La reina que se niega a ser esclava.

Capítulo 14: El Viaje al Exilio

14.1. La Herida Abierta

Romina estaba empacando solo lo esencial. El Primer Decreto había abierto la herida más profunda: la verdad sobre el asesinato de su madre a manos de su propio padre.

Dante entró. Había un maletín de viaje y dos pasaportes falsos sobre la cama. Ya no era el jefe pidiendo; era el cómplice preparando el exilio.

"La eliminación se planeó con el jefe del Cártel Extranjero en el Este," dijo Dante. "Nos vamos directamente a la guarida." "Elías dijo que ella murió en un accidente de coche. Todas eran mentiras."

14.2. La Intimidad de la Misión

El viaje fue una tortura. No por el lujo, sino por la proximidad forzada. En el aire, solo estaban ellos dos, lidiando con la cruda verdad.

"Mi padre la mató para salvar los negocios de una guerra," dijo Romina. "Mi dolor se ha transformado en una necesidad obsesiva de justicia."

"Lo sé. Eres la única persona a la que puedo mirar que entiende la crueldad de nuestra vida," respondió Dante. "Mi mundo mató a tu madre, y te juro que la vengaremos juntos."

Esa fue la primera vez que la promesa fue personal. Su mano se movió para tocar la de Romina, y ella no se apartó. El romance oscuro se construía sobre el dolor compartido.

14.3. El Refugio de la Ciudad Vieja

Se instalaron en un refugio discreto. La misión se convirtió en su única forma de intimidad. Pasaron horas examinando archivos codificados.

"Él era el contacto de mi padre. El que vendió a mi madre," susurró Romina, señalando un nombre.

Dante la miró. "Esta mujer no se había roto con la verdad; se había fortalecido."

14.4. La Promesa Compartida

Romina se dirigió a la ventana. El silencio del exilio era pesado. Dante la siguió.

"No puedo marcharme," respondió Romina. "Si me voy, el Cártel gana. Se trata de justicia."

Dante la volteó. "Esta es la verdadera Promesa del Cuervo. La promesa de que te daré la cabeza de todos los que te hicieron daño."

Romina se aferró a él, el dolor y la necesidad volviéndose inseparables.

"Hazlo," susurró ella. "Y seré tu Reina por la eternidad."

El beso fue un pacto solemne, una promesa de sangre y venganza sellada en un refugio lejos de su trono.




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