La resiliencia de Allison Sallow.

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•Proyecto Final•

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Allie.


 

Durante toda la clase estuve aburrida, sí, hubo temas interesantes. Algunos sobre historia medieval, otras sobre el cliché y ese tipo de cosas. 


 

La única clase interesante para mi era mitología y era la siguiente. Tras un largo suspiro, proseguí a tomar mis cosas y salir del aula. 


 

Los pasillos blancos de la institución se me hacían cada vez más largos. En realidad estaba emocionada porque tal vez hoy iría nuevamente al bosque con Chloé, sin embargo las clases de hoy no me hacían mucha ilusión, además de la idea de ver a Joseph por ahí, me agobia.


 

El Ministerio le dio la oportunidad de culminar sus estudios.


 

—¡Hey! Quita esa cara—Dijo Chloé que recién llegó a mi lado y paso un brazo por mi hombro. Hoy se veía distinta, su cabello rubio ceniza estaba atado en una cola de caballo, unos jeans oscuros y apretados, y una polera de tirantes azul, el calzado era normal en ella, sus zapatillas.


 

—Es que ayer me encontré con Josh...


 

—¿¡Qué!?—Su cara se desfiguró y sus manos se aferraron más a los cuadernos que llevaban en sus manos.


 

—Te dije que ayer...


 

—No te hagas la graciosa...—Me miró mal. Seguimos caminando pues la clase de mitología la daban en la misma aula de astronomía, o sea en el mirador.—¿Cómo está?


 

—Él... Está bien Chloé, obvio te extraña, te necesita, se nota lo herido que está. Pero lo vi bien—Dije con rapidez—, ahora dejemos de hablar de él.


 

—Fuiste tú quien lo nombró.


 

«Dios no puedo hacer esto»


 

Iba a responder con lo primero que me venía a la cabeza pero me detuve. Es cierto, uno no escoge de quién enamorarse, muy a pesar de todos los problemas ella lo ama y Josh también a ella. 


 

¿Debería dejar de entrometerme?


 

—Yo...—dijimos al unísono luego de unos minutos de silencio.


 

—Quiero que entiendas que Josh no es su padre —finalizo ella debido a que le di la oportunidad de hablar primero.


 

—Y yo quiero que entiendas que no es fácil para mí, lo siento si te he presionado a hacer algo que no quieres. Pero claro está que yo no quiero ser un impedimento para que tú corras a sus brazos, a los brazos de tu felicidad.


 

—Son mis padres. —Confesó y como si el mundo me odiase nos topamos de frente con el rey de roma y este sí que se asoma.


 

—H-hola—Dijeron torpemente, yo seguí caminando,  mis tíos pusieron una queja en la institución para que los mantengan alejados y a pesar de eso ellos solo se limitan a saludarse.


 

Tras caminar un poco más llegué al mirador. Pocas personas estaban allí, a decir verdad, la clase era más como un pequeño club pues a poca gente le gusta, me hierve la sangre al pensar que en sus mundos juveniles y hormonales no hay lugar para un poco de historia inspiradora, no solo por saber a cerca de dioses olímpicos o nórdicos, sino también por los filósofos, arquitecturas y pensamientos. La mitología es mucho más.


 

La mayoría de los asientos estaban disponibles, pues aún no comenzaba la clase, me senté justo al medio, no era muy fan de estar atrás, ni delante. 


 

A los minutos llego Chloé y tomó asiento a mi lado. La única razón por la que tomó la misma clase que yo fue porque quedó encantada con los relatos griegos, sin embargo no se lo juzgo, también me hace ilusión.


 

—Buenos días clase, hoy hablaremos sobre cómo afectan los sentimientos en nuestra conducta —pausó—Ok, usaremos un ejemplo de la mitología griega, usaremos el relato de Apolo y la ninfa de la que él se enamoró, Dafne. Ya muchos conocen la historia; se dice que todo aquello lo desencadenó el sentimiento de la ira, venganza y envidia. Eros estaba muy enojado con Apolo y por ello hizo que este se enamorara de una ninfa, pero también provocó que ella no le amara, aquello despertó en Apolo un total sentimiento de tristeza. He aquí un poema de este tan trágico relato. —prosiguió a leer un hermoso poema;


 

"A Dafne ya los brazos le crecían,

y en luengos ramos vueltos se mostraba;

en verdes hojas vi que se tornaban

los cabellos que el oro escurecían.


 

De áspera corteza se cubrían

los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:

los blancos pies en tierra se hincaban,

y en torcidas raíces se volvían.


 

Aquel que fue la causa de tal daño,

a fuerza de llorar, crecer hacía

este árbol que con lágrimas regaba.


 

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!

¡Que con llorarla crezca cada día

la causa y la razón porque lloraba!"


 

 —Tengo noticias—Al decir eso la profesora se adueñó de toda la atención—, como bien sabrán los de último curso deben realizar un proyecto o ensayo final, como quieran llamarlo. Éste año me corresponde a mi, su amable servidora ser la tutora de este curso en conjunto con la profesora de Historia. Eso fue todo, espero verlos de nuevo, para las tutorías de sus trabajos.—Dijo al finalizar la lectura. La clase continuó con los miembros del club realizando lecturas y análisis sobre relatos, además de que algunos destacaban las hermosas estructuras de Roma. 




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