La rosa blanca y el colibrí azul

Capítulo 15

Donde la calma también confunde

Cuando su padre le decía que únicamente sonriera y saludara, jamás imaginó que sería el consejo más útil que recibiría en su vida como heredero.

Rodeado de los nobles más importantes del reino, es lo que mejor podía hacer esa noche. Después de todo, siempre tenía oportunidad de analizarlos cuando charlaba con ellos y eso le servía para tratarlos durante las sesiones del Concejo.

Siguió andando y más figuras importantes lo detenían para saludarlo y reverenciarlo.

La princesa Farah aún no llegaba y eso, por un lado, era bueno. Dejaba a la expectativa su “relación” con ella. Probablemente ni siquiera viniese. Esperaba al fin acallar los falsos rumores.

Pero entonces tenía otro problema: las muchas hijas jóvenes y bonitas de las familias más influyentes que hacían fila para platicar con él.

Acababa de evitar magistralmente un par, saludar a otro y disculparse con una más por la manera tan rápida en la que pasó a su lado.

Era peor de lo que creía y se preguntó si Eddy vivió eso alguna vez.

Probablemente sí, pero ahora que sabía que tuvo a Pam a su lado, ¿cómo hacía para esquivar las propuestas sin ser obvio?

Buscó con la mirada a su fiel guardia. Valentina miraba la noche desde el ventanal más cercano a la salida del jardín.

Tenía los ojos tan nostálgicos con los que se perdía observando las estrellas, y una mano abrazando su propio brazo.

Muchas veces quiso acercarse y preguntarle qué pensaba, pero el silencio a su lado también era agradable.

No estaba cerca de él y no lo estaría en un buen rato. Si ella estaba tranquila es porque había revisado la zona y muy seguramente todo estaba en orden.

Clásico de Vale asegurarse antes de relajarse.

¿Y… si la molestaba? Cruzó el pensamiento por su mente.

Solo unos minutos, eso no la distraería del trabajo y a él no le quitaría demasiado tiempo.

Intentó acercarse. Saludó a más personas a su paso, mas no llegó hasta ella.

De un movimiento ligero y lleno de gracia, la princesa de Fairspren apareció frente a él.

—Su alteza —saludó con notable emoción—. Sé que siempre lo digo, pero lamento la tardanza.

Stefan le sonrió con educación y echó un rápido vistazo a su objetivo. Vale ahora intercambiaba un par de palabras con Simón antes de seguirlo.

Resignado, se concentró en el presente y levantó la mano de Farah para darle un beso.

—Bienvenida, princesa Farah. Espero que la velada sea de tu agrado.

Farah no despegó los ojos de él y se acercó acortando el espacio. Le tomó del brazo, provocando un ligero respingo en Stefan, y sonrió con inocencia.

—Lo será si me acompañas.

El acto hizo que unas pocas invitadas hicieran pucheros o soltaran grititos ahogados. La oportunidad de acercarse al príncipe heredero se había acabado.

—Creo que hoy no es una buena noche para hacerte compañía —Stefan intentó justificarse con delicadeza, pero Farah se paró frente a él.

—He oído que en este baile se acostumbraba que el heredero le pidiera matrimonio a su futura consorte —explicó y Stefan tragó saliva—. Y he visto mucha animosidad de parte de varias jóvenes solteras del reino, ¿seguro que desea ser cazado por todas ellas esta noche?

—No, pero…

—Y —añadió Farah con un susurro—, estoy segura de que este no es el tipo de protección que su guardaespaldas le puede proporcionar.

Como si acabaran de sacarle el aire, Stefan se paralizó con la boca ligeramente abierta. ¿Qué acababa de escuchar?

Volvió a echar un rápido vistazo; no vio a Vale por ningún lado.

—Tómelo como una ayuda entre amigos —agregó la princesa con una radiante sonrisa—. Al final, la última palabra, la tienes tú, alteza.

Mentira no era, pero la extraña sensación que tenía al pensar en eso… le incomodaba que Valentina lo supiera.

***

—Es curioso —dijo Farah prestando atención al acabado floral junto a la puerta—. Su emblema es una rosa blanca, pero los colores que más predominan en sus rosales son los rojos y rosas.

—Eso es porque la rosa blanca solo se da en una sola época del año —explicó Stefan sacando la única rosa de ese color—. Eso al menos aquí, en Rosnia.

—¿En qué época florecían?

—A mediados de la primavera. Entre abril y mayo.

—Coincide con el baile —observó ella.

—Aunque el baile no se da por ese motivo —aclaró con una sonrisa—. Pero sí, es una coincidencia con el emblema de mi Casa.

—Y… ¿sabe qué significa la rosa blanca?

Stefan giró la que tenía entre sus dedos sin dejar de mirarla.

—Pureza, inocencia, lealtad —hizo una pausa y, al alzar la vista, encontró a Vale caminando por las orillas del salón—. También amor nuevo o eterno, según tengo entendido —añadió y miró a la princesa.




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