cruel

Elías sonrió triunfante. "Ven conmigo, Romina. Juntos, seremos invencibles. Dejemos al Cuervo en su jaula."

Romina miró a su hermano. La tentación de regresar a la sangre, de tomar el poder que siempre le perteneció.

Pero luego miró a Dante. Vio la fría verdad, la manipulación, pero también recordó el beso, el coñac compartido y la mano que la había tomado en la oscuridad para luchar en la guerra.

"Estás equivocado, Elías," dijo Romina, su voz firme. "Tú me exiliaste. Papá me exilió. Dante me dio un trono que no pidió, pero que me obligó a ganarme. Y rompimos todas las reglas por él."

Romina se puso junto a Dante, poniendo su mano sobre su brazo, tal como lo había hecho en el Consejo.

"El exiliado no regresa al Trono, Elías. Regresa a la cárcel. Yo elegí mi alianza. Yo elegí mi contrato. Y elegí a mi Cuervo."

La traición se había consumado, pero la lealtad de Romina estaba clara. Dante la había manipulado, sí, pero también le había dado el poder que su propia sangre le había negado. Elías fue arrestado y llevado lejos, con la promesa de venganza en sus ojos.

Al quedarse solos, Romina se separó de Dante.

"Me mentiste," dijo. "Te protegí. Ahora tenemos un problema mayor que La Mantis," replicó Dante.

La guerra con el mundo exterior había terminado, pero la guerra de confianza entre ellos acababa de empezar, con un nuevo enemigo: el propio Dante.




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