La rendición de la reina

Capítulo 3

—Lo siento, que descuido el mío —Lucrecia sonríe un poco apenada —Me distraje leyendo el periódico —Ricardo desvía la mirada hacia el periódico que está en la mesa, estaba abierto en la sección de empleos.

—¿Busca trabajo? —sus ojos recorren de pies a cabeza a Lucrecia —Es increíble que alguien como usted no tenga trabajo.

—Llegué está mañana —gira su rostro en dirección al puerto.

—Entiendo, si no le molesta, puedo sentarme con usted a beber café o ¿ya se marchaba?

—No, iba a pedir más café —sonríe.

—Perfecto, traeré los café, así me habla un poco de usted y vemos en que la puedo ayudar.

—Muchas gracias —sonríe, pero cuando el hombre se da la vuelta, la sonrisa de ella se borra, por un momento en su mirada se reflejo el despreció.

****

—¿No crees que es peligroso? —Viktor se sienta frente a ella, estaban en el pequeño apartamento de ella, era cómodo, con vistas al puerto.

—Nadie sabe quien es la Reina de Drakos, quiero conocer al enemigo, voy a estudiar a Alejandro Valtor, por supuesto que sabré cual es su debilidad y lo usaré en su contra —pasa una mano por su cabello —Hemos tenido perdidas, por su culpa tres de mis hombres han muerto.

—¡Pero te estas metiendo en la cueva del León!

—Se defenderme —desvía la mirada hacia aquel retrato que descansaba en una mesita.

—Déjalo descansar, han pasado trece años.

Ella sacude la cabeza.

—Hasta que descubra quién fue y lo despelleje vivo, ellos y yo descansaremos ¿acaso tú ya olvidaste?

Viktor suspira, se pone de pie para servirse un trago.

—No lo he hecho —da un sorbo a su vaso el cual gira entre sus dedos —¿Quieres que duerma esta noche contigo?

—No —se pone de pie —se usar el arma, si ese maldito de al lado se pone violento, no dudaré en derribar la puerta y hacerlo bailar con las balas.

—Lucrecia, no me refiero a eso —ella se detiene, lo contempla, Viktor Draven era una hombre sumamente guapo, musculoso, alto, sabía de muchas muchachitas que se morían por él, tantos años juntos que al parecer él había desarrollado sentimientos por ella, pero ella se sentía vacía por dentro, hueca, a pesar de tener a un hombre a su lado, no le producía deseo, no le mojaba las bragas, él le había sugerido que podían ser compañeros de cama, la amaba, pero también la deseaba.

—No estoy preparada aún, cuando lo desee, no tendrás que preguntar si te puedes quedar.

Él pasa su mano por su nuca.

—Desde hace trece años no tienes sexo ¿no te apetece? Te aseguro que te encantará que te haga mía, puedo regalarte los mejores orgasmos.

—No lo dudo, pero no me siento preparada, deseo descansar —él volvió sus manos un puño, pero luego la relajó.

—Está bien, te estaré esperando.

Cuando ella se quedó sola, se dejó caer en el sofá, abrazo sus piernas, esa noche fue la más dura de su vida, perdió a sus padres, a su esposo y a su hijo no nacido.

Se suponía que Ravenport era un lugar seguro, pero no era así, solo los lugares donde vivían los ricos y poderosos, era el lugar seguro, los barrios estaban expuestos a cualquier cosa.

Su padre había vendido un terreno en las afueras de Ravenport, estaban felices porque iba a remodelar la casa, toda la vida habian vivido en ese lugar, lo amaban, tenian buenos vecinos, Lucrecia se iba a ir de la ciudad, ya que su esposo había conseguido trabajo en el interior del país, tenía tres meses de embarazo, estaban felices, habían planeado tener 3 hijos, ambos eran jóvenes, pero sabían lo que querían.

Jamás iba a olvidar esa navidad, fue la última que vivió con sus padres y su amado esposo.

Luego de la cena, subieron a la segunda planta para dormir, Lucrecia a pocos días de marcharse, había entregado el apartamento, así que se quedaban con sus padres, hizo el amor con tanta intensidad con su esposo, se habían quedado profundamente dormidos, despertó al escuchar como la puerta de su habitación había sido abierta con violencia, su esposo y ella se despertaron, hombres armados y con pasamontañas los apuntaban, su esposo fue sacado a empujones de la cama, lo golpearon, lo patearon preguntando por el cheque, ella asustada.

—¡Suéltelo, se los entregaré! —ellos dejaron de golpearlo, la joven se puso rápidamente el camisón, ambos estaban desnudos, al salir de la cama, iba temblando, uno de los hombres se quedó con su esposo, ella caminaba con miedo de que le hicieran algo a su esposo, sus padres, pero su corazón se aceleró al ver la habitación de sus padres abierta, gritó al verlos muertos, su madre en la cama y su padre boca abajo en el suelo, su espalda estaba teñida de rojo, los agujeros de las balas, no había sido una, habían sido muchas, ella grito, así que la golpearon con la parte de abajo de un arma, rompiéndole el labio.

—¡Entregalo! —ella camina hacia el lugar donde su padre lo guardaba, siente como la empujan con fuerza y la tiran al suelo, abren el cofre y sacan el cheque, todos se ríen, uno de ellos dijo algo por el micrófono que llevaban, fue cuando escuchó no una bala, fueron varias, ella gritó, intento ponerse de pie para ir donde su esposo, pero fue golpeada salvajemente, le dispararon, ella quedó tendida, pensaron que había muerto, ella perdió la conciencia.

Despertó un mes después, estuvo en coma inducido, para enterarse que habían quemado el hogar de sus padres, los vecinos alertados por los disparos fueron a ver que pasaba y tratar de ayudarlos, no les fue bien, también murieron, toda la línea de casas fueron quemadas sin importar si había gente.

Uno de los afectados fue Viktor, su familia, su novia con quien tenía una hija de dos años, habían fallecido, las autoridades no llegaron cuando se les llamó, hasta el día siguiente, para la humanidad todos murieron producto del incendio, escondieron la verdad, Lucrecia se juró que volvería un infierno Ravenport, hasta descubrir a los asesinos de su familia y sus vecinos.

Su móvil suena, lo toma y lee el mensaje del Vicegobernador.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.