Capítulo 13

—¿No dirá nada? —Lucrecia se había quedado sin habla, no esperaba este movimiento del Gobernador, sus pensamientos eran un caos, pero debía actuar rápido, sospechaba que esta sería la única oportunidad que tendría con el Alejandro.

—Estoy sorprendida —responde dulcemente —Soy una completa extraña para usted, sin embargo me ha elegido.

Él sonríe.

—Precisamente por eso la he elegido, no hay sentimientos de por medio, simplemente sexo.

—¿En qué nos beneficia este trato?

—Será mi amante, pero además de su salario, tendrá una pensión —le indica la cantidad —Creo recordar que en la fiesta usted quería mi atención.

Lucrecia lo mira a los ojos, era un hombre guapo, pero sin experiencia, solo había tenido una mujer en su vida y en su cama, podría manejarlo, bueno, no era una experta en la cama, pero estaba segura que lo que había aprendido con su esposo en la cama, le serviría con el Gobernador.

—Está bien —endereza su espalda —Acepto su proposición ¿puede poner en el contrato que en el año que sea su amante, usted no puede serme infiel? —el enarca una ceja.

—Estoy de acuerdo con su cláusula, pero será para ambos, sobre todo nada de coqueteos de su parte con Corvus u otro que se acerque a usted.

Lucrecia no responde a lo inmediato, le parecía irreal que iba a compartir su cuerpo con un completo extraño, nunca pensó que su sed de venganza la llevaría a acostarse con un hombre por el cual no sentía nada, sexualmente lo deseaba, pero no sentía nada por él, ni siquiera aprecio.

—Pediré a mi abogado que redacte el contrato ¿algo más que añadir? —ella niega con la cabeza —Lucrecia si usted le comenta a alguien de este contrato, no dudaré en demandarla —ella niega con la cabeza, no tenía amigas, ni amigos, no compartiría su vida privada con los miembros de la banda, ellos ni siquiera sabían quien era.

—No se preocupe, no hablaré con nadie del tema, estoy llegando a Ravenport.

—De acuerdo —responde el Gobernador —Sólo no olvide lo que haré si decide divulgarlo.

—¿Es todo? —se pone de pie —Tengo trabajo que hacer.

El hombre recorre con su mirada el cuerpo de Lucrecia, era una mujer elegante, con un cuerpo bien trabajado, por años había sido fiel a Elena, no había visto a otra mujer, pero aquí estaba, pensando en que se apostaría con una completa extraña.

—Antes debemos hacernos unos análisis —ella hace una mueca, suponía pensaba que saltaba de cama en cama.

—De acuerdo —se pone de pie —Haré cita en la clínica, me gustaría estar presente cuando el médico le lea sus exámenes.

—También estaré presente cuando le lean los suyos.

—No tengo ningún problema Señor Gobernador —camina hacia la puerta para irse a su escritorio, pero se detiene y se gira —Debe buscar un lugar donde nos veamos, mi casa no es opción —ella dormia en la cama donde durmió en los brazos de su esposo hasta su último día, para ella su cama era sagrada, ningún hombre debía dormir en esa cama.

—Estoy de acuerdo, puede quedarse con el departamento, una vez acabe el año.

Ella se encoge de hombros, no estaba mal, podía rentarlo después, económicamente no estaba mal, habían robado, extorsionado por años, así que sus cuentas estaban gruesas, agregar un apartamento a su patrimonio no estaba mal.

—Por favor dejelo sentado en el contrato.

—Le aseguro que cuando doy mi palabra, la cumplo.

Ella sonrió.

—Lo sé, pero deseo que quede plasmado en el contrató.

Alejandro estaba molestó, pero decidió acceder, era una relación superficial, meramente sexual, no iba a desgastarse discutiendo por un apartamento que no había comprado, Lucrecia salió de la oficina, el abrió el cajón de su escritorio, sus ojos se toparon con la foto que había guardado cuando Elena lo abandonó, su esposa era preciosa, paso sus dedos por el cristal de la retratera, él pensó que estaban bien, que tenían una bonita relación, pero se equivocó, ella lo abandonó por otro hombre, eso le.dolia en gran manera, necesitaba sacarla de su sistema, de su piel, Lucrecia era la indicada para ayudarlo a hacerlo.