17.1. El Último Acto de Sangre
Dante y Romina estaban en un muelle al amanecer. Romina vestía un traje de combate. Llevaba el brazalete de su madre.
"Mi parte está hecha. Ahora, la ley," le dijo Dante. "La ley es lenta, Cuervo. Yo quiero justicia," replicó Romina.
Dante había convocado al Verdugo y a Elías para un "intercambio".
17.2. La Confrontación de los Herederos
El Verdugo y Elías llegaron con solo dos hombres.
"El Cuervo. Pensé que habías muerto. Y la viuda. Qué escena tan dramática," se mofó Elías.
"La escena se llama Ajuste de Cuentas," dijo Romina, avanzando. "Tú vendiste a tu sangre por ambición. Él la compró para demostrar poder."
Dante arrojó una copia de las pruebas.
17.3. La Danza de la Venganza
Dante se encargó de los guardias. Romina se enfrentó al Verdugo y a Elías.
Elías intentó atacarla.
"El exiliado eres tú, Elías. Estás solo," siseó Romina, rompiéndole la rodilla de un golpe certero.
Romina acorraló al Verdugo contra el borde del muelle.
"Mi madre. Ella te envía esto," dijo Romina, con la navaja apuntando a la garganta.
Romina dudó, sintiendo el peso de la vida.
17.4. El Contrato de la Sangre Compartida
Una bala precisa resonó. El Verdugo se desplomó en el agua. Romina se giró. Dante bajó el arma.
"Yo te lo prometí," dijo Dante. "Mi promesa era la cabeza de todos los que te hicieron daño. No te dejaría manchar tu honor con la sangre de un cerdo."
Romina no reprochó, sino que aceptó. Él había asumido la ejecución.
"El trono nos espera, Reina. Y ahora, es nuestro. Por la eternidad," susurró Dante.
Se besaron en el muelle, con el sonido de las sirenas acercándose. Habían fusionado sus imperios, sus almas y su oscuridad en un pacto inquebrantable. El Ajuste de Cuentas había terminado.