La rendición de la reina

Capítulo 2

Alejandro Valtor se deja caer en su elegante silla, su oficina es espaciosa y luminosa, con grandes ventanales que ofrecen vistas panorámicas de la Plaza Mayor y el puerto. El mobiliario es elegante pero funcional, con una mezcla de antigüedades y piezas contemporáneas. En un rincón, hay una biblioteca con libros sobre historia, política y desarrollo urbano, reflejando los intereses y la visión de Valtor.

—¿Qué se supone que significa? —sus ojos negros como la noche brillan de la rabia que está tratando de contener, Carlos Méndez el Director de Seguridad Pública, jala un poco su corbata.

—Lamentablemente huyeron —da un paso atrás cuando Alejandro da un fuerte golpe sobre la superficie de su escritorio.

—¿Huyeron? ¿Cómo es posible que huyeron de la Fortaleza de Blackstone?

El hombre se aclara la garganta.

—Hasta esta mañana se iban a llevar a la Fortaleza de Blackstone.

La furia era visible en Alejandro Valtor.

—Di claras instrucciones que todos los criminales que pertenecen a la banda de la Reina de Drakos fuera trasladado inmediatamente a la Fortaleza de Blackstone.

—Lo siento Señor Valtor, ayer estuvieron en varios puntos, todo para distraernos y asaltar la nueva joyería.

—¡Maldición! —estaba furioso —¡A veces me pregunto si esa maldita banda no ha sido atrapada porque tiene gente de este lado!

Carlos Méndez niega rápidamente con un movimiento de cabeza.

—No señor, nadie esta de acuerdo con la manera en que estos años la ciudad estuvo sometida al alto índice de criminalidad.

—¡Rosa! —llama el Gobernador, el hombre se aclara la garganta.

— Su secretaria renunció —las orbes de Alejandro se vuelven más oscuras.

—¿Cómo que renunció?

—No lo sé señor —extiende el sobre —Cuando estaba entrando ella iba de salida, me entregó su renuncia.

Alejandro no la toma, camina hacia el enorme ventanal, de ese lado podía ver a lo lejos el Puerto de Ravenport el cual es un punto central de la ciudad, siempre lleno de actividad. Los barcos de pesca y los cargueros internacionales traen vida y comercio, mientras que los mercados cercanos ofrecen productos frescos y artesanías locales.

—Al parecer la Señorita Paredes tenía mucha prisa que no me entregó la carta —sonríe maliciosamente —Creo adivinar quién ayudó a huir a los malhechores esta mañana, Señor Méndez, envíe a investigar a la Señorita Paredes, puede que ella nos lleve a la cabecilla de la Banda de la Reina de Drakos.

—Se rumora que es una mujer —Alejandro se encoge de hombros.

—No lo creo, puede ser una manera de desviarnos del verdadero líder, una mujer no puede tener las agallas para controlar a esos criminales.

—Tiene razón, se dice que a los que han querido traicionar al líder les ha cortado la lengua, y todos los secuestros y los muertos es porque la Reina de Drakos lo ha ordenado.

Alejandro asiente.

—La policía en Ravenport está más presente, antes sólo era una caricatura —frunce el ceño, el Jefe de policía no era de su agrado, pero por el momento no podía cambiarlo, estaba investigando a todos los funcionarios de Ravenport —Hable con uno de los Detectives, la Señorita Paredes puede llevarnos a la banda.

—Si Señor, lo tendré informado —Alejandro no se giró, volvió sus manos un puño, odiaba tanto a esa banda de criminales, habían vuelto la ciudad en la que creció en un lugar peligroso, cuando fue elegido por el pueblo, había atrapado otras bandas de criminales, había creado un programa de rehabilitación, para cuando pagaran sus penas y se reincorporaran a la sociedad, ya no lo hicieran como delincuentes.

*****

Lucrecia se sentó en una de las mesas del nuevo café que habían abierto en la calle principal, frente donde estaba la oficina del Gobernador, estaba situada en un edificio emblemático que reflejaba tanto la historia como la renovación de la ciudad, la joven tenía treinta y tres años, no los aparentaba, parecía de menor edad, su largo cabello rubio lo llevaba atado en una cola alta, llevaba una blusa sencilla de color melocotón, una falda recta abajo de la rodilla, unos zapatos planos negro, era una mujer elegante a pesar que vestia con sencillez, dio un sorbo a su café, sonríe sobre el borde de la taza al ver a su objetivo cruzar la calle para dirigirse a la cafetería, era alguien tan rutinario, eso la satisfacia, ya que podia hacer planes, cuando está a unos pasos, ella se levanta como si estuviera distraída de esta manera chocando.

—¡Lo siento! —el hombre la toma de los hombros para que ella no cayera —Lo lamento, por suerte no he manchado su traje.

Ricardo Salazar era el Vicegobernador, tenía fama de mujeriego, por la manera en que miró a Lucrecia, ella se sintió triunfante, él sería quién la haría entrar al Gabinete del Gobernador, encontraría su talón de Aquiles y lo destruiría.




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