La Rosa Blanca

Las visitas misteriosas

Los piratas llevan ya varios días por la zona. ¿Cuánto más pensaban quedarse? Eso no es nada bueno para el negocio. Si los barcos no pueden entrar ni salir del puerto sin arriesgarse a ser atacados, ¿Cómo va a llevar a cabo sus negocios?

Cada día que ese barco permanece por los alrededores es un día de pérdidas. Un lujo que nadie puede permitirse nunca.

Debe tomar una decisión: arriesgarse, o seguir esperando.

Pronto los riesgos de retornar la actividad supondrán menos perdidas que la espera.

Peter es un hombre de negocios y, los negocios son siempre lo primero. ¿Podría pedirle ayuda al conde para echar a esos criminales de la costa? Es raro que no haya actuado aún. Aunque también podría ser que sus intentos de deshacerse de los piratas hayan sido inútiles.

Decidido.

Hoy mismo irá a ver al conde.

Si no puede expulsar al barco, al menos que de escolta a los suyos.

A fin de cuentas, él es el padre de la futura esposa de su hijo.

Los piratas llevan ya varios días por la zona. ¿Cuánto más pensaban quedarse? Eso no es nada bueno para el negocio. Si los barcos no pueden entrar ni salir del puerto sin arriesgarse a ser atacados, ¿Cómo va a llevar a cabo sus negocios?

Cada día que ese barco permanece por los alrededores es un día de pérdidas. Un lujo que nadie puede permitirse nunca.

Debe tomar una decisión: arriesgarse, o seguir esperando.

Pronto los riesgos de retornar la actividad supondrán menos perdidas que la espera.

Peter es un hombre de negocios y, los negocios son siempre lo primero. ¿Podría pedirle ayuda al conde para echar a esos criminales de la costa? Es raro que no haya actuado aún. Aunque también podría ser que sus intentos de deshacerse de los piratas hayan sido inútiles.

Decidido.

Hoy mismo irá a ver al conde.

Si no puede expulsar al barco, al menos que de escolta a los suyos.

A fin de cuentas, él es el padre de la futura esposa de su hijo.

                

El ruido de alguien llamando a la puerta de la casa viene a sorprender a sus habitantes.

Es ya algo tarde para visitas y, además, tampoco esperan a nade.

Un hombre de unos 60 años aproximadamente, vestido con una camisa blanca, pantalones negros y una elegante chaqueta del mismo color, espera al otro lado del umbral.

El extraño visitante pide de inmediato una audiencia con Rosa. Asegura ser un viejo conocido suyo, aunque ninguno recuerda haberle visto antes por la ciudad. Él entrega a la doncella que le ha abierto la puerta un pedazo de tela negra con unos pocos pétalos blancos en una esquina. La mujer, aunque desconfía toma la prenda y va en busca de su señora.

La mujer duda si confiar o no en el desconocido. Pero, al final, acepta la entrevista, tras asegurarse de que él no va armado.

Una vez en el salón, cuarto privado de Rosa en caso de recibir visitas, la mujer decide ser la primera en hablar.

-He aceptado su petición de audiencia por no parecer descortés. Pero me parece un gesto muy feo por parte de un caballero, no haber empezado por presentarse primero.

-Perdóneme el fallo señora. Mi nombre es Cristian. He venido hasta aquí guiado por ciertos rumores y habladurías.

-¿Qué clase de rumores? -Rosa inspecciona detenidamente al hombre de ojos oscuros, no tiene pinta de ser de los que creen en esas cosas.

-Hay quien afirma que usted tuvo en su juventud relación con... -el hombre parece dudar unos segundos antes de murmurar de forma casi inaudible la palabra "piratas".

-Oh, siento decepcionarle. Pero esos rumores son falsos –se apresura a contradecirle ella con una sonrisa.

-Mis fuentes son muy fiables señora, no intente negarlo.

-Entonces no lo negaré. Pero no entiendo su interés en esa información.

-Es simple. Le sigo, desde hace años, la pista a una antigua leyenda pirata y, esa búsqueda me ha traído hasta aquí.

-Siento decepcionarle, pero no tengo conocimientos de leyendas piratas. No creo que pueda obtener de mí la información que precisa.

-En realidad sí que puedo –responde Cristian con una sonrisa maliciosa- El pirata cuya leyenda persigo se llamaba Eric Atnecan –Rosa no puede evitar palidecer aún más al escuchar su nombre, lo que claramente la delata –Hay rumores que afirman que tu hijo no es hijo de tu difunto esposo -le amenaza él sin cambiar el tono de voz y, olvidando por un instante las formalidades-, ¿no querrás que esto se sepa, no?

-La verdad es que lo único que sé es lo mismo que sabe todo el mundo. Su barco se hundió en el mar en aquella terrible tormenta hace ahora unos 45 años, más o menos. Fue muy duro para mí, pero no he sabido nada de él desde ese fatídico día. Ahora, si no le importa, preferiría que se marchase. Ah, y llévese esto -añade devolviéndole el pedazo de tela-. Espero no volver a saber de usted y de este tema nunca más.

El tono triste en la voz de la mujer denota claramente que dice la verdad, aunque él no lo cree. De momento no cree que pueda sacarle nada más. Pero no piensa perder la esperanza. Ella ha confesado sin darse cuenta que conoció a Eric y, por lo tanto, debe saber más de lo que dice.

Por el momento opta por despedirse. Esta noche le basta con confirmar esos rumores que lleva tanto tiempo siguiendo.

Cristian abandona la habitación dejando a la mujer contemplando el paisaje por la ventana. Al salir escucha otra puerta cerrarse, su corta conversación ha sido escuchada por Ana, quien se ha escondido en su habitación antes de que alguien la pueda descubrir.

                          

Ana no para de dar vueltas en la cama.

Sus padres siempre le han dicho que es de mala educación escuchar tras las puertas. Pero, es tan raro que alguien se interese por su abuela, que no ha podido controlar la curiosidad de saber que quería el inesperado visitante.

Jamás se habría podido imaginar algo así.



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En el texto hay: romance, amor, piratas y tesoros

Editado: 04.10.2020

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