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•Voces•
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Allie.
El sudor caía por mi frente, Kian ingería todo el contenido de su botella mientras yo descansaba en el suelo del arduo entrenamiento. Dos semanas habían pasado, dos semana fuera de mi casa, lejos de mi padre, lejos de los míos. Mi unico consuelo es la compañía de Chloé.
No obstante no es mucho el sufrimiento, tanto Josh como Lena son magnificas personas y qué decir de Alexander, hemos comenzado a llevarnos bien.
—¿Agotada?
Asiento con la mirada fija al cielo.
—Suéltalo ya, hay algo que quieres decirme—Se gira para observarme—, te conozco.
—La expedición... ¿Qué es lo que debemos buscar?—Pregunto—¿Realmente hay algo muy importante detrás de todo esto?
—Hay cosas que es mejor no saber—Responde con la mirada perdida.
Antes de poder responder se escuchan pisadas, muy cerca nuestro. Kian se pone alerta y yo también. Estuvimos unos segundos en completo silencio, hasta que decidimos recoger nuestras cosas y volver a la casa.
El camino fue corto, a pesar de estar agotada corrí muy rápido. Al llegar me despedí de Kian y descubrí la audiencia de Alex. Subí a la habitación, tome un baño y luego baje a almorzar junto a Chloé, Josh, Lena y su padre.
Alex
—Eso es todo lo que hemos sabido—Culmina una anciana.
—Entonces algunos cazadores se reúnen más allá de la arboleda. ¿Es eso lo que quiere decir?—Pregunto con paciencia.
La anciana asiente, dándome otra oportunidad para hablar.
—¿Cómo se que puedo confiar en usted? —Pregunto con hostilidad.
—Alexander...—Interviene Román.
—¿Qué la hace diferente? Si mal no recuerdo usted es una cazadora...
—Excazadora—Corrige—; con todo respeto señor Alexander, míreme, solo soy una anciana, lo único que quiero es estar en paz y un lugar digno dónde fallecer. Si usted está dispuesto a velar por el corto tiempo de vida que me queda; mi lealtad está con usted.
—¿Cómo se que debo confiar en su palabra?—Repito aún con dudas.
—Porque usted siempre hace lo correcto—Responde dejándome sorprendido—; en sus ojos se puede ver la honestidad y la justicia.
—Valoro mucho su confianza. —Respondo como disculpa—, la dejaremos tranquila entonces.
—De hecho hay algo más...—Menciona y la invitó a continuar—, los demás granjeros y yo queríamos solicitar su permiso para realizar una festival de verduras.
—Con la situación actual dudo mucho conceder algo así—Respondo apenado—. Sin embargo cuando todo se haya resuelto lo consideraré.
Luego de esas palabras, sigo a Román hacia el vehículo y partimos hasta otra comunidad.
Junto a Román ideamos un patrón de investigación; el cual se basa en conversar con los granjeros; cazadores retirados que desean llevar una vida pacífica. Continuando con los demás cazadores hasta encontrar una pista.
—¿Qué hay que saber de esta comunidad?—Pregunto a Román mientras conduzco.
—No mucho, son muy pacíficos de igual forma. Dudo mucho que estén detrás de todo esto—Responde Román con tranquilidad.
Me estaciono y bajamos, caminamos hasta una de las casas y tras tres toques quien nos recibe es un niño de unos nueve años aproximadamente.
—¿Hay algún adulto en casa pequeño?—Pregunto con amabilidad. Sus ojos negros me escanean y aún en su piel oscura se pueden contemplar algunas cicatrices.
—¡Mamá!—Grita aún con su vista fija en mí. Por mi parte yo también escaneaba su apariencia, piel oscura, ojos oscuros y cicatrices. Por la forma en la que están hechos los cortes dudo mucho que haya sido un accidente.
Una mujer aparece tras del niño, ésta también llevaba una cicatriz muy pronunciada en su cuello, su piel era un poco más clara a comparación del niño y no parecía tan mayor.
—Abel, a tu habitación cariño—Dice con una sonrisa transmitiéndole tranquilidad—, mami tiene visitas.
El niño obedece y la mujer nos invita a pasar.
—Soy Andrea—Se presenta frente a nosotros—¿Qué lo trae por aquí señor Armstrong?
—Tengo la ligera sospecha de que usted tiene información para mí.
—Tomen asiento.
—Estamos aquí por un asunto con los cazadores—Informo sin perder el tiempo. Sin embargo Román me invita a sentarme.
—Si bien he sido cazadora, ya tengo una familia por la cuál velar, esas cosas han quedado en mi pasado.
—No estamos aquí por usted Andrea—Respondo con tranquilidad—, estamos aquí por una rebelión, los cazadores planean una rebelión y usted puede proporcionarme esa información.
—¿Por qué lo haría?—Pregunta.
—Porque tanto usted cómo Abel ya han tenido suficiente violencia—Respondo y Román me mira en silencio—, si bien no puedo prometerles una vida fuera de violencias o maldad, eso siempre existirá; pero lo que si puedo prometer es intentar evitar esta guerra y apaciguar los peligros que se aproximen.
—Piensa usted muy diferente a su padre—Comenta y yo hago un esfuerzo por comprender sus palabras.
—Mi deber es velar por la seguridad de mi gente. Está en usted decidir si está conmigo o contra mí.
—Y desearía estar con usted, pero no hay mucha información de mi parte—Suspira derrotada—, mi ex marido se marchó, nos maltrataba a Abel y a mí para asistir a reuniones con los rebeldes. No busque más señor Armstrong, yo puedo confirmarlo, ellos quieren la guerra y me torturaron para unirme a ellos, y como no acepte...—Rompió en llanto.
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Editado: 19.11.2024