La resiliencia de Allison Sallow.

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•Dos son mejor que uno•

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Alexander había cumplido su promesa de llevarme a cenar, claro que días después de lo ocurrido, se mantuvo los días empecinado en mi salud y cuidados. Me llevaba la comida hasta la cama, me ayudaba a bañar y continuo constantemente al pendiente de mi. Incluso llegue a sentirme mal por distraerlo de sus deberes como Alfa.

El sitio al que me había traído era un lugar tan maravilloso. El mirador de Eastwood, puedo asegurar que todo esto fue planeado por muchas personas, una mesa perfectamente preparada solo para nosotros, en este sitio mágico, dónde podíamos verlo todo y a la vez nada. La comida deliciosa comida y el buen vino tinto que eligió, me alegraban el corazón.

Por supuesto no vestíamos para nada elegante, el invierno se acercaba, yo vestía unos vaqueros, botas y polera, como habitualmente y mi cazadora. En esta ocasión el también.

—Espero que nuestra primera cita oficial sea de tu agrado—Dice Alex.

Nuestra primera cita.

Mi recuerdo más preciado.

—Te lo has tomado en serio—Bromeo—, me encanta. Este lugar es...

—Hermoso—Completa sin despegar su mirada de mi. —Pero tú lo eres mucho más.

El calor en mis mejillas me da la señal de que me he sonrojado. Disfrutamos de la comida, compartiendo alguna que otra travesura de cuando niños. Me contó un poco de su infancia, y yo de la mía.

Amaba nuestra intimidad.

—Quiero atesorar este recuerdo por siempre—Suelto de repente. Su vista vuelve a mí y me sonríe.

—Quedate junto a mi, por siempre. Tenemos muchos recuerdos para atesorar—Dice atontado—, hay una cita biblica que dice Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. Si uno de ellos se tropieza, el otro lo levanta.

—Eres un cursi—Bromeo sintiendo mis mejillas arder.

—Yo quiero ser el que te levanta siempre que te tropieces, Allie–Continua. El radio que nos acompañaba suena una hermosa canción de Jazz, se pone de pie y me invita a bailar.

Recuerdo numero 2: nuestro primer baile juntos.

No muy segura tomo su mano y lo sigo en su intención. Me guía al ritmo de la música, un paso a la vez y cierro los ojos disfrutando de nuestro momento.

Te amo—Confiesa de repente y me pierdo en sus ojos que reflejan la aurora boreal presente frente a nosotros.

Simplemente perfecto.

No respondo a sus palabras, en su lugar beso sus labios con ternura.

Alexander Armstrong, gracias.

Vuelve a conducirnos hasta la mesa, tomo asiento y luego el. —Excelente bailarín.

—Qué puedo decir. Tengo algunos dotes de encanto.

Nuestras risas se mezclan y sus ojos brillan, esta demás percibir que los míos también. Contengo mis ganas de llorar por el momento mágico y subreal que me ha otorgado.

Terminamos la cena tranquilamente. Teclea en su movil un mensaje lo cual deduzco para que vengan a levantar todo esto, luego sube a su motocicleta, la enciende y enseguida subo yo. Dobla y salimos el linea recta, devuelta a casa. Envuelvo mis manos alrededor de su abdomen, abrazándolo, cierro mis ojos.

Deseo que esto no termine nunca. Si hay algún Dios mirando en algún lugar, ya no quiero ser Resiliente, deseo vivir. Deseo una larga vida junto Alex, una familia junto a Alex y la felicidad junto a él.

Alexander amaba la velocidad, yo también, íbamos en un ritmo y velocidad perfecto. —¡Yo también!—Grito respondiendo a su confesión y aumenta la velocidad.

—¡Yujuuu!—Celebra en un grito mientras el viento nos abraza.

Hoy fui meramente feliz.

Volvemos a casa, donde todo yace en silencio. Entramos a hurtadillas, para no despertar a nadie. Toda la situación me saca algunas sonrisas y risas que me esfuerzo en contener. Supongo que la botella de vino me embriago. Entramos a la habitación y se desviste quedándose en ropa interior, se echa a la cama y me abre un espacio.

—Ven aquí, mi hermoso querubín.

Solo él puede hacer que yo, una persona cuya belleza es ordinaria, se siente realmente hermosa. Me desvisto quedando en bragas y polera, me echo a su lado y tras algunas caricias caemos en un profundo sueño.

Me despierta con un par de besos por la mañana y el hermoso color de sus ojos es lo primero que veo cuando abro los míos.

Simplemente majestuoso.

Se pone de pies, se encierra en el baño, supongo para darse una ducha dejándome dormir un poco más. Cuando sale del baño comienza a vestirse, como habitualmente el lo hacia, sus camisas de mangas largas y botones. Siempre de colores neutros u oscuros. Y extrañamente siempre le quedaban bien.

—Voy a bajar a desayunar y saldré a la productora con Román—Informa y sale de la habitación luego de escuchar un murmuro sin sentido de mi parte, no sin antes dejar un beso en mi cabeza.

Los Armstrong eran ganaderos, es decir tenían empresas de producción de alimentos, se mantenían muy bien en el mercado. Tenían sucursales en el extranjero cuya cara era un familiar lejano para no vincular con Misterywood. De esto provenía tanto dinero, una familia muy acomodada, luego de tanto trabajo. Alexander conocía todo sobre mercadeo y ventas. A mayor venta, mayor productividad y mayor trabajo, así mantenía a toda la gente feliz, con trabajo. Incluso en casa llegábamos a utilizar los productos “Girasol” ese es el nombre de la empresa, no existe ningún motivo para ese nombre según lo que me contó Lena, pero siempre lo he relacionado con Anastasia.

Me levanto luego de unos minutos, me lavo los dientes, cepillo mi cabello y limpio mi rostro. Busco algo decente para ponerme y entre mis cosas descubro un Abrigo que solía usar mi madre, me lo pongo con unos pantalones de chandal. Salgo del pasillo y bajo las escaleras hasta llegar a la pequeña sala. Una pequeña bola de papel llama mi atención en un rincón, la tomo revelando una nota.




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