Empapado hasta la medula, Stefan salió del rio dejando consigo una gran cascada de agua que marcaba su camino hasta la entrada en el bosque. De la camisa le caía agua a raudales y su cabello chorreaba por todo su cuello y espalda. Se apartó los mechones rubios de los ojos con un gesto brusco y masculló una maldición.
Por poco creía que moriría, menos mal que era un buen nadador… él sí que lo era.
Detuvo sus pasos y recordó que había caído al agua junto con su guardaespaldas. En realidad, lo había arrojado al río intentando librarse del atacante, y en el pánico por quedarse solo, terminó arrastrándolo con él.
Miro a su alrededor.
¿Solo él había salido del agua?
El miedo le invadió. Y si la corriente se lo había llevado y lo dejaba solo. ¿Cómo iba a sobrevivir?
Había matado a su guardia. ¡Lo había ahogado!
¡No!
Sacudió la cabeza, intentó pensar con claridad. Eso no fue lo que paso. Su padre le había dicho que estaba más que cualificado para el puesto, una caída al río no iba a matarlo. No cuando ya había visto la facilidad con la que se movía y peleaba.
Sabía nadar, seguro que sabía.
Debía saber… ¿no?
¿Qué clase de guardaespaldas no sabría?
Mirando a su alrededor se encontró con otro rastro de agua. Primero sintió miedo. ¿Y si uno de los perseguidores había caído junto con ellos?
Dio un respingo y un paso hacia atrás. Luego se decidió ser valiente y averiguar si se trataba de su guardaespaldas.
Siguió el rastro y se acercó lentamente.
Encontró unos metros más adelante a una figura de baja estatura y de traje negro. El aire que había retenido salió de golpe. Estaba vivo. Su guardia estaba vivo.
Ahora podía volver con seguridad al castillo.
Aunque iba a volver empapado y con frío.
Y eso le molestaba.
La sensación de satisfacción desapareció demasiado pronto. Una oleada de enojo se instaló en él y más decidido se acercó al guardaespaldas.
—¡Oye! —gritó— Se supone que tienes que protegerme. ¡Casi muero ahogado!
Pero su guardia no le respondió, es más, al parecer apenas y le escucho porque se detuvo solo un instante antes de seguir intentando zafarse la máscara de la cabeza.
Stefan se percató que peleaba con su traje, pero no le importó. Se removía de un lado a otro y eso le molestó más, por el simple hecho de ser ignorado cuando él debía ser la prioridad.
—¡Te estoy hablando!
—¡Maldita sea!
Apenas masculló, Stefan parpadeó y detuvo su paso.
Esa no era la voz que recordaba.
—¡Maldición! Duele —volvió a quejarse el guardia.
Por fin escapo su cabeza del agarre de la mascará y apenas la arrojó al suelo, Stefan contuvo la respiración al verle bien.
Su cabello castaño empapado y pegado al rostro, caía hasta los hombros de su protector y observando con atención, el traje mojado delineaba una figura que, con toda claridad… no era la de un hombre.
La desconocida arrancó también un transmisor de la oreja y lo arrojó al suelo con un gruñido.
—¡Ah, maldición! —se quejó, frotándose la piel irritada— Si que duele.
Solo entonces se dio la vuelta y sus ojos cafés coincidieron con los jades de Stefan. Este tenía la mirada más sorprendida que le hubiera visto desde que lo conocía y vaya que había visto muchas veces un gesto similar al verla pelear, pero esta vez… esta vez era diferente.
Los labios de Stefan, estaban ligeramente abiertos. El príncipe tragó saliva y ella lo supo; iba a decir lo que todos decían cuando la veían bien por primera vez.
—E… eres una… ¿chi…?
—¿Una chica? —lo interrumpió ella, arqueando una ceja—. Sí, ¿algún problema?
Stefan asintió torpemente, sin saber qué decir.
—¿Cómo?
Ella cerró los ojos y suspiró pesadamente. Sí, ahí estaba la pregunta que siempre acompañaba a la anterior.
—Cromosomas XX. Biología básica —respondió encogiéndose de hombros—. ¿No les enseñan eso en donde sea que estudien los de tu tipo?
El príncipe la observó, todavía atónito, con el agua chorreando por ambos y el bosque en silencio a su alrededor.
Él no lo sabía entonces, pero esa guardia que no era un hombre, esa chica de ojos café que se cruzaba con los suyos por primera vez… iba a ser el mayor desafío de su vida.
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Hola. Muchas gracias por la oportunidad. Este es el segundo libro de la bilogía, así que si no has leído el primero, no te preocupes, estos son otros protagonistas y de igual manera, tratare de ser clara con lo sucedido para que no te sientas perdida/o. Hay cosas que se comentan en este libro que sucedieron en el primero, pero nada que afecte a la lectura. Si deseas leer mi primer libro lo puedes encontrar en mi perfil, completo y gratis. Si ya lo has leído, estoy de vuelta con esta maravillosa historia. Espero que te guste tanto como la primera.